La ‘número dos’ de Izquierda Unida en el Ayuntamiento reflexiona sobre la situación de la ciudad, y sobre su larga trayectoria de militancia directa en favor de «todas aquellas causas que sean justas»
En 2019, un año que puede parecer lejano pese a su razonable proximidad en el tiempo, la llegada como independiente de Noelia Ordieres Buarfa-Mohamed (Llanes, 1985) a la candidatura de Izquierda Unida (IU) al Ayuntamiento de Gijón se convirtió en una de las grandes revoluciones del panorama político municipal. Joven, dinámica, comprometida con un buen número de causas sociales, Ordieres, como su compañera de incorporación Noelia Blanco, y al igual que el ahora líder local del partido, Javier Suárez Llana, representaba, y aún lo hace, a una nueva hornada de aspirantes jóvenes, conocedores y conscientes de la realidad del momento presente. Sin embargo, la trayectoria política de esta trabajadora social empleada en Cruz Roja, que ha hecho de la defensa de los derechos del paciente al final de su vida su gran cruzada personal, se remonta a muchos años atrás. Concretamente, a sus días de colegio en Ribadesella, cuando comenzó a forjar la militancia combativa que la ha convertido en la voz más intensa de la bancada de la oposición gijonesa. Una trayectoria que desgrana con miGijón, sin apartar la vista de la que hoy, desde su posición de concejala y ‘número dos’ de IU, es su principal preocupación: que la entrada de Vox en el Consistorio pueda llegar a hacer realidad el proclamado temor a que los ciudadanos pierdan derechos.
Ciudadana, trabajadora, madre, militante, política… ¿Quién es Noelia Ordieres?
Ante todo, soy una militante convencida de las causas justas. Toda mi vida he participado en política activa, seguramente desde que fui por primera vez delegada de clase, en 6º de Primaria. Morir dignamente es una de mis banderas, la que más defiendo y la que más me hizo desarrollarme, pero también lo es el movimiento LGTBI, al que considero mi casa y el espacio donde más segura me siento, y en el que más he aprendido y compartido; o la lucha por el pueblo saharaui. Y, como soy una persona muy inquieta, al final siempre buscas esos espacios que reivindicar, por los que pelear. En aquel lugar en el que he estado en cada momento de mi vida me ha gustado participar en aquello que me parecía justo, y a lo que podía aportar. Porque, al final, si todas aportamos un poco, estoy segura de que podemos construir una sociedad mejor y, por descontado, un Xixón mejor. Es cuestión de voluntad.
Dicho así, parece que la política de partido era la consecuencia lógica de ese proceso evolutivo… ¿Aunque no es demasiado, con todo los frentes que ya tiene abiertos?
Es una de las frases que más he escuchado, «¿No tienes bastante?». Y que conste que yo no tenía ninguna vinculación con IU. Entré como independiente, y porque Javier (Suárez Llana) contactó conmigo por redes sociales, porque ni tenía mi teléfono. Habíamos coincidido en espacios universitarios, y culturales y sociales de la ciudad, y ese día me dijo que existía este proyecto, en el que le gustaría que participara. Y todavía no he aprendido a decir que no.
¿Qué le ofreció?
Me propuso contribuir a elaborar el programa electoral, algo que me parece interesantísimo. Aparte, no tengo que pensarme ninguna posición de las que defiendo, no debo hacer un esfuerzo, y eso me da mucha tranquilidad. Y lo hice también porque no tenía ninguna intención de ir más arriba. Estás aquí, en un sitio del que sabes que no te vas a mover, y colaboras, de alguna manera, en un proyecto político que, al margen de los actores del momento, aporta.
Sin embargo, también pasó por las filas del PSOE…
Cierto. Yo empecé en las Juventudes Socialistas, de las que guardo un maravilloso recuerdo, pero hay ciertos postulados que te hacen tener una posición disruptiva, así que decidí apartarme de ahí. Es una cuestión personal, ética y, ahora, política.
