Rafael Velasco, presidente de la Federación Asturiana Memoria y República (FAMYR): «Ese monumento se podría quitar de ahí, y si el colegio lo quiere poner dentro, que lo ponga, y que la Administración valore si debe seguir concertando y financiando a un colegio que quiere tener un monumento franquista en su interior»
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Rafael Velasco, abogado gijonés, es presidente de la Federación Asturiana Memoria y República (FAMYR), ahora muy implicada, en Gijón, en la reclamación de retirada del monumento a los «Héroes del Simancas», que en el Colegio de la Inmaculada homenajea a los sublevados que allá se atrincheraron en 1936, asediados por las fuerzas leales a la República. En esta entrevista, repasa esa y otras reivindicaciones gijonesa en materia de memoria histórica y la relación de las asociaciones memorialistas con el Gobierno municipal.
¿En qué punto está la reivindicación de las asociaciones de memoria histórica de la retirada del monumento a los así llamados Héroes del Simancas, en el actual Colegio de la Inmaculada?
Lo que es en el tema administrativo, está parado. Por lo menos, nosotros no tenemos constancia de ningún cambio. En su momento, en verano de 2024, presentamos las reclamaciones oportunas tanto al Ayuntamiento de Gijón como a la Dirección General de Memoria Democrática de Asturias, pero —en una práctica administrativa absolutamente irregular, a mi entender— ninguno de los dos organismos nos comunicó nada por escrito, ni siquiera un acuse de recibo. Lo que sabemos, lo sabemos por informaciones indirectas y declaraciones de prensa en las que se decía que se estaba tramitando el tema y buscando una solución. De momento, el monumento sigue ahí y no hay ningún plan encima de la mesa que nosotros conozcamos. Nos indigna bastante, por un lado por el hecho en sí de que eso siga ahí después de tantos años y de dos leyes de memoria democrática —2007 y 2022—, más la asturiana de 2019, que exigían de forma muy clara su eliminación. Por otro, nos causa perplejidad y cabreo que en esas declaraciones de prensa se indique que hay que ser muy escrupulosos en el tema legal, para evitar que sectores de la derecha que están dando la batalla contra eso la puedan dar, para conseguir que no puedan recurrir; pero no se tenga esa corrección administrativa para actuar con respecto a nosotros, contestando a nuestras reclamaciones.
Se ha planteado la posibilidad de dejar el monumento intacto, pero colocar una placa que lo contextualice. ¿Sería satisfactoria para FAMYR?
Nosotros podemos entender que haya preocupación por el valor artístico de la obra. Un valor discutible, porque ese monumento, ni el Principado lo ha declarado Bien de Interés Cultural, ni el Ayuntamiento lo tenía como protegido, y en las reseñas de la obra de su autor no suele aparecer como uno de sus monumentos destacados. Pero bueno, podemos entender que haya que tener eso en cuenta a la hora de dar una solución al monumento. Nosotros en ningún momento planteamos su destrucción, sino solo su retirada de la exposición pública, que es lo que marca la ley. Ese monumento se podría quitar de ahí, y si el colegio lo quiere poner dentro, que lo ponga, y que la Administración del Principado valore si debe seguir concertando y financiando a un colegio que quiere tener un monumento franquista en su interior, pero ese es otro debate. Nosotros solo pedimos la retirada, y si nos plantearan un proyecto serio de resignificación —y hoy no lo hay, o lo desconocemos—, un proyecto que implique una modificación de textos, del contenido artístico de la obra, etcétera, también lo podríamos valorar. Pero resignificar no es poner ahí una plaquita que diga que este momento se levantó en el año tal por una campaña en homenaje a los sublevados no nos basta, no. Más allá de la placa, seguiría habiendo en el espacio público un homenaje monumental a unos golpistas, que tiene ese objeto y no otro: no hay más que ver los nodos de su inauguración que circulan en redes para saberlo. Y si algún homenaje tiene que haber en la ciudad, nosotros entendemos que tiene que hacerse a los ciudadanos y cuerpos de seguridad de Gijón que fueron a rodear ese lugar y a reprimir a los golpistas que se habían atrincherado ahí.
