Recién cumplidos sus primeros cien días como presidente en el Principado de la entidad para la infancia de la ONU, analiza con miGijón no sólo la tragedia que sufre el pueblo palestino, sino también los muchos otros frentes que atender
Son tiempos de horror en Oriente Medio. Desde que, el pasado 7 de octubre, la organización palestina Hamás perpetrase el que sigue siendo hasta la fecha el peor ataque contra Israel desde la Guerra del Yom Kippur de 1973, la franja de Gaza se ha transformado en un campo de muerte, en el escenario de una matanza perpetrada por la Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF) que, en estos meses, se ha cobrado la vida de más de 36.400 personas, según datos facilitados por las autoridades sanitarias gazatíes. Y, como en todos los conflictos, ningún colectivo se ha revelado tan vulnerable como el de los niños, que ya suma 14.100 muertos desde el 6 de mayo. Esas víctimas en concreto, las más inocentes en cualquier catástrofe humana o natural, a las que desde 1947 dedica sus esfuerzos y desvelos la Fundación de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en ingles), con implantación en los cinco continentes y que, desde este febrero, tiene como presidente de su Comité de Asturias a Nacho Calviño González (Pola de Siero, 1980). Nombrado también patrono de la Fundación UNCIEF en España el 2 de febrero, el que fuera presidente de la Asociación de Jóvenes Empresario en el Principado, y vicepresidente nacional de la Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios (CEAJE), afronta este reto con un ojo puesto en las candentes lizas que se dirimen allende Asturias, y con el otro firmemente fijo en una región que no es ajena a sus propios problemas.
Ha pasado de ser uno de los rostros más reconocibles de AJE a liderar el organigrama de UNICEF en la región. ¿Por qué este cambio?
Bueno, en realidad, llevaba colaborando con UNCIEF muchos años, y los últimos cuatro ya había sido su vicepresidente en Asturias. Así que, bien mirado, quería reforzar mi compromiso. A fin de cuentas, también estoy al frente de la empresa Cometa Verde, que se dedica a actividades infantiles, educativas y de ocio; mi experiencia profesional siempre me llevó a la infancia.
¿Y qué valoración hace de estos primeros cien días en el nuevo cargo?
Para mí es un compromiso, una responsabilidad y un regalo poder llevar y dirigir UNICEF desde Asturias, porque creo que, a nivel nacional, es uno de los comités de referencia en temas de participación e infancia, si no el referente. Así que estoy muy agradecido a María José Platero por que me haya dado esta oportunidad, esta confianza que, en la práctica, es un obsequio. Y puedo decir que trabajar por los niños y sus madres, tanto en Asturias y en España como a nivel mundial, es una experiencia que está siendo apasionante.
Dejando a un lado las dimensiones internacional y nacional, ¿en qué estado se encuentra UNICEF en Asturias ahora mismo?
Tenemos casi 11.500 socios que apoyan nuestro trabajo, y en Gijón estamos permanentemente presentes desde 1971. Además, es uno de los 43 municipios reconocidos como Ciudad Amiga de la Infancia que tenemos en el Principado. Y otro detalle relevante: en esta región contamos con quince espacios escolares catalogados como Centros Referentes en Educación en Derechos de Infancia, uno de nuestros nuevos programas. Son datos de los que se puede estar orgulloso.
Sí, pero… Más allá de esas cifras… ¿Percibe un compromiso real del pueblo asturiano con las causas por las que lucha UNICEF?
Sí, lo hay. Nunca se puede decir que es lo suficiente, pero, proporcionalmente, somos el comité a nivel de población que tiene más socios. Claro, no nos podemos equiparar con Andalucía o Madrid en números absolutos, porque tienen mucha más población, pero en porcentaje no tenemos nada que envidiar. Ni a nivel de socios, ni de la cuota voluntaria que se paga.
Ya que lo menciona, siempre se ha hablado de la naturaleza solidaria de los asturianos. Las uniones mineras, las cajas de resistencia, el movimiento asociativo en apoyo de los desfavorecidos… ¿Es algo intrínseco a esta comunidad?
La verdad, creo que lo llevamos en el ADN. Puede ser debido al trabajo que llevamos haciendo desde hace años en esta región a favor de la infancia, y a la manera que tienen los asturianos de ayudar y colaborar. Y eso engloba a las madres, al hablar de infancia. Es un colectivo del que no conviene que nos olvidemos.
