
Mientras los técnicos ajustan radios de giro y calculan el ancho de las aceras, en la trastienda se juega otra partida: la del control político de Foro

La transformación de la calle de Munuza, uno de los cuellos de botella del centro de Gijón, va más allá del urbanismo. A estas alturas, se ha convertido también en un reflejo del clima político que vive el Ayuntamiento. El cruce con San Bernardo, donde confluyen cinco líneas de autobús y un tráfico denso, es el punto más delicado del proyecto, pero la propuesta del concejal Gil Villoria no se limita a resolver el giro de vehículos: busca reequilibrar la calle y dar más espacio a los peatones, manteniendo el tráfico en un solo carril y ensanchando aceras donde sea posible.
Aun así, la reforma no será uniforme. El diseño plantea dos tramos diferenciados: uno más contenido, desde San Bernardo hasta La Merced, y otro con aceras más generosas hasta Los Moros. Nada revolucionario, pero sí suficiente para señalar una dirección: menos espacio para el coche, más para la movilidad peatonal. Una línea de actuación que ya se refleja en otros puntos del centro, y que invita a pensar si no ha llegado el momento de replantear todo ese entorno, desde la propia Munuza hasta San Bernardo, Jovellanos o Instituto, con una mirada integral hacia la peatonalización.
Esta visión contrasta con la que defendió en su momento Pelayo Barcia, concejal de Movilidad. Barcia se mostró contrario a eliminar carriles y apostó por mantener la configuración actual, más favorable al tráfico rodado. Pero su peso político en Foro ha caído en picado. Aunque conserva su cargo, en la práctica ha sido desplazado del núcleo de decisiones. Carmen Moriyón gobierna hoy con un círculo de confianza muy reducido, donde mandan con indómita vehemencia Jaime Fernández-Paíno (director general de Alcaldía) y Pablo Suárez (jefe de Prensa). Ambos actúan como concejales en la sombra. Nadie les votó, pero las decisiones estratégicas pasan por ellos, no por los ediles y menos por Barcia, cuyo futuro político en Foro está muerto, como él mismo ha confirmado.
La situación ha desdibujado también la figura de Jesús Martínez Salvador, antaño inseparable de Barcia en la etapa en la oposición. Hoy se mueve en un espacio intermedio: alejado del núcleo duro que dirige el gobierno local, pero intentando no perder pie ni visibilidad. Es claramente consciente de que el poder real ya no se debate en el Pleno ni en la Junta de Gobierno, sino en el despacho de Alcaldía.
Así, mientras los técnicos ajustan radios de giro y calculan el ancho de las aceras, en la trastienda se juega otra partida: la del control político de Foro. En ese tablero, uno de muchos en esta ciudad, Munuza es una excusa, no el fondo del asunto.
Si es verdad que el señor Barcia se aparta de la toma de decisiones en movilidad. Bien venido sea ese cambio de rumbo.
Ojalá