Pablo Carriles, juez gimnasia artística cuatro JJ. OO
“La relación con Benjamín Bango es muy estrecha. Es otra persona que saliendo de Gijón, sin medios y currándoselo desde el Grupo Covadonga llegó a la cima mundial del deporte”
“Para el Gobierno asturiano el deporte importa cuando hay que acompañar al vencedor, pero se olvidan del resto del proceso o la gente que trabaja solo para llegar a una cita”
El Principado no solo está lleno de estrellas en los deportes más conocidos. Hay otros, los mal denominados ‘minoritarios’, que también tienen grandes nombres. Uno de ellos es la gimnasia artística, modalidad en la que la comunidad también puede enorgullecerse. En ese grupo de encuadra Pablo Carriles (Gijón, 1971). El asturiano cuenta entre sus logros haber participado como juez en doce finales olímpicas: cuatro individuales, cuatro por equipos y cuatro de aparatos. A eso hay que sumar campeonatos de España, europeos o mundiales. Toda una referencia que ahora se embarca en la aventura para relanzar la Familia Olímpica del Principado y darle al deporte el lugar que merece.
¿Qué le empujó a ser juez?
Empecé en el Grupo Covadonga a hacer deporte desde que tengo uso de razón: natación, tenis, piragüismo, baloncesto… En 1980 vino un entrenador nuevo de gimnasia que había sido miembro del equipo nacional y necesitaban críos. Mi hermana ya estaba en el equipo y era una sección que no había probado todavía. Probé y hasta hoy. Esa persona me inculcó unos valores y me hizo amar la gimnasia. Te cuento una anécdota. Llegaba al colegio y tenía algún compañero que jugaba en Sporting y echando una pachanga en el patio antes o después acabas metiendo un gol. Con esto de la gimnasia era ágil y cuando marcaba hacía un mortal. De aquella estaba Hugo Sánchez por ahí y hacía una paloma apoyando las manos y yo la hacía sin apoyarlas. Me pasaban el balón para que anotara e hiciera el mortal (risas). Es un deporte que te llena por muchas cosas porque vas creciendo con un cuerpo guapo, es un deporte muy completo de pierna, tronco, brazos… Nunca fui un gimnasta muy destacable ni tuve ningún éxito, pero quedé vinculado al deporte ya como entrenador y se necesitaban jueces. Hice el curso y se me dio bien, veía las cosas a la hora de puntuar y fui tirando por ahí. Después hubo un cambio del código y el asunto de las puntuaciones se hizo más complejo. Se pasó de que todo el mundo partiera de un diez a sacar una nota de inicio. Todos los señores mayores que se dedicaban a la puntuación no tenían capacidad para asumir ese cambio y muchos se fueron retirando. Pasó otro ciclo olímpico, hice el curso internacional, empecé a puntuar y tuve la suerte de ir a los Juegos de Atenas.
“Gijón y el Grupo Covadonga han tenido cinco gimnastas olímpicos además de varios entrenadores y jueces. El mérito es increíble y no valoramos lo que tenemos”
¿Algún ejercicio por el que sienta predilección?
A ti te sortean y te puede tocar cualquiera de los seis aparatos: suelo, potro con arcos, anillas, salto, paralelas o barra. A medida que te vas metiendo en el mundillo todos los jueces reniegan del potro con arcos porque es un aparato muy difícil de puntuar, sobre todo para sacar la nota de dificultad. Iba librándome del aparato hasta que alguien en la Federación Internacional decidió que fuese a un campeonato del Mundo como juez de dificultad en potro con arcos y se me vino el mundo encima porque nunca había puntuado en una competición tan seria. Lo preparé a fondo, hablé con gente y la experiencia salió bastante bien. En los Juegos de Pekín me nombraron juez de dificultad también en potro con arcos, iba de D2. Hay dos jueces de dificultad, uno el D1 que es el responsable de aparato y el D2. El uno era el japonés Takeuchi y la experiencia fue fantástica. Fueron unos Juegos donde nos salió todo rodado, puntuamos súper bien el potro y a partir de ahí me encasillaron un poco en el aparato y además haciendo pareja con Takeuchi. Todo ese ciclo olímpico que fue de Pekín a Londres hicimos el potro con arcos los dos juntos. Trabamos una amistad muy buena y en Londres cambiamos los papeles: él iba de D2 y yo de D1. La verdad es que ahora hago, sobre todo, potro con arcos y además es el aparato más difícil que hay para puntuar. Lo acabé amando y eso que al principio no me esperaba que me llamase mucho.