«Creo que no existe nadie en el Ayuntamiento que tenga la capacidad de esfuerzo de Javier Suárez Llana; me arrastra a mí, pero nos lo pasamos bien»
¿Qué tal es trabajar con Javier Suárez Llana?
Tenemos una relación excelente, de mucha complicidad, y muy sana y segura. Si un día tengo que decirle que se vaya a la porra, se lo digo, y sin problema. Hay total sinceridad y, efectivamente, tenemos formas de entender la política, pero muy complementarias.
Se lo preguntaré de otro modo: ¿es fácil o difícil ser su mano derecha?
Con el nivel de exigencia que tiene… Soy una persona muy autoexigente con lo que hago, pero el suyo es mucho mayor. Y es una persona trabajadora hasta la saciedad. Puedes estar o no políticamente de acuerdo con él, pero su capacidad de trabajo y de implicación… Creo que no existe nadie en el Ayuntamiento ahora que tenga ese grado de esfuerzo. Y eso me arrastra a mí, porque me siento constantemente obligada a seguirle la estela. Pero tenemos muy buena relación y, aparte de hacer política seria, nos lo pasamos bien.
Por su juventud, en los comicios del 26 de mayo recayó sobre usted, al igual que sobre Suárez Llana, cierto deber de liderar un cambio político en la ciudad. ¿Sintió, o todavía siente, esa presión?
Sí. Sabíamos la posición de partida y las metas a alcanzar. Y yo sentía mucha responsabilidad porque el objetivo principal, de alguna manera, era reforzar el equipo que ya había. Pensaba «Bueno, de repente los focos están puestos en que yo salga de concejala». Y sentía esa responsabilidad, muy grande, por la confianza depositada en mí por la organización; nunca estaré lo suficientemente agradecida de que un grupo como IU haya acudido a mí. Pero la presión no era sólo por eso. Me involucro mucho en los proyectos en los que participo, y no quiero que la gente se sienta defraudada. Eso, probablemente, sea lo más complejo de la política, porque siempre habrá posicionamientos y defensas que, si no están bien explicadas, propiciarán que alguien piense que no lo estamos haciendo bien. Lo que más me preocupa es cumplir con lo que la gente que te vota, esas 11.000 personas, esperan de ti. Y es lo más complejo, porque la política está muy contamidada.
¿A qué se refiere conque «la política está muy contaminada»?
A que hay un discurso negativo sobre la política y las personas que se dedican a ella, interesado por la derecha y por la extrema derecha. Yo defiendo a la clase política honesta, de la que forma parte un porcentaje altísimo de personas en nuestro país. Pero cuando el discurso se centra en los odiadores, eso multiplica la presión. Cualquier cosa que, aunque no la hayas hecho, se crea que has hecho, puede ser un foco de conflicto. Lo vimos en el mandato de Ana González como alcaldesa; fue tal la presión sobre su equipo, que llegamos a ver algo inédito en Gijón: que a nuestro concejal, Aurelio Martín, le insultaban por la calle. Dicho esto, mientras esté la derecha en el Ayuntamiento, defenderemos nuestros postulados con la mayor fuerza posible.
Han pasado pocos meses desde el cambio de gobierno, cierto, pero… ¿Ha podido tomarle un pulso preliminar a la realidad política local?
El tripartito ha cumplido de manera férrea sus grandes promesas electorales. Sólo nos falta que se pongan a excavar en el Muro. Lo que vamos a ver es un retroceso en la vanguardia de Gijón en cuanto a ciudad el siglo XXI. Lo acabamos de comprobar con los aparcamientos del Natahoyo, con la reconversión del Muro o con la congelación de tasas. De hecho acaban de manifestar los problemas económicos que tiene la EMULSA, y hay que hacer un estudio para subir las tasas y mantener la viabilidad de la empresa, pero no hacen lo mismo con el resto de la estructura municipal. Y si un Ayuntamiento no es capaz de revisar las tasas y de ajustarlas a la subida del IPC, eso lo pone en peligro. No es cuestión de subir impuestos de manera abusiva, pero tenemos una de las ciudades de España con mejores empresas públicas, y mantener eso siempre requiere un esfuerzo económico. ¿Qué puede suponer que el equipo de Carmen Moriyón sigua su línea actual? Que, al acabar el mandato, nos encontremos esas empresas en situaciones económicas difíciles. Y cuando el inicio del mandato es este, marcado por iniciativas muy ideológicas, lo que nos puede esperar en la ciudad son cuatro años de letargo.
