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En Gijón, en el primer tercio del siglo XX, fueron muy numerosas las espichas en las que se reunían amigos y clientes de un determinado llagar para iniciar el consumo de una pipa de sidra. La fiesta incluía la bebida, la comida de pie y el acompañamiento de la gaita, la tonada y los cantos en grupo. Numerosos anuncios de la prensa recreaban estas espichas y, como reclamo publicitario, se otorgaba a cada tonel un nombre que refería acontecimientos de actualidad. En la foto de Constantino Suárez, Manolín Argüelles escanciando sidra en 1933.