Parte de la tripulación, formada por dieciséis marinos, se reveló contra el capitán y el armador, llegando, incluso, a amenazar a ambos; la patrullera ‘Río Tormes’ zarpó al encuentro del pesquero, aunque no fue necesario un abordaje en alta mar

En la larguísima historia de la relación del ser humano con la mar hay cierto elemento que, junto con las galernas, los arrecifes sin cartografiar y tantos otros peligros naturales del oficio de marino, mantiene en vilo al comandante de cualquier embarcación: la posibilidad de un motín. Sí, puede parecer una posibilidad más propia de siglos pasados, de aquellos grandes buques a vela en los que las tripulaciones eran sometidas a toda clase de abusos… Sin embargo, ha vuelto a ocurrir. Y en el pleno siglo XXI, además. El pasado sábado el bonitero vasco ‘Beti Aingeru’, con base en el puerto guipuzcoano de Pasajes, arribaba a El Musel a poca máquina, escoltado por la patrullera ‘Río Tormes’ de la Guardia Civil, después de que el grueso de la dotación, formada por dieciséis personas, se rebelase contra el capitán y contra el armador, que también se hallaba a bordo. Afortunadamente, no fue necesario un abordaje en alta mar, y la situación pudo calmarse antes de llegar a los muelles. Aun así, el caso está siendo investigado.
Pocos detalles han trascendido sobre las causas del amotinamiento. Fuentes no oficiales consultadas por este diario aducen sólo una negativa de los tripulantes a seguir faenando. Lo único cierto es que, poco antes de las tres de la tarde del sábado, la Benemérita recibió el aviso de lo que estaba sucediendo, justo cuando el ‘Beti Aingeru’ faenaba a unas doce millas frente a la costa de Ribadesella; ya en ese momento se avisó de que los tripulantes se habían vuelto contra capitán y armado, llegando, incluso, a ser amenazados por sus subordinados. Visto lo visto, la ‘Río Tormes’ zarpó de Gijón de inmediato, y logró interceptar al bonitero ante Ribadesella, cuando ya aproaba hacia Gijón. Una vez las dos embarcaciones estuvieron navegado abarloadas, los uniformados lograron contactar por radio con el capitán, que les confirmó que la tensión se había calmado. De ese modo, y bajo la atenta vigilancia de la dotación de la patrullera, el pesquero vasco llegó al Espigón II de El Musel, en el que atracó sin incidentes. Sus ocupantes fueron puestos en manos de las autoridades y, a estas horas, la investigación está en manos de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Zona de Asturias.