¿Qué otras reivindicaciones en materia de memoria histórica tienen en el concejo?
A nivel de simbología perduran básicamente dos cosas. Por un lado, una residencia militar en El Coto que sigue teniendo el nombre de uno de los golpistas de 1936, el coronel Gallegos. Depende del Ministerio de Defensa, es verdad, pero nosotros entendemos que tendría que cambiarse ese nombre y nosotros, en su momento, planteamos que, ya que era una residencia militar, y si se quiere mantener el nombre de un militar, pudiera llevar el de Rafael del Riego, que fue un militar liberal, vinculado a la historia del pensamiento progresista y democrático en este país.
¿Cuál es la otra reivindicación?
Nos preocupa la pervivencia de las placas del antiguo Instituto Nacional de la Vivienda en una inmensa cantidad de comunidades de propietarios. En algunas se han ido eliminando, fruto de obras o de la voluntad de los vecinos, pero aún perduran en muchos barrios de Gijón, y creemos que, con la ley en la mano, tanto el Ayuntamiento como subsidiariamente el Principado deberían eliminarlas de una puñetera vez. Los plazos de la ley asturiana de 2019 están cumplidos desde 2020, porque, si no me equivoco, se daba un año para que esas placas se eliminasen, y no se han eliminado. Por otro lado, sigue sin constituirse el Consejo de la Memoria, ni en Asturias, ni en Gijón, y es algo absolutamente incomprensible.
Iba a preguntarle seguidamente por ello.
En la legislatura anterior, mientras fue concejal de Memoria Alberto Ferrao, había un acuerdo de constitución de ese consejo que se había conseguido en la negociación con Podemos de los presupuestos. Después el texto se había, si no consensuado, sí discutido con las organizaciones de memoria. Tuvimos varias reuniones y aportamos algunas modificaciones y demás. Pero la corporación anterior, en cuatro años, no lo aprobó, y la actual sigue sin aprobarlo, incluso cuando ha habido alguna reunión con la concejala que lleva el tema, Montserrat López. Para nosotros, la constitución del Consejo tiene su importancia, porque desde ahí se podrían articular políticas de memoria orientadas a una labor pedagógica en la sociedad de Gijón, diseñadas de común acuerdo con las asociaciones.
Hay unos paneles guardados en un almacén desde hace más de una década cuyo ocultamiento también les indigna, si no me equivoco.
Treinta paneles, sí, encargados, elaborados y pagados con dinero público durante el último mandato de Paz Fernández Felgueroso como alcaldesa y de Jesús Montes Estrada como concejal, hace, efectivamente, trece o catorce años. Se iban a colocar en distintas zonas de la ciudad, informando de acontecimientos o situaciones relativas a la memoria democrática: uno en el sitio en el que estuvo la sede el Consejo Soberano de Asturias y León, otro allá donde se produjeron los bombardeos del Cervera…Pero sí: duermen el sueño de los justos en un almacén municipal porque ni la corporación anterior, ni la actual, ni las dos anteriores de Foro, han hecho nada para colocarlos.
¿Qué tal es su relación con Foro, un partido que procura exhibir una imagen centrista y no agresivamente derechista?
Podríamos llamarla «cordial». Ha habido alguna reunión con la concejala de Memoria, que es verdad que muestra una mayor sensibilidad hacia estos temas —y ya lo hizo en su anterior mandato— que otros sectores de su propio partido y de la mayoría gobernante. El Ayuntamiento gobernado por Foro ha subvencionado, por ejemplo, la publicación de un libro de Pablo Alcántara que saldrá este mes, sobre los bombardeos de la Legión Cóndor en Asturias. Pero falta una política de memoria organizada, planificada, con medios suficientes y continuidad en el tiempo. En esta legislatura incluso se nota que avanzan menos, no sé si porque hay sectores de su propio partido que se han radicalizado hacia la derecha, como expresa la votación del otro día en la que el concejal Pelayo Barcia se desmarcó en el tema del aborto. Evidentemente, también hay un condicionamiento mayor que en el anterior mandato de Foro por parte del Partido Popular y de Vox; de los dos voxes, el oficial y el del tránsfuga. Todo eso condiciona. También echamos de menos una implicación mayor del Ayuntamiento en rechazar y condenar y combatir las expresiones racistas, xenófobas y fascistas que empieza a haber en la ciudad.