Quién le iba a decir a ese chaval que fue voluntario en Barcelona 92 la carrera que tendría…
Sí, porque lo de Barcelona 92 a todos nos impactó tremendamente, llevar la antorcha olímpica por Asturias en un tramo en bici es algo que te queda para toda la vida. De hecho, tengo la antorcha en casa, pero en ese momento no podía pensar que iba a volver a unos Juegos Olímpicos y menos a cuatro o los que vengan. Sí es verdad que me hizo tener hambre. No es que siendo voluntario lo veas desde fuera, pero estás a lo que te mandan y quería volver participando en algo relacionado con la gimnasia. Se fue abriendo el camino, aunque fue duro. Cada cuatro años nos examinan porque cambia el código de puntuación. En el año 2000 hubo una modificación muy grande y cuando fui al examen después de los Juegos de Atenas del año 2004 había una serie de categorías en función de la nota que tuvieses. Tú vas a un curso intercontinental y sólo acuden dos jueces de cada país. Nos juntamos a finales de año cuando pasan los Juegos 200 o 250 jueces de todo el mundo y los 25 primeros que van sacan la categoría uno. Tuve la suerte de obtenerla y fui renovándola cada ciclo olímpico hasta ahora. Es súper exigente, como una oposición y la gente lo prepara durante meses. Gracias a eso vas a los Juegos porque a las citas olímpicas llaman principalmente a los jueces que tienen categoría uno.
“Dejar pasar otra vez el tren del Museo Olímpico sería imperdonable. Hay mucha gente que lleva el nombre de Gijón, Oviedo, Avilés u otros pueblos a unos Juegos”
En ese camino del voluntariado estaba otro hombre de la gimnasia artística, Benjamín Bango.
La relación es muy estrecha desde hace mucho tiempo porque Benja fue primero compañero durante un corto periodo de tiempo porque es unos años mayor que yo, luego fue mi entrenador, después compañeros como técnicos y durante una temporada bastante amplia fuimos la dupla de jueces españoles que viajaban como Zipi y Zape a los campeonatos del Mundo, de Europa, Juegos Olímpicos hasta que dio el salto a ser entrenador del equipo nacional. Nos vemos habitualmente y es un orgullo tenerlo de entrenador de un subcampeón olímpico. Es otra persona que saliendo de Gijón, sin medios y currándoselo desde el Grupo llegó a la cima mundial del deporte.
Lo que queda patente es la cantera del Grupo Covadonga.
En un deporte como la gimnasia artística, minoritario aunque luego en los Juegos Olímpicos es uno de los tres más vistos en el mundo y es top, desde el Grupo en una ciudad como Gijón ha habido cinco deportistas olímpicos en gimnasia y varios jueces y entrenadores. Eso tiene un mérito increíble. Lo cierto es que no sabemos lo que tenemos con el Grupo. Es un club que se sale de lo habitual, es decir, los que estamos acostumbrados a viajar por el mundo y ver clubes deportivos algo como esto no existe: las instalaciones, el deporte desde la base hasta lo más alto porque hay muchos deportistas olímpicos que han salido del Grupo Covadonga.
Doce años después llegó la primera cita olímpica como juez: Atenas 2004.
Vino un poco por sorpresa porque fue el ciclo olímpico del cambