El que fuera diputado nacional afirma que la alcaldesa de Gijón, una de las autoras de la querella contra el ex presidente autonómico y fundador de Foro «no estaba implicada en la vida cotidiana del partido», razón por la que entiende que «no supiera de la existencia de la sede» en Madrid
Suspendida brevemente al mediodía, para cumplir con la imperativa necesidad de almorzar, la tercera sesión del juicio en curso contra Francisco Álvarez-Cascos, acusado de apropiarse indebidamente de hasta 181.648 euros de las arcas de Foro, el partido que contribuyó a fundar y con el que llegó a la presidencia del Principado, se retomaba en la tarde de este jueves para continuar con la ronda de declaraciones de los testigos convocados. Y esas horas vespertinas regalaron algunos momentos más dignos de ser comentados. Especialmente en el momento en que se situó ante el micrófono Isidro Martínez Oblanca. Lejos de centrar su discurso en Cascos, el que fuese diputado nacional de la formación puso su punto de mira dialéctico en Carmen Moriyón, alcaldesa de Gijón, actualmente presidenta de Foro y una de las autoras de la denuncia que han sentado al líder en el banquillo. Y lo hizo para justificar el desconocimiento de la existencia de una sede del partido en el paseo de la Castellana alegado por Moriyón hace una semana… A tenor, siempre según Oblanca, del escaso grado de compromiso de la aludida con la formación.
«Entiendo que la señora Moriyón y otros compañeros, que son los que interpusieron esta querella, desconocieran que en Madrid tenían una sede, porque no estaban implicados en la vida cotidiana del partido«, afirmó el testigo ante en tribunal. Más aún, el antaño diputado llegó al punto de poner en tela de juicio la voluntad de esfuerzo de la hoy regidora gijonesa para con Foro. Al fin y al cabo, prosiguió, «la dirección del partido son aquellas personas que controlan el día a día, que encienden la luz por la mañana y la apagan por la noche, y que tienen el móvil dispuesto veinticuatro horas. Bien, la señora Moriyón no era de esas de trabajar veinticuatro horas«. En fin, en opinión de Oblanca, un detalle de peso para entender que, en última instancia, y siempre según el testimonio vertido por Moriyón en la segunda sesión del juicio, «no supiera de la existencia de la sede del partido». De todos modos, sí incidió en que «siempre tuve la sensación de que nuestro partido era un partido transparente, hasta el punto de que, cuando se tomaba una decisión, incluida la aprobación de los presupuestos del partido, todas las cuestiones quedaban pendientes durante un mes, para que cualquiera, con toda libertad, pudiese examinar lo que considerara». Y finalizó confirmando que empezó a utilizar la sede madrileña en la primavera de 2013. «El presidente me dice entonces que dispongo allí de un despacho para trabajar; se me facilitó un pase y una llave», concluyó.
De todos modos, el testimonio de Oblanca no fue, ni por asomo, el más esperado de los previstos para ayer. Ese mérito recayó en Pedro Leal, quien llegó a ser presidente de Foro tras la etapa de Cascos, y que confirmó conocer las condiciones pactadas con el acusado para liderar el proyecto… Así como la existencia de la polémica sede en Madrid, y a quien pertenecía: a la ex mujer de Cascos, María Porto. «Claro que sabía (que el edificio) era de una empresa que era, en aquel momento, titularidad de Porto; yo y muchos los sabíamos, no hubo ninguna ocultación», puntualizó, reiterando que de ello se habló en las Comisiones Informativas, y restándole importancia a esa relación conyugal, a tenor de que «era normal. La sede de Gijón estaba alquilada a un fundador; la de Siero era de la pariente del presidente de Siero, la de Langreo era de un amigo mío…». Más allá, Leal se pronunció sobre los gastos personales de Cascos y su familia, sufragados con fondos de Foro. «Era algo que sabíamos y habíamos aceptado, un acuerdo que teníamos. Él dejaba su trabajo en Madrid y vino aquí de enero a mayo; no tenía otros ingresos y le pagamos», explicó. De hecho, «hubo una reunión de fundadores donde se explicó esa situación. A mí me lo contaron ellos: Enrique Lanza, Pelayo Roces, Javier Canal y Rosa Trapiello». Nuevamente, como en el caso de las oficinas, Leal intentó quitarle hierro. «Si te manchas una corbata, es lógico que te compres otra», reflexionó. Y, como en el caso de Oblanca, terminó defendiendo la transparencia de Foro. «Esto no era ‘Aquí, amén Jesús, siéntate’; aquí se preguntaba, se hablaba. Hombre, los que íbamos a las directivas a trabajar y estábamos interesados en que se sacara el proyecto adelante; luego había otros que venían a figurar, a pasearse o a sacar la foto en su propio beneficio».