Esa muchedumbre cantando el Cara al sol frente al monumento al Simancas el verano pasado…
Sí, pero también la tolerancia que sigue habiendo, en un estadio público como El Molinón, a la presencia de una banda de fascistas como Ultra Boys. También falta trabajo sistemático en honrar a las víctimas del franquismo en Gijón. Se podría hacer mucho más. Tenemos sitios como el refugio de Cimavilla donde no acaba de ponerse en marcha el cartel que había previsto; o lo que queda de la cárcel del Coto, por la que pasaron millares de gijoneses detenidos durante el franquismo, pero donde no se ha logrado que eso se convierta en un lugar de memoria adecuado. Son cosas que se podrían hacer con poco o nulo esfuerzo económico y que no se hacen. Con el Simancas también nos dicen, es la excusa, que el Ayuntamiento no tiene competencias para eso, pero nosotros solo les pedíamos un pronunciamiento público en favor de que eso se eliminase, y eso, esa presión política desde el Ayuntamiento para que eso se haga, no se produjo. Al final, el problema es que no sienten realmente que ciertas cosas son una afrenta a las víctimas. No lo ven así y por eso su compromiso es muy puntual.
En los actos de memoria histórica que ustedes organizan en Gijón, ¿han tenido alguna vez algún problema con abucheadores, agresores…?
Hasta el momento, no. Sabemos que otras asociaciones (partidos políticos como el PSOE o Podemos en sus sedes, colectivos contra la violencia de género cuando hacen concentraciones en el Humedal…) sí han tenido problemas, pero nosotros no. Extremamos la vigilancia pese a todo. Fuera de Gijón sí hemos tenido ataques: por ejemplo, contra el monumento que hay en El Mazucu, donde año a año hacemos el acto vascoasturiano de homenaje a los que allí lucharon, y tenemos que gastar dinero en reponer la placa y repintar aquello porque lo han intentado tirar varias veces y, aunque no lo han logrado, sí que han dejado deformado el monumento.
Termino preguntándole por un problema que a veces se asocia a los colectivos memorialistas: una actividad que acaba consistiendo más en preservar las cenizas que en mantener encendida la llama, por usar los términos de una bella frase de Jean Jaurès sobre lo que la tradición debe ser y no ser. A veces se percibe una cierta incapacidad para conectar el homenaje a los mártires del pasado con las reivindicaciones del presente, y la honra a los muertos acaba convertida en una perpetuación de una derrota que parece entenderse como irreversible. ¿Les preocupa eso?
Sí, totalmente, y, desde nuestra modestia y nuestra capacidad limitada, hacemos lo que podemos contra ello. Siempre entendimos que la memoria democrática era una vacuna frente a la involución y el avance de los fascismos y un instrumento para el cuestionamiento de las bases del régimen actual y el avance hacia un modelo republicano. Nosotros, en nuestro mismo nombre, vinculamos claramente la lucha por la memoria y la lucha por la República. Creemos que el mejor homenaje que podemos hacer a estas personas que sufrieron represión, muerte y cárcel es continuar reivindicando sus ideas, y trabajar por que se produzca un cambio social y político a partir de ellas. Por mucho que algunos se empeñen en decir que luchaban por una Constitución como la actual o un marco político como el actual, eso no es así. Y nosotros procuramos alimentar movilizaciones que nos saquen un poco de lo que podríamos llamar el catorceabrilismo, que es juntarse el 14 de abril a hacer algunas cosas, básicamente en los cementerios y no en otros lugares más apropiados que esos, porque el 14 de abril fue una primavera de esperanza y no un Día de Difuntos. A veces nos sentimos minoritarios en el espacio del movimiento memorialista en general y del asturiano en particular, pero siempre intentamos situar este tema que nos parece fundamental.