«Yo estaba el día que Moriyón prometió que no iba a pactar con Vox. Me lo creí, y una buena parte de la ciudad, también»
¿Se esperaba que Moriyón le tendiese la mano a Vox para formar gobierno?
No se lo esperaba Noelia, la persona que cree en la palabra por encima de todo, porque yo estaba el día que Moriyón prometió que no iba a pactar con Vox. Como tengo una fe ciega en el ser humano, me lo creí, y es evidente que una parte muy importante de la ciudad también se lo creyó, porque la gente no votó a Foro, sino a Carmen Moriyón. Lo saben hasta ellos. Y eso puede parecer lo mismo, pero no lo es. Así que el pacto con Vox es uno de esos pequeños actos que te hacen perder un poco la esperanza en el ser humano. Carmen se podría haber ido a la oposición, igual que el PP, sin tener que asumir el monstruo de la extrema derecha dándote la mano todos los días en el despacho. Ahora bien, también entiendo esa parte de que el juego de la política es súper perverso y extremadamente complejo, pero, videntemente, yo nunca lo haría. Prefiero no renunciar a mis principios y perder, que ganar a toda costa.
En el Pleno de septiembre el gobierno echó por tierra su propuesta de equiparación y mejora de la realidad de los clubes deportivos femeninos de Gijón. También eso debió sorprenderle; así lo manifestó durante la sesión.
Es verdad, también eso me sorprendió. Siempre va a haber propuestas que sean ideológicas y rechazadas, pero la mayor parte de nuestras propuestas son lógicas, de puro sentido común. Y que se tumbe una propuesta por el mero hecho de que la lance IU me parece de ser muy cortos de miras, además de un negacionismo que, ahora mismo, no nos podemos permitir. Lo dije en el Pleno: no es una petición nuestra, sino de los propios equipos femeninos de la ciudad. No nos dijeron que no a nosotros, sino a ellos. El mensaje del Ayuntamiento fue que no tiene ningún interés en sentarse con esas deportistas para negociar sus políticas concretas.
¿Cree que, de no estar Vox en el gobierno, el resultado habría sido otro?
No lo sé. Alegaron en contra una propuesta de enmienda del PP en la que se pedía que en la misma mesa de negociación se sentasen también los equipos masculinos. Me parece desconcertante… Y todavía me preguntan si vamos a votar a favor de la enmienda. Así que, en este caso, es claramente el PP el que no tenía ningún interés en aprobar esta posición, pero pienso que, en otras circunstancias, Foro sí hubiese apoyado la propuesta.
Mencionó antes su compromiso con el colectivo LGTBI, y el miedo a una potencial pérdida de derechos del mismo fue otra de sus banderas durante la campaña electoral. A la vista de la situación presente, ¿realmente cree que hay un peligro en ese sentido?
De entrada, al gobierno de Moriyón le interesa tener a los de Vox callados y en una esquina. Lo que se constató en la ciudad es que, al mes de haber entrado en el gobierno Vox, el 100% de los movimientos sociales y culturales de la ciudad salieron a la calle. Creo que es una lección aprendida, y lo único que debería hacer Carmen para defender los derechos LGTB, como los del movimiento feminista, es echar a Vox del gobierno. Es la única medida que puede paliar la situación de inseguridad en la que nos encontramos ahora. Si das cabida a ese tipo de fuerzas, legitimas el discurso que ellos defienden, y siento que sea así. Compartí espacio en el Orgullín con Carmen, asistí al homenaje que se le hizo por dar su apoyo desde un partido de centro derecha al colectivo… Con esos antecedentes, es normal que ahora tenga al movimiento en contra.
