
Si las imágenes del sábado se pusiesen en el arcaico NODO no quedarían en absoluto deslucidas, pasarían desapercibidas entre otros actos con peineta y mantilla (las hubo, las hubo, las hubo en Xixón) y la característica voz de dicción clara y pausada de Matías Prats

La jura civil de bandera en nuestra ciudad, organizada por la Armada Española al lado del Ayuntamiento de Xixón, se ha producido este fin de semana en El Náutico, mirando a la mar. Un acto organizado de manera altamente casposa y muy alejado del siglo XXI en el que vivimos. Cada persona puede sentir y exteriorizar su sentimiento patrio como considere, faltaría más, pero lo que está fuera de toda lógica es la escenografía del evento. Si las imágenes del sábado se pusiesen en el arcaico NODO no quedarían en absoluto deslucidas, pasarían desapercibidas entre otros actos con peineta y mantilla (las hubo, las hubo, las hubo en Xixón) y la característica voz de dicción clara y pausada de Matías Prats. Antes de que los amantes del blanco y negro me lapiden, quiero también que reflexionen, que simplemente no se dejen llevar por la primera oleada de rabia y piensen un poco antes de atacar en pleno desenfreno. No estoy diciendo que no sienta mi bandera, que estoy en contra de nuestros ejércitos en labores humanitarias por todo el mundo o que reniegue de los cuerpos de seguridad. No, no estoy diciendo eso. Estoy solo dando un punto de opinión para generar, al menos, la reflexión. Me gustaría que los defensores del evento, y los que están mirando con los ojos enrojecidos, miren o recuerden la primera fila al lado de la tarima, elevada, por supuesto. Fíjense por favor en el número de mujeres a ambos lados de la plataforma presidencial. ¿Dónde están las mujeres? ¿Dónde están nuestras concejalas? ¿Dónde están las representantes de la Armada? ¿Dónde están? Recordemos que la alcaldesa ostenta las competencias en materia de igualdad del Ayuntamiento y que hay una teniente de alcaldesa, junto con concejalas con responsabilidad de gobierno que, sin duda, deberían haber estado en esa primera fila copada por corbatas y no en las filas posteriores, asemejándose a épocas pasadas, reflejo de lo que fue el acto. Desde luego la foto de nuestra ciudad, repleta de representantes, hombres, escoltando la palestra es nefasta. No estoy criticando la bandera, no estoy criticando al ejército, estoy defendiendo la igualdad en todos los aspectos de la vida, hasta en la ranciedad
Pero no nos quedemos tan solo en la desigualdad manifiesta, vayamos a la cruz desnuda, copresidiendo el evento, sobria, castellana, latina, con su banderita abajo para ir a juego. Es tal despropósito, tal desfachatez en una sociedad española diversa, plural, multicultural que me dio pena de esa cara de la alcaldesa mirando la cruz, bien parecía que estuviera en un entierro, mientras a su lado el saludo militar rinde pleitesía. ¿La bandera está ligada a la religión católica? ¿Todos los que sienten la bandera son cristianos y cristianas? ¿El sentimiento patrio es católico, apostólico y romano? ¿Qué pensaría el musulmán que, en el mismo acto, antes de besar la bandera, veía que el símbolo de una nación tolerante, abierta, integradora, aquello que va a jurar, estaba ligado solamente al cristianismo? Como he dicho anteriormente, NODO del siglo XXI, no por la jura de la bandera, ahí no me estoy metiendo, no por la Armada, tampoco, me estoy metiendo en el atrezo, en la escenografía, en la casposidad, en la exclusión de españoles y españolas, en el arcaísmo más estridente que ha tenido una plaza mirando al horizonte desde hace tiempo.
Xixón también tuvo este fin de semana otras banderas que gritan tolerancia, igualdad, inclusión, respeto, y ahí debo clavar en toda l´Atalaya la bandera del Orgullín. Una cita anual, referente en esta cornisa cantábrica que, a pesar de la mar sinónimo de apertura, sigue estando muchas veces encorsetada.
