La Asociación Vecinal del barrio exhibe en su sede el fruto de la unión de esos tres valores: un adorno de gran formato realizado por las participantes en el taller ‘Grupo de tejer’ uniendo cuadrados bordados de diferentes diseños y colores
Harían falta cantidades ingentes de papel y tinta (o, en su defecto, recurrir al divino Excell), aderezadas con altísimas dosis de paciencia, organización y buena suerte, para contabilizar con una mínima precisión los árboles de Navidad que, por estas fechas, ya decoran millones de hogares, negocios, locales y espacios públicos en toda España. Y no hablemos ya de la titánica tarea que sería, además de contarlos, clasificarlos por tipologías… Los hay altos, bajos, grandes, pequeños, policromáticos, monocolores, artísticos, clásicos… Sin embargo, en el barrio gijonés de Nuevo Roces se yergue uno que, si bien no es el que más y mejor encaja con las pautas de la tradición navideña, sí está cargado de un simbolismo especial. Estos días, y hasta que en enero concluyan las fiestas, la sede de la Asociación Vecinal exhibe una suerte de abeto sin ramas, hojas ni adornos de plástico, pero sí salpicado de colores y formas. Es el ‘árbol’ que han tejido las alumnas del taller ‘Grupo de tejer’, confeccionado a base de entrelazar cientos de los llamados granny squares, o ‘cuadrados de la abuela’, y que, más allá de su originalidad, constituye un ejemplo palpable de lo que el esfuerzo en equipo y la fraternidad pueden llegar a conseguir.
Llevar la obra a su resultado actual no ha sido cosa, como quien diría, de cuatro días. Las participantes han tenido que desplegar todo su talento con las agujas y madejas cada viernes desde el mes de mayo, hasta dar forma a la pieza, coronada, cómo no, por una vistosísima estrella dorada. «Es más que un simple adorno; simboliza el trabajo cooperativo, la superación de un reto basado en la sororidad de las mujeres que lo han realizado«, destacan desde la Asociación. De todos modos, la criatura también tiene su dosis de apego a las tradiciones; a fin de cuentas, los granny squares son uno de los patrones más antiguos, repetidos y, a la vez, queridos de cuantos son posible en ámbito del textil. Piezas que, de un tiempo a esta parte, han vuelto a ponerse de moda, y cada vez más entre personas jóvenes, como forma de potenciar la creatividad, rescatar prácticas de antaño e, incluso, a modo de terapia contra el estrés y la soledad no deseada. En suma, un cúmulo de virtudes que alientan el orgullo de sus autoras y de la misma entidad vecinal, cuyos integrantes, ahora más que nunca, desean a sus convecinos y al resto de Gijón «unas felices fiestas».