De hecho, de Vox se dice que está siendo el gran ausente en las sesiones plenarias. No proponen, no rebaten…
Hay una consigna en el gobierno de mantenerlos callados todo el tiempo que se pueda, porque cada vez que abren la boca en defensa de los postulados de la extrema derecha, Moriyón no sabe dónde meterse. Lo vimos en la declaración institucional de apoyo a la Selección Femenina de Fútbol, cuando la alcaldesa pidió que se repitiese en voz alta quiénes votaron a favor. Eso es marcar que no son lo mismo, pero los tienes durmiendo en tu casa. Y si tus relaciones son tóxicas, mejor acabar con ellas. No porque las silencies desaparecen.
De todos modos, suficiente voz está teniendo por sí mismo el tándem que forman Foro y el PP. Sin ir más lejos, esta semana el presidente del Principado, Adrián Barbón, se comprometió a estudiar la viabilidad del proyecto de Moriyón para el ‘Solarón’.
En el ‘Solarón’ no entendemos otra cosa que no sea un espacio verde con equipamientos deportivos y lúdicos para la ciudadanía de Gijón. Además, es la imagen de la que creemos que se debe empapar el turismo cuando llegue a la futura estación que esperamos tener, y necesitamos otro espacio verde importante en la ciudad. Es verdad que agradecemos que Carmen y Foro se hayan venido a esta parte, con su intención de construir un gran parque, porque ya sabemos lo que defendieron en otros momentos. Alega que atiende a la ciudadanía y, reitero, le agradecemos que cambiase el proyecto. Luego veremos en qué acaba esa negociación con sus dos fuerzas hermanas, que tenían una idea totalmente distinta: favorecer la especulación urbanística.
Sobre el tapete está también el futuro de Naval Gijón. ¿Cuál es su punto de vista?
Es el gran proyecto de ciudad para dignificar esa zona. De nuevo, agradecemos mucho esa propuesta de sentarnos a todos los actores que podamos estar implicados. Creo que, en política, hay que quitarse la visión cortoplacista del interés electoral a cuatro años, que es a lo que nos llevan casi todos nuestros proyectos. El de Naval Gijón podría llegar a ser un cambio de modelo de ciudad que disfrutarán las generaciones venideras. Necesitamos que se haga de la manera más consensuada, y que responda a la urbe del futuro.
Traslademos la atención a la izquierda. Mientras que IU salió reforzado de las elecciones, el PSOE y Podemos perdieron fuerza en el Consistorio. ¿Cómo analiza la situación de esos dos partidos?
Creo que el PSOE tiene que hacer, o seguir haciendo, un ejercicio profundo de reflexión interna. Por mucho que salgamos públicamente haciendo ciertas manifestaciones, sabemos el problema de desafección que hay. La del PSOE fue una batalla fea, cruenta para parte de sus afiliados del PSOE, y eso es muy triste porque, evidentemente, es el pilar para que la izquierda vuelva a gobernar en Gijón. Necesitamos un PSOE fuete, con postulados claros y que no se desdiga de lo que estuvo haciendo. Eso no significa no rectificar cuando cometes un error, pero no se puede incurrir en la deslealtad, ni echar por tierra el trabajo de compañeros. Ya lo dijo Monchu (García, secretario general del PSOE en Gijón) el otro día: estamos asistiendo a una portavocía coral. Cada día intervienen en el Pleno unos u otros concejales. Me interesa que, de aquí a cuatro años, sean capaces de tomar un nuevo rumbo que devuelva un gobierno de izquierdas. Y desde la oposición deben fijar las prioridades y marcar el rumbo.
¿Y qué puede decir de Podemos?
Estamos hablando del partido que más peso sustentó a la izquierda hace ocho años, y hemos asistido a cómo lo ha ido perdiendo. Lo que se hace más evidente es que no tienen estructura de organización, y trabajar así en el Ayuntamiento les va a resultar muy complejo. Entiendo que el objetivo de Olaya (Suárez) es trabajar durante cuatro años, pero el peso de la organización recae enteramente sobre sus hombros. Su posición me parece muy compleja. Dicho esto, tenemos buena relación con Podemos. No puede ser de otra manera.