Hablar de infancia obliga a pensar en lugares de este planeta en los que sus condiciones son penosas… Y, de un tiempo a esta parte, es Gaza el reflejo más actual de hasta qué punto una organización como UNICEF es necesaria…
Es un total desastre. En estos meses hemos visto que el número de niños muertos, heridos y no acompañados ha aumentado, y lo va a seguir haciendo. Necesitamos una rápida respuesta, y por eso nuestros compañeros están desplegados en el territorio. Eso es lo bueno de UNICEF: que, al ser una agencia de las Naciones Unidas, tiene gente en todos los países. Cuando hay un desastre, una problemática, es donde se aparece, y con la mayor rapidez.
Aun a pesar de las obligaciones de su cargo, ¿no se plantea cómo ha sido posible llegar a esto?
Lo único que podemos hacer es pedirle a Israel que cumpla su obligación legal en virtud al derecho internacional humanitario, facilitando las operaciones de ayuda para evitar que se produzca una catástrofe mayor. Es lo que puede pedir UNICEF. Y, más que nada, los niños de Israel y de Palestina necesitan una solución política para crecer libre y a salvo. Pensemos en las cifras: a 22 de mayo, teníamos más de 34.100 muertos informados; de ellos, 14.100, a 6 de mayo, eran niños y niñas, que es lo que más nos inquieta. Pero es que, además, nos constan 77.000 heridos, incluidos 12.000 niños, y 1,7 millones de desplazados, entre los que figuras 850.000 menores. Son unas cifras que ponen la piel de gallina.
Hace pocos días ese horror alcanzó una nueva dimensión con el ataque al campo de refugiados de Rafah. Un campo, en buena medida, levantado por UNICEF y por otras organizaciones solidarias. ¿Cómo vivió lo ocurrido?
Lo que intentamos es de que la gente, aunque esté desplazada, tenga unos buenos recursos mínimos. Y, de la noche a la mañana, vimos que todo lo que se había conseguido por los compañeros que estaban allí se venía abajo. Por parte de Israel no se han cumplido los derechos humanos más elementales. Es lo más triste y ruin que se ha vivido en la actualidad.
¿En Asturias ha calado la magnitud de ese desastre?
Creemos que tanto la gente de Asturias como la de España está tomando mucha conciencia de esta catástrofe. Y es lógico. Son muchos meses desde que empezaron los atentados hasta ahora, y quizá al principio costase un poco más detectar su alcance, pero ahora no. A todo el mundo le alarman los datos que nos llegan, y hay una conciencia general de que lo que se está haciendo es un gran error en el que, de un modo u otro, todos tenemos nuestra responsabilidad.
De hecho, son varias las voces que claman por una campaña masiva de acogida, al menos, de menores en suelo europeo… Más o menos como se hizo al comenzar la guerra en Ucrania…
Ahí tienen que ser, sobre todo, los Estados los que tomen medidas, a través de sus políticos. UNICEF es una agencia de las Naciones Unidas que tiene su responsabilidad, pero no nos queremos saltar las conversaciones diplomáticas que tienen los países entre sí para conseguir la paz y, en último término, que esos niños y niñas tengan su mejor salud y educación. Lo más importante ahora, aparte de proporcionarles seguridad, alimentos y los servicios básicos, es que no los separemos de sus familias.
La mención a Ucrania no ha sido inocente; mientras todos los ojos parecen fijo en Palestina, en el este de Europa la guerra prosigue, como las muertes de civiles… Incluidos niños…
Es verdad que, según pasan las fechas, el ciudadano de a pie, lógicamente, va a seguir las noticias, lo que va quedando atrás se va olvidando, pero hay que destacar que todas las ONG siguen ahí, en Ucrania. Por ejemplo, cuando fue el terremoto de Marruecos, UNICEF ya estaba haciendo programas sobre el terreno. Después no pudo porque tuvo que ser el país el que pidiese la ayuda, pero en el caso de Gaza y del Estado palestino, UNICEF ya estaba en la franja. Y va a seguir trabajando, seguramente, en el futuro. En Asturias hay varias instituciones que están apoyando la ayuda en países como Bolivia, Siria o Perú, tres lugares donde hubo conflictos y catástrofes, en los que se sigue ayudando, pero sin demasiado conocimiento del público general.