Igual expectación provocó la aportación, en este caso por videoconferencia, de María Porto. La ex mujer de Cascos compró el inmueble con la mirada puesta en usarlo como coworking, bajo en paraguas de la entidad Cinqualium, pero en 2011, año en que el acusado fue investido presidente del Principado, le cedió la administración al mismo, hasta que en 2014 optó por liquidar la sociedad. En ese tiempo nunca hubo logotipos de Foro, pero sí «despachos y una sala de reuniones en la décima planta«; además, la empresa «contaba con dos coches, un Toyota y un Audi», que en ocasiones le prestaba a Cascos, si bien cuando ella usaba el los vehículos «abonaba la gasolina, las revisiones y las averías». En cuanto a los locales, Porto defendió ayer que «me cruzaba con gente del partido, de Madrid y de Asturias, todos los días; venían, sobre todo, por motivos de campaña política», como también se realizaron múltiples reuniones «políticas» en su domicilio, razón por la cual «alguna vez pedí comida pagándola con mi tarjeta«. Por último, Porto se pronunció acerca de cierta estancia en La Coruña, en un hotel que estaba a su nombre, pero cuyo coste pagó Foro; la aludida afirmó no recordar nada de todo aquello, ya que «viajaba con mucha frecuencia a La Coruña», al tener familia allí. De todos modos, prometió que el abono lo hacía ella.
Frente al tribunal también pasaron este jueves otras personas ligadas a Foro, como el ya mencionado Pelayo Roces, promotor y fundador del partido, que aseguró que se acordó con Cascos que no perdiese poder adquisitivo, por lo que se le asignó una aportación de 100.000 euros, pero negando categóricamente que en Foro «hubiese barra libre». Y no dudó en clarificarlo recurriendo a un símil un tanto expeditivo. «Esos gastos se supervisaban y revisaban profusamente, y en tanto en cuanto no veías una cosa rara de mariscadas, de puticlubs o de cocaína, pues eran gastos normales de alguien que dedica sus veinticuatro horas del día a la actividad política«, concretó. Otro de los fundadores de Foro, Enrique Álvarez Sostres, aclaró en su declaración que en el partido «orgánicamente mandaba el presidente, porque era un partido netamente presidencialista, pero tenía unos órganos colegiados y unos órganos territoriales también», aunque negó haber participado «jamás» en reunión alguna en la que se acordasen las condiciones de Cascos para liderar el proyecto. Respecto a las dependencias en Madrid, admitió que «no me sonó bien esa música«, pues Casco le comentó directamente la posibilidad de acometer el alquiler de los locales en el bloque de su entonces mujer, alegando que estaba pasando por «unos momentos delicados familiares, económicos». En todo casos, Sostres trasladó esa inquietud al partido, pero «no tuve contestación al correo, ni más conocimiento de esos locales comerciales, hasta el año 2019».
En cuanto a Argimiro Rodríguez, candidato de Foro a las elecciones europeas en 2014, miembro de la Comisión Directiva y viceconsejero de Educación del Principado, declaró ayer que, cuando se preparaba la campaña, nadie comentó nada de acudir a una sede en Madrid. «Ni Sostres, ni yo sabíamos de la existencia de esa sede; no se si Oblanca lo sabía, pero no nos comentó nada«, apuntó, antes de derivar a los gastos de Cascos y asegurar que «no encontrarán en el archivo de Foro ni un solo gasto, ni una sola dieta, ni kilometraje, ni gasolina; absolutamente nada». Por último, María Jesús Alonso, otra de las catorce personas fundadoras o promotoras del partido, se posicionó en el lado de los supuestos desconocedores de la existencia de una reunión para definir las condiciones de Cascos, y ratificó que quien ejercía las labores de gestión económica era Pelayo Roces, mientras que el líder tenía un control de todo lo que ocurría en el partido. Finalmente, Alonso aseguró no saber nada de la existencia de la sede en La Castellana.