«En el momento en que supimos que ‘Floro’ no sería alcalde, decidimos no apoyar a un candidato que nada tenía que ver con nuestros postulados ni de programa, ni de política. Por eso nos abstuvimos»
Llegados a este punto, hay cierto asunto que todavía hoy genera malestar en la izquierda, y sobre el cual circulan teorías de lo más dispares… ¿Por qué tanto Suárez Llana como usted misma se abstuvieron de dar su apoyo al socialista Luis Manuel Flórez, ‘Floro’, en el Pleno de investidura?
IU fue el grupo que más se interesó porque no existiera el gobierno de extrema derecha. Para ello, apelamos a la responsabilidad de todos los partidos, pero en el momento en que supimos que eso no iba a sucede, decidimos no apoyar a un candidato que nada tenía que ver con nuestros postulados ni de programa, ni de política. ‘Floro’ no era nuestro candidato. Si hubiese tenido posibilidades de acabar siendo alcalde, habríamos negociado unos puntos en los que ponernos de acuerdo. Pero lo que queríamos dejar claro es que teníamos un proyecto y una iniciativa propios. Eso significó la abstención. Ahora, que otros regalasen su voto por nada, por un supuesto cordón sanitario. Nuestro cordón sanitario se hará desde la oposición.
A una escala nacional, pero también regional y municipal en ciertos lugares, parece que el futuro a la izquierda del PSOE se halla en el proyecto Sumar, que encabeza Yolanda Díaz. ¿Qué opinión le merece?
Me parece necesario. No sé si sólido, desarrollado o con una proyección de futuro claro, pero necesario por la realidad que estamos viviendo. Al final, se ve muy claro en la aprobación de las distintas lenguas en el Congreso de los Diputados, incluido el asturiano. Eso es España. España es diversidad, y la izquierda es muy diversa. O somos capaces de sentarnos y tomar ese hilo común que nos une, o pasará como ha ocurrido a lo largo de la historia: que desaparecen las posibilidades de gobierno y, con ello, de cambio de políticas en el país. En ese sentido, Sumar es necesario cuando es necesario que la izquierda se siente a reflexionar sobre las necesidades que compartimos y, a partir de ahí, trabajar. Es lo maravilloso de este tipo de proyectos. Que cada uno mantenemos nuestra esencia en pos de un objetivo común.
¿Lo ve factible para una ciudad como Gijón?
No. Creo que en Gijón estamos en otras circunstancias. No digo que no haya una confluencia de partidos, como esta vez con Convocatoria por Xixón, pero no tenemos un proyecto Sumar a nivel local. La única fuerza a la izquierda del PSOE con la posibilidad de liderar cambios es IU. Las personas que quieran sumarse a un proyecto de ciudad y de futuro estable, que se acerque a IU. Y si pertenecen a otras agrupaciones o movimientos, veremos cómo podemos confluir. Pero ahora el liderazgo de la izquierda en Gijón lo representa IU.
Tanto el PSOE como Sumar están ahora inmersos en las negociaciones para llevar un proyecto de gobierno nacional la investidura, en caso de que la del popular Alberto Núñez Feijóo no prospere. En ese contexto, ¿amnistía sí, o no?
Me voy a retrotraer a tiempos pasados. El conflicto, las reivindicaciones del pueblo catalán, nunca deberían haber llegado a la situación a la que se ha llegado. El gobierno en aquel momento, liderado por Mariano Rajoy, fue incapaz de tender puentes, como sí lo hizo José Luis Rodríguez Zapatero. Y cuando partimos de que el primer interesado en el conflicto fue el propio equipo de Rajoy, era esperable ese resultado. Judicializar un proceso político me parece peligroso. Además, se trabajó especialmente generar una brecha entre catalanes y el resto de los españoles que nuca se tendría que haber abierto. Ojo, respeto absolutamente la visión del pueblo catalán, aunque no la comparta, y puedo comprender su reivindicación histórica de independencia. Necesitamos entender la diversidad como algo positivo, y eso se construye desde el diálogo. De modo que me imagino que amnistía sí, porque no podemos romper con una parte de España de manera radical. Y, a pesar del discurso actual de la derecha y de la extrema derecha, ellos lo hicieron antes.
