El proyecto aprobado por el Ayuntamiento garantizaba una salida independiente a la rotonda, pero el vial vecinal ha acabado integrándose en el tráfico del centro comercial sin previo aviso

La presidenta de la Asociación de Vecinos de Porceyo, Marta Martínez, ha denunciado públicamente la “situación de caos circulatorio y descontrol urbanístico” que vive la parroquia desde la ampliación del centro comercial Alcampo y la apertura de nuevos negocios en su entorno. Martínez advierte de que la reorganización del tráfico “no solo perjudica a los vecinos”, sino que “afectará a todos los usuarios que acceden a Gijón por esa zona”, especialmente cuando se inauguren los nuevos establecimientos proyectados.
“Esto es insostenible. Han dejado un solo carril de salida para más de mil plazas de aparcamiento. En Navidad, las caravanas van a llegar a Gijón”, lamenta la portavoz vecinal, que asegura haber trasladado su preocupación al Ayuntamiento de Gijón.
Según relata Martínez, el conflicto se remonta a hace años, cuando se construyó el Alcampo a las afueras de la ciudad, en una zona entonces sin apenas desarrollo urbanístico. “Cuando llegó Alcampo, allí no había nada. Ni el Nuevo Gijón ni el Corte Inglés existían. Después, con la ampliación del polígono de La Vega, el centro comercial fue creciendo y poco a poco nos fueron limitando los accesos al pueblo”, recuerda.
La presidenta subraya que el camino de acceso a Porceyo —una vía pública abierta hace más de medio siglo— “siempre fue nuestra entrada y salida natural”, construida “con aportaciones de los vecinos y fondos municipales”. “Hace unos quince años ya tuvimos que enfrentarnos a Alcampo porque intentaron apropiarse de ese camino. Les dijimos que no, que era público, y que los vecinos teníamos prioridad”, afirma.
Esa situación se agravó con la reciente ampliación del complejo comercial. “Nos enteramos por la prensa, cuando publicaron un dibujo muy bonito de cómo iba a quedar. En los planos se nos dijo que nuestra entrada quedaría igual y que la salida sería independiente, directamente a la rotonda del Alcampo. Pero eso no se cumplió”, señala Martínez. “El proyecto original contemplaba que el vial de Porceyo estuviese totalmente separado del tráfico del centro comercial. Sin embargo, hoy comparten el mismo carril. Y lo peor es que han borrado una línea continua que delimitaba ambos sentidos para pintar una discontinua, sin permiso y sin que nadie sepa quién lo ordenó”.
Martínez asegura que, al detectar el cambio, avisó al Ayuntamiento. “Llamé el viernes por la tarde al concejal y me confirmaron el lunes que nadie sabía nada. Ni Obras Públicas ni Movilidad. Alguien lo hizo de forma unilateral”, sostiene.
La modificación de la señalización no es el único problema. La dirigente vecinal enumera una larga lista de deficiencias: “Han desplazado la parada del autobús y ahora los vehículos tienen que detenerse en plena vía de salida del pueblo, cada veinte minutos, justo donde se cruzan los coches que van al Alcampo y los que salen de Porceyo. Además, hay dos pasos de peatones mal ubicados, muy cerca del cruce, y los nuevos locales no tienen aparcamiento. Así que los clientes aparcan en Alcampo y cruzan caminando. Es un despropósito”.
A ello se suma, añade, la inseguridad jurídica. “Nadie sabe si las señales que hay dentro del recinto privado del centro comercial están bajo la competencia del Ayuntamiento o no. Si hay un accidente entre un coche que sale de un vial público y otro que sale de Alcampo, ¿quién interviene? ¿La Policía Local o la Guardia Civil? Es una mezcla de terrenos públicos y privados sin delimitación clara. Algún día va a pasar algo grave”, advierte.
El problema, explica, se extenderá con las nuevas aperturas comerciales previstas en la zona. “La entrada y salida también van a ser por la misma rotonda. Y si ya hay atascos ahora, imagina dentro de unos meses. Desde la rotonda de abajo hasta la autovía hay apenas quinientos metros de vía de servicio. Eso se va a colapsar”, vaticina.
Pese a todo, Martínez insiste en que los vecinos no se oponen al desarrollo económico. “Yo nunca me he opuesto al progreso. Pero lo que no vamos a permitir es perder lo que siempre fue nuestro. No puede ser que el grande pase por encima del pequeño. Lo único que pedimos es respeto, planificación y seguridad”.
La presidenta vecinal cree que la solución debe ser fruto del diálogo entre las partes. “Hay que sentarse Ayuntamiento, Principado, centro comercial y vecinos. Lo hecho, hecho está, pero todavía se pueden estudiar medidas para mejorar la circulación y garantizar que nuestro vial siga siendo público e independiente”.
Mientras tanto, la Asociación de Vecinos seguirá vigilante. “El Ayuntamiento ya sabe lo que hay. Si a un vecino le exigen cumplir las condiciones de su licencia, también deben exigirlo a una gran empresa. Por nuestra parte, vamos a esperar unos días, pero si no se toman medidas, daremos nuevos pasos. Porceyo no va a quedarse callado”, concluye Marta Martínez.