Alejandro Luaces estará en el centro municipal de mayores del Coto y en la asociación vecinal Santiago con su proyecto en forma de taller musical ‘La vida sigue igual’
Alejandro Luaces Quesada, natural de El Entrego, es músico profesional con formación de Conservatorio y experiencia musical de muchos años, pero su verdadera vocación une esa gran pasión por la música con un propósito terapéutico. Vive desde hace mucho fuera de Asturia; se ha movido por distintos sitios de la geografía española como Canarias o Aragón y ahora mismo se encuentra en Francia. Cambia el suelo bajo sus pies aunque no su labor, como tampoco la guitarra que sujeta entre sus manos. En Lyon continúa con las iniciativas sociales que ya comenzó en nuestro país y que giran en torno a las personas de edad avanzada, el grupo social que según el asturiano sufre la «marginación social más silenciosa» en sus carnes desde las últimas décadas. Lleva la música a pequeños grupos de personas mayores para fomentar la vejez digna y los espacios de diversión, relacionalidad e intimidad de los que son privados aquellos que alcanzan determinada edad en un punto de su vida.
Su último proyecto, ‘La vida sigue igual’, le está haciendo parar en distintos puntos del continente europeo y algunos de ellos coinciden en Asturias. Hoy organiza un taller en el Centro municipal de mayores del Coto en colaboración con la Fundación Municipal de Servicios Sociales. Mañana será el turno para los vecinos de Nuevo Gijón, La Braña y Perchera, para quienes también rasgará las cuerdas gracias a la asociación vecinal de Santiago. Habla para miGijón con la alegría de aportar su pequeña parte en la región que es su casa, pero sin dejar de poner de relieve el hecho de que las experiencias que se prolongan en el tiempo las que marcan la diferencia. En Lyon, donde ahora reside, acude semanalmente a distintos domicilios y residencias en los que logra desarrollar ese modelo de atención integral centrado en la persona ampliamente defendido en el ámbito clínico ahora y que persigue la consecución de mejoras en todos los ámbitos de la calidad de vida y el bienestar del individuo centrándose en la persona, y donde el respeto pleno a su dignidad, su gusto, intereses y preferencias, están en el centro del servicio, además de buscar su implicación y participación efectiva. Mañana estará en Infiesto y Carancos (Nava), y el miércoles será el turno de Avilés.
«Cada día lo social va a cobrar mas valor en lo sanitario y habrá que crear proyectos que a priori puedan parecer sociales pero funcionan como activos de salud; ese es el camino para reestablecer una vejez digna, para que se respete y se tenga de nuevo en cuenta a la persona»
– ¿En qué consiste la labor que lleváis a cabo los responsables del proyecto ‘La vida sigue igual’?
Lo llevamos a todo tipo de instituciones de todos los lugares por los que pasamos, en este caso durante la visita a Gijón, han sido la Fundación Municipal de Servicios Sociales y la asociación de vecinos de Santiago. En esta gira llevo las actuaciones a cabo yo solo, aunque otros proyectos anteriores los hayamos coordinado con todo el equipo. En este caso, es un taller-concierto pensado para personas mayores de 60 años en el que buscamos que la música juegue un papel como actor de salud comunitaria. Nos gusta trabajar con grupos de entre 30 a 45 personas y crear espacios pequeños de tal manera que haya un ambiente cálido y cada uno se sienta cómodo. Al final, una mayoría de personas en el taller acaba participando con normalidad. Durante una hora, hacemos un recorrido emocional, personal, musical y participativo con canciones desde finales del siglo XIX, con alguna habanera, hasta los años 50 y 60, haciendo que el repertorio se corresponda con los años de juventud de las personas en el taller. Surge de todo; tangos, coplas, pasodobles, mucha música tradicional… Nos piden canciones, mucha ranchera, corridos, incluso llega hasta los 70 con pop, rock… Creamos una atmósfera dinámica, no es un concierto en el que se mantienen como oyentes pasivos, buscamos que todo el mundo tenga su espacio.
– Después de más de 12 años llevando a cabo este tipo de experiencias, ¿Qué reacciones afloran en los oyentes?