«El feminismo ha vuelto a demostrar que puede cambiar las cosas. Ha dado un puñetazo en la mesa, y eso nadie lo va a parar»
Una de sus cruzadas ha sido la defensa de los derechos del pueblo saharaui. Dada esa implicación personal en dicha lucha, ¿qué le pareció el viraje en las relaciones con Marruecos que el presidente Pedro Sánchez protagonizó el año pasado, cuando avaló los planes de autonomía del país vecino para el Sáhara Occidental?
Para mí, ha sido un acto de traición al pueblo saharaui. De una parte del gobierno, no de todo. Yolanda Díaz ni siquiera fue a la cumbre. No discuto que debemos tener una relación con el gobierno de Marruecos, pese que a que no me guste nada ese gobierno, que no el pueblo marroquí. Al final, somos la frontera, y nuestros pescadores necesitan ese contacto directo. Hay una serie de cuestiones que nos obligan a esa cordialidad, pero eso no significa que debamos renunciar a nuestra defensa del pueblo saharaui. Se lo debemos todo, y siguen esperando.
También se ha erigido, en la palestra municipal, como una de las voces más sólidas a favor del feminismo, y críticas con el reciente ‘caso Rubiales’. ¿Las reivindicaciones de las jugadoras de la Selección Nacional de Fútbol han desatado una ola imparable, o es algo efímero?
Creo que, una vez más, el feminismo demuestra que consigue cambiar las cosas. En este caso, lo relacionado con la Selección. Es una auténtica pena que los logros deportivos de las futbolistas se hayan visto empañados, pero de nuevo, y desgraciadamente, sólo cuando tenemos los focos encima somos capaces de visibilizar un problema como el que sufren. Ellas ganaron un Mundial, pero también mucho más: que se pusiera sobre la mesa la realidad que vivimos el 95% de las mujeres en nuestro día a día. Así que opino que, por supuesto, el cambio es imparable. Y que nadie piense que porque haya momentos en los que la intensidad baje nos paramos y retrocedemos. El feminismo pega un puñetazo, y eso es una llamada de atención a aquellos que niegan la fuerza que tiene en nuestro país. Y, por más que parezca que hemos normalizado tanto el asesinato de mujeres, que casi ni nos escandaliza, nadie va a parar esta corriente.
Como usted misma relató, forjó su compromiso a esas temprana, en sus días de Primaria. ¿Cree que la juventud actual, a la que se ha acusado con frecuencia de cierto inmovilismo, mantiene el empuje político de su generación?
Seguramente haya una parte que se ha perdido. Aún me acuerdo que cuando estaba en el instituto, donde coincidí con Borja Llorente, el secretario general del Sindicato de Enseñanza de CCOO. Yo empezaba 1º de ESO, él estaba en Bachiller, y en las asambleas de delegados que organizábamos, todo lo que se proponía no sé si era más reivindicativo, pero sí presentaba otras formas. Las huelgas estudiantiles, distintas expresiones de manifestación… Ahora bien, sí creo que las generaciones más jóvenes nos dan una bofetada en la cara en cuanto a conocimiento de la realidad. Están mucho más formadas políticamente. Y los discursos que escucho, sobre todo de mujeres más jóvenes, dan mil vueltas a a los míos de ahora.
¿Qué emociones le suscita esa evolución?
Es algo que me genera cierta nostalgia, al pensar «Qué fuerte vienen pisando estas mujeres…». Y también provoca mucha satisfacción. Da gusto verlas en las manifestaciones; no sólo en las del 25N o el 8M, sino también en las de defensa de la Oficialidad, o cuando hay que salir a la calle tras una agresión machista. Me hace pensar cuánto me costó a mí llegar hasta aquí, ir creciendo hasta alcanzar este conocimiento que tengo con 38 años. Y ellas ya están ahí, lo asumen como su discurso no sé si de nacimiento, pero sí temprano. Y, muy importante, eso me hace pensar que claro que hay esperanza.