«Ojalá un día nos topemos con la protagonista de la foto en blanco y negro cazada al vuelo por Susana»
Finalizan estas Navidades y, al igual que un polvorón añejo, «se hacen bola» y parecen prolongarse casi tanto como todo el mes de agosto. Uno debe reconocer que acaba agotado, a punto de renunciar a ese sueño reparador que nunca llega. Buscando momentos de descanso mental como buenamente se pueda o donde se pueda. La cocina es el refugio escogido por la humildad cuando los primeros instantes de la madrugada y los últimos de la noche rozan sus dedos en silencio. Con el único y rítmico aleteo del consabido reloj, enmarcado entre azulejos blancos. La mirada perdida se esmera por encontrar, desde una vieja silla de madera, entretenimiento vacuo para llenar un par de minutos con pensamientos fugaces.
Mis ojos llevan ya minuto y medio repasando la foto ganadora del II Concurso de fotografía de Cimavilla que da lustre al almanaque 2023 de la Asociación Vecinal Gigia. La autora es Susana Candás Aparicio y el título nos obliga a recordar algunas estrofas de otra imborrable composición con la firma del legendario guitarrista-poeta cubano de nuestra perdida juventud: «Ojalá se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta. Ojalá pase algo que te borre de pronto. Una luz cegadora, un disparo de nieve…»
Susana capta con su cámara el paseo de una anciana por la Punta Liquerique, en la imagen se puede ver cómo la mujer lleva un paraguas cerrado en una mano y la muleta «salvadora» en la otra. Bajo la atenta mirada del realista rostro en un mural, dibujado como grafiti artístico, que parece seguir con cierto interés desde su rompeolas el trayecto de esa mujer abrigada y canosa. La magnifica foto deja la puerta abierta al desenlace de este o de cualquier otro relato que tenga a la mencionada instantánea como protagonista. El cielo amenaza el regreso del plácido paseo, tiñendo nubes de blanco algodón en un gris ceniza que decide abandonarse al negro carbón con el firme propósito de lanzar una descarga perfecta y feroz. En combinación con ese encrespado Cantábrico, aliado de ventiscas, relámpagos, dioses del trueno y Nuberos furibundos.
Silvio Rodríguez compuso «Ojalá» con la cabeza puesta en el recuerdo de su primer amor: Emilia Sánchez. Susana Candás Aparicio tituló «Ojalá» a la imagen ganadora. Desconozco la intención y no sé si la mujer que da la espalda al que observa se llama Emilia, sería mucha la casualidad al enlazar a Silvio, su antiguo amor y esa prolongación del muelle, vecino de la antigua rula y que hoy tiene apellido vasco. El ingeniero de caminos, canales y puertos: José Lequerica Aguirre fue el responsable de las obras del dique de Santa Catalina, obras que concluyeron en 1864. Y con el paso del tiempo el universo playu trocó Lequerique por Liquerique. Ojalá pudiesen hablar los morrones, argollones de hierro y bolardos de amarre de las historias de amor y desamor que contemplan y contemplaron. Ojalá hablasen las piedras de la dársena y el espigón o los antiguos railes de grúa. Contarían a buen seguro novelones de tapa dura con páginas incitando al vello erizado desde la nuca hasta el sur de la cintura. Ojalá no dejemos de recibir al viento, al sol o a esas ideas luminosas que de cuando en vez aparecen paseando por el dique. Ojalá un día nos topemos con la protagonista de la foto en blanco y negro cazada al vuelo por Susana. «Ojalá que la luna pueda salir sin ti» y jugar a la comba en una Noche de Reyes y salitres eternos.