¿Y eso no mina el ánimo?
Todos los niños y niñas tienen que estar alimentados, tener una buena sanidad, una buena educación… De eso nos encargamos. Ahora mismo UNICEF prioriza el acceso al agua potable entre la población desplazada, el saneamiento, el acceso a letrinas, el suministro médico, la energía… Al final, siempre se habla de la educación, de la sanidad y demás, pero hay otros temas muy problemáticos. Y si, en último término, no hay agua potable, da igual que tengamos buena educación.
Regresemos a Asturias. ¿UNICEF desarrolla programas propios exclusivamente en la región?
Bueno, estamos englobados en el Comité Nacional, pero sí que somos refrentes en dos programas que ya mencioné: el de Ciudades Amigas de la Infancia y el de Centros Referentes en Educación de Derechos de Infancia. Pero tengamos en cuenta que, al final, las problemáticas de un niño en Gijón son distintas a las de un niño en Los Oscos, en Nueva York o en Gaza. Debemos ir trabajando según las necesidades de cada cual. Para todos, UNICEF debe trabajar y vigilar.
Al inicio de esta entrevista destacó el carácter novedoso del programa de Centros Referentes. ¿Podría profundizar un poco más en él?
Claro. En esencia, trabaja en que los centros educativos profundicen con los derechos de la infancia, siendo temas transversales en las distintas asignaturas. Eso, y en que el centro vigile que en sus instalaciones se vele por el cumplimiento de dichos derechos… Que es algo que muchas veces no pasa. Por ahora son quince en Asturias, y creemos y esperamos que en dos año se puede doblar ese número. Y, al igual que somos referentes en cuanto a Ciudades Amigas de la Infancia, podríamos serlo en este otro programa.
En todo momento hemos hablado de la infancia como receptora de la ayuda de UNICEF, pero queda en el tintero una cuestión más… ¿Hasta qué punto los niños y jóvenes de la Asturias del año 2024 están concienciados de la necesidad de aplicar esa protección?
La infancia de 2024 cree mucho más en la infancia que la población adulta. Muchas veces, al hablar de los jóvenes, decimos cosas negativas, pero pienso que ellos lo están teniendo más difícil que personas más adultas. De ahí que se impliquen más, y en el Principado hay varios colectivos y organizaciones juveniles proponiendo temas. Ahora, por ejemplo, un tema que nos preocupa mucho es la salud mental, y el acceso a la tecnología, la protección de la infancia frente a la violencia digital… Cuando empezamos a hacer el Foro Municipal de la Infancia, no se hablaba nunca de la salud mental, porque no se consideraba. Hoy, en cambio, es el mayor problema que existe en los centros educativos. Y lo peor es que se trata de un ‘enemigo silencioso’, porque es invisible. Los adultos muchas veces no nos damos cuenta de esa cuestión en nuestros jóvenes, hasta que es tarde.
¿Qué posibles soluciones proponen ustedes?
UNICEF no puede más que hacer de eco de esos jóvenes. Cierto es que estamos realizando estudios, y próximamente haremos encuestas en muchos centros. Veremos si la problemática de las redes sociales y las tecnologías está, o no; que creemos que está, vaya eso por delante. Pero el tema lo pondremos en manos de profesionales. Nosotros sólo somos el altavoz de los problemas de la infancia; y eso, tanto en Asturias como en nuestro país.
Finalmente, y dado que su mandato como presidente acaba de comenzar, ¿qué objetivos se ha marcado durante sus cuatro años de duración?
Creo que seguir siendo un referente en Ciudades Amigas de la Infancia, llegar a serlo en un programa tan importante como el de Centros Referentes, y que Asturias siga siendo una sociedad solidaria… Y que esos 11.500 socios sean muchos más el año que viene, o dentro de dos. Y si hay algo que me gustaría destacar, y que deseo y pienso todas las noches, es que ojalá este mandato acabe mucho antes de esos cuatro años. Eso significaría que todos los niños de Asturias y de este mundo ven cumplidos su derechos, y que UNCIEF ya no tiene una razón para existir.