Lo más importante que vemos en esta dinámica es que la capacidad de la música como generadora de emociones y herramienta transformadora de los espacios sigue más vigente que nunca, porque aunque cada persona responda de maneras diferentes, la emoción está a la orden del día. La alegría y la satisfacción también es el sentimiento principal que se respira en los conciertos. Además, aunque busquemos aflorar la emoción y que a cada persona le traspase la música a su manera, siempre intentamos cerrar los últimos 5 minutos del taller a temas muy alegres para que se vayan con un buen sabor de boca. Por el camino aparecen boleros como ‘La historia de un amor’, o ‘Madrecita’, que habla del recuerdo a una madre y en muchos casos hace que asocien a su propia vivencia familiar o incluso a alguna pareja sentimental, o la experiencia en la crianza de los hijos. Sí que es verdad que al principio cuesta arrancar, aunque partamos del espacio del concierto como un lugar muy amable, pero en unos minutos la gente acaba cantando y bailando siempre. Sobre todo si son talleres que se mantienen en el tiempo, porque el objetivo principal de estas jornadas, de hecho, es organizarlas con regularidad, semanalmente, como hacemos en Francia.
«La impostura en las personas mayores es algo que está prácticamente desechado, no hay esos tabúes del qué dirán o qué pensarán»
– ¿Emocionarse gana honestidad con la edad?
Una cosa que vemos que resulta muy común es que la impostura en las personas mayores es algo que está prácticamente desechado, no hay esos tabúes del qué dirán o qué pensarán. Sí que por supuesto se nota una diferencia entre las mujeres y los hombres, ellas saben expresarse con mucha más naturalidad y de manera más genuina. Pero en general, ver eso en ellos es una de las cosas que a mí me está ayudando más a desquitarme de esos valores con los que convivimos en la sociedad actual, con esa obsesión que tenemos por la estética, la apariencia y el Yo en general. Aprender de sus comportamientos nos enseña mucho sobre la pérdida de esas imposturas y la importancia de lo comunitario, de lo compartido.
– ¿De dónde surge esa atención particular por las condiciones de vida de las personas mayores?
Mi formación es musical, de Conservatorio, y soy maestro de Educación Musical, profesor de enseñanza secundaria y profesor superior de Conservatorio, y también posgraduado en Salud Mental Colectiva y en Intervención en Contextos Marginales. O sea siempre he estado en el mundo de la enseñanza vinculado a la música. Poco a poco fui encontrándome de forma paralela con el mundo de los mayores como gaitero y músico popular. Toco la gaita y toqué con muchas personas mayores. Fue casi un descubrimiento, viendo la necesidad de las personas mayores, su necesidad de socializar y de estar en contacto con personas de otras edades. Y viendo todo esto y el rol de la música en estructuras comunitarias y como generadora de salud, en comunidades vecinales, en dinámicas de grupo… Pues me encontré tocando la guitarra primero como voluntario y en este contexto vi que la respuesta era tremendamente positiva.
– La premisa básica de sus proyectos consiste en reivindicar una vejez digna y un cambio en las condiciones de la soledad no deseada tan extendida en este grupo de edad, la vida en las residencias… Asturias es una de las regiones más envejecidas de Europa y se estima que dentro de unas décadas, España y otros países europeos tendrán que crear nuevos modelos socioeconómicos en base a una población mayoritariamente anciana. ¿En qué debería consistir este cambio a nivel social y asistencial?
No estamos a la altura de lo que las personas mayores nos demandan, que son unos mínimos de trato humano y eso incluye la parte relacional y social. No vamos a poder cubrir las demandas que ya tienen solo con más profesionales y más dotación presupuestaria, porque lo que piden tener a su gente cerca, seguir compartiendo la vida con ellos. Tenemos que generar cambios estructurales en estos modelos de relación con la gente mayor, que vaya hasta los convenios laborales, que hasta hace poco nunca se hablaba de las personas mayores, los cuidados y los espacios de convivencia en conversaciones sobre cambios en convenios laborales. Tenemos que cambiar los modelos de consumo, generamos dinámicas que son totalmente superfluas, en vez de potenciar las relaciones afectivas y el establecimiento de vínculos reales con este grupo de personas. También hay que hacer un replanteamiento en lo sanitario, cada día lo social va a cobrar mas valor en lo sanitario, ensamblar proyectos que a priori pueden parecer sociales y buscar el encaje como activos de salud tiene que ser uno de los caminos importantes para restablecer la vejez digna, para que se vuelva a respetar y a tener en cuenta a la persona, no solo al individuo aislado de la sociedad por ser mayor. Hay que tener en cuenta la historia de vida de las personas mayores y respetar y recuperar su cultura. También es importante destacar que hay tantas vejeces como personas. No es lo mismo vivir una vejez con una pensión mínima y en una pobreza estructural en la que vive mucha gente mayor, que vivir una vejez con una jubilación máxima y con muchos recursos relacionales, sociales, con mucho acceso a información, etc. Es decir, que se trate de reducir la vejez solo a los recursos materiales es de un reduccionismo que ya no nos podemos permitir, hay que tener en cuenta todos los determinantes sociales que reconceptualizarán una nueva manera de vivir a edades avanzadas.