«Uno, que también es director, cree que el centro de nuestros colegios es el alumnado, jamás una capilla»
Los centros educativos están llevando a cabo, durante las últimas semanas, jornadas de puertas abiertas. Unos días en donde se pretende acercar los colegios a la sociedad, engalanándose para convencer a las familias que sus instalaciones, sus profesionales y su alumnado configuran una verdadera comunidad educativa al servicio de la formación de las personas. Nuestra ciudad tiene grandes colegios para que las familias puedan elegir. Su manera de trabajar, sus metodologías, sus proyectos lo hacen posible. Aunque por cuestiones ideológicas siempre defenderé la educación universal, pública y gratuita como pilar básico de la sociedad, no quiero que se entienda este texto como una crítica hacia la educación concertada y hacia quienes en ella trabajan, pues forman parte de la red educativa de nuestra ciudad, pero sí quiero reflejar mis preguntas tras la llegada de la Fundación Educatio Servanda a Xixón.
Los borradores de la LOMLOE provocaron que actores educativos vinculados a la educación concertada saliesen a la calle a pedir su paralización con diversos argumentos que no correspondían con el texto que, en ese momento, estaba en tramitación. Con la nueva Ley, ya en vigor, existe libre elección de educación por parte de los padres y madres, no se eliminó la educación privada concertada, sigue siendo de las más altas de la Unión Europea, no se ataca a la lengua castellana sino que se garantizan derechos lingüísticos de las personas, no se cierran centros de Educación Especial, se impulsa la inclusión, no se enseña a masturbarse en Educación Infantil, habla de educación sexual, con cincuenta años de retraso en comparación con Europa, no elimina la religión en las aulas, sino que establece que la fe no determine la posibilidad de acceso a caminos formativos, no ataca la Constitución con su normativa y desarrollo, como así ha dictaminado recientemente el Tribunal Constitucional, avalando íntegramente la nueva ley educativa. La LOMLOE palía los graves defectos de la Ley Wert, habla de metodologías innovadoras, de situaciones de aprendizaje, de emprendimiento, de educación emocional y sexual, de igualdad, de inclusión, de valores cívicos y éticos. Una Ley que, desde el hoy, mira al mañana.
Las protestas contra esta gran innovación legislativa por parte de la educación privada subvencionada, reivindicando cambios en la misma (recordemos que se aceptaron más de trescientas enmiendas realizadas por partidos políticos, asociaciones y organizaciones educativas y sociales) fueron importantes en todo el país, aunque muy lejos de la marea verde que recorrió España en 2011 y 2012. En las manifestaciones contra una Ley progresista y con mentalidad de presente y futuro, una de las congregaciones más enérgicas, atada a los lazos y colores naranjas, fue Educatio Servanda, institución creada y presidida por Juan Carlos Corvera. La entidad, fundada por el empresario de la construcción, llega a nuestra ciudad tras alcanzar un acuerdo con el Arzobispado de Oviedo, generándome, con su venida, verdaderas preocupaciones sobre cómo va a llevar su importante cometido educativo, cómo va a llevar a cabo su labor, pues, por lo leído y escuchado de su presidente y cargos de la institución, hace que, al menos, me preocupe ante esas declaraciones que parecen desgranar un concepto de sociedad de presente y futuro alejado de mi pensamiento y cercano a un pasado oscuro. Unas preocupaciones que nunca he tenido con el resto de centros concertados de la ciudad que no segregan por sexo, ni se basan en el mismo pensamiento de la recién llegada. Una cosa es la base ideológica de la práctica totalidad de centros concertados de Xixón y otra la aparente fundamentación de Educatio Servanda. Nada que criticar lo primero, preocupante lo segundo, y mucho más dentro del ámbito educativo.
Ante la noticia producida hace pocos días, recordé una carta de bienvenida al curso 2016/17 por parte de un director (que se mantiene en su cargo) perteneciente a la Fundación. En ella, hablando de religiones e igualdad entre hombres y mujeres tenía frases como “En el fondo, el islam o la ideología de género no son más que otros programas humanos, (…) y son maquinaciones condenadas a la disolución y al fracaso». En su carta, parece dar a entender que legislaciones absurdas, como la Ley de Ideología de Género de la Comunidad de Madrid (estamos hablando de 2016), como él la llama, tiene parecido con el fanatismo terrorista. Recordé esa carta y me zambullí en las memorias de la Fundación de 2020 y 2021 para saber, pues el conocimiento permite mejor la reflexión. En ellas, se puede leer a otro director de un centro educativo “ahí fuera, en las escuelas, en las universidades, se encuentra el relativismo, un auténtico cáncer espiritual de nuestra sociedad”. Pero no solo me quedé en las letras de gerentes de colegios. Argüello, y vuelvo a remitirme a la memoria, en el Congreso de Familias y Docentes Católicos, organizado por la Fundación, situó el origen del ataque sistémico a la familia en el ateísmo mesiánico de los siglos XIX y XX, que daría lugar al ateísmo libertino actual y decadente, o la frase del mismo personaje de la memoria, “el ateísmo libertino actual genera individuos, que no personas”. Para quien no conozca al susodicho, lo explica después el mismo documento “(…) Luis Argüello, portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal Española. Era la persona idónea para protagonizar la ponencia marco del congreso, y su exposición lo ratificó”.
Las memorias, entre grandes frases sacadas de las cavernas, plasma el criterio de su presidente y fundador: “La escuela católica ha de ser radical, entendido esto en su acepción etimológica; todo director debe procurar que su colegio celebre una misa diaria, y que la capilla se erija en el centro de nuestros colegios…”. Uno, que también es director, cree que el centro de nuestros colegios es el alumnado, jamás una capilla.
La Fundación también habla en su memoria de igualdad. Entre los fundamentos del proyecto educativo establece: «Buscamos la educación integral de la persona desde una propuesta diferenciada en determinadas edades (primaria y secundaria) para responder mejor a las dimensiones específicas del desarrollo del varón y la mujer”. Siguiendo mi formación de gestor educativo, seguiré siempre buscando responder a las dimensiones específicas de cada persona, sea cual sea su sexo.
Sobre otras grandes aportaciones a la pedagogía y didáctica del siglo indeterminado, propongo la visualización de la intervención del presidente de la Fundación sobre el pin parental en Telemadrid. Esa intervención, sonriente y con barba angelical, me llevó a los infiernos del pasado más oscuro de nuestro país.
Por todo eso, me da pena y miedo que, en Gijón, en el barrio de Pumarín, un barrio diverso, de riqueza social, de arraigo asociativo, de un gran sentimiento de pertenencia, de carácter acogedor, venga ese pensamiento, esa forma de entender la sociedad, esa oscuridad que puede verse en declaraciones y escritos. Aunque tenga discrepancias con la educación privada subvencionada, tengo el respeto ante sus profesionales y su trabajo, como lo tengo ante la labor del colegio San Miguel, próximamente Juan Pablo II, y la Escuela Infantil San Eutiquio durante sus años de historia, pues también forman parte del barrio. Lo que no puedo hacer es sentir lo mismo ante quien ataca la igualdad, se basa en un único tipo de familia y vulnera derechos de todos y de todas, retrocediéndonos a mantillas y peinetas.
Estamos en jornadas de puertas abiertas, pues la educación abre ventanas. Hay maneras de pensar el mundo que las cierra.