Debemos dar las gracias a todas aquellas personas que lo organizan, que se implican en llevar a cabo una cita, por desgracia, todavía necesaria. El Orgullín no deja de ser una anomalía de una sociedad justa, de una sociedad tolerante, de una sociedad sin adjetivos. Porque reivindicar lo natural no debería ser necesario, porque mostrar la manera de querer, de amar, de follar, no debería ser necesario, porque gritar lo que cada uno o una es, no debería ser necesario. Pero todavía lo es.
Lo mismo que agradezco a quien lucha por sus derechos a través de una reivindicación festiva, debo repudiar a aquellas personas que menosprecian a quienes aman de la misma manera que ellas, pero contra la naturaleza “divina”. Jueces, juezas sin toga, sin vergüenza, que se basan en la intolerancia para hacer chistes fáciles, comentarios burlones, frases hechas repletas de ignorancia. Aquella persona que dice “a mí no me importa que se cojan de la mano, pero es que besarse…” está carente de labios para sentir el deseo y lengua para gritar el amor. Aquella persona que dice “yo tengo amigos gais” está encapsulando la amistad por adjetivos y no por sentimientos. Aquella persona que dice “para mí la bisexualidad es de viciosas” no se ha dejado llevar jamás nunca por el vicio de la pasión. Aquella persona que dice “Es muy marimacho” se ha dejado encerrar en arcaicos estereotipos de ignorantes intolerantes. ¿Quién tiene la desfachatez de juzgar el amor? ¿Quién tiene la indecencia de juzgar a una persona por su sentimiento? Juzgados sociales, togas cobardes, veredictos homófobos, personas ignorantes con incapacidad de impartir justicia ni decencia.
Esa manera de entender el mundo estaba cambiando, no tan rápido como debiera, pero con una velocidad acompasada. Sin embargo, este año, conmemorando el día donde la OMS dejaba de declarar a la homosexualidad enfermedad mental, supimos que las agresiones físicas a las personas LGTBI (no me gusta colectivo, no me acaba de convencer) han subido del 8 al 12% en España, la percepción de violencia contra personas que viven la sexualidad como quieren y desean se ha incrementado hasta el 75%, la mitad de las personas LGTBI han sufrido acoso durante este último año, antes era una de cada tres, la discriminación se sigue manteniendo invisible, encerrada en el armario, solo una persona de cada diez denuncia incidentes. Maricona, bolleras, travelos, camionera, meriliendres palabras alejadas de la neutralidad que debe tener el lenguaje. Vocablos que eliminan la inclusión, obsoletas reliquias del ayer que están volviendo, reflejo de una polarización insoportable en la sociedad actual, en el mundo, donde el odio se está incrementando a todos los niveles, el egoísmo acecha en cada esquina y la normalidad es el camino creado y seguido por una sociedad anclada en un yugo desigual del que no nos damos cuenta. Orgullín, gracias por enarbolar una bandera de esperanza.
Y hubo más banderas ligadas el fin de semana a esta ciudad. La bandera de Palestina. Lo que se está haciendo al pueblo palestino con la callada de los organismos mundiales es de tal magnitud, es tan doloroso que nos hará avergonzarnos como humanidad ante generaciones venideras. Dentro de cincuenta, cien años, cuando haya pasado tanto tiempo que se estudie en las universidades y escuelas, explicarán que un país mató de hambre a otro sin que el mundo lo criticase abiertamente, que un país bombardeaba hospitales de gente encamada con las armas compradas a otra parte del planeta, que un país diezmó la infancia, 14.500 muertes, de un pueblo con los países mirando para otro lado, que un país sufrió crímenes de lesa humanidad con el silencio y la pasividad internacional (gracias Presidente, gracias Pedro Sánchez por dignificar nuestro país en esta sinrazón) Eso es lo que está pasando, y por esto Xixón se echó a la calle, con la mayor bandera que puede tener un ciudadano, una ciudadana: la de la humanidad.
Ahora pregunto ¿Cuál es tu bandera? Mi bandera está clara, tiene tres franjas, roja, amarilla y roja, y yo las veo como igualdad, tolerancia y humanidad, por eso juro, por eso beso, por eso lucho y lo hago en color, no en blanco y negro.
Vaya catetada de columna