Ni la lluvia ni el barro pudieron con las ganas, y ayer nadie quiso perderse ese pequeño gran proyecto que unos cuantos vecinos consiguieron sacar adelante y que regala a la zona un punto de encuentro y de celebración al que, vivido lo de anoche, le esperan largas noches de celebración

«Estaba comentándolo con un amigo, no dejo de ver gente de Oviedo». Y de Gijón, y de Avilés, y de tantos otros sitios de Asturias. La reapertura de La Benéfica este sábado consiguió revertir el camino del ocio. No fueron ayer los vecinos de la zona rural quienes viajaron hasta alguna de las ciudades más populosas de la región para disfrutar de unas horas de folixa. Fue justo lo contrario. Anoche fuimos muchas las que, incluso desde algún autobús habilitado para ello, peregrinamos hasta Infiesto para dar la bienvenida, de nuevo, al viejo teatro, reconvertido ahora en un centro cultural y de acción comunitaria. Y vaya que si fue bien recibido.
Durante el día propios y extraños disfrutaron con actividades abiertas a todos, se encontraron en la gran fabada popular y compitieron duramente por alzarse con el primer premio en el concurso de disfraces. Pero el plato fuerte de la jornada se vivió ya caída la noche, con una Nueche en Danza que llenó de folklore la improvisada pista en la que se convirtió el teatro. Sonaron las panderetas dentro y fuera, donde una barra y un par de food trucks calmaban hambre y sed de los presentes bajo una carpa tan abarrotada como el espacio interior. Ni la lluvia ni el barro pudieron con las ganas, y ayer nadie quiso perderse ese pequeño gran proyecto que unos cuantos vecinos consiguieron sacar adelante y que regala a la zona un punto de encuentro y de celebración al que, vivido lo de anoche, le esperan largas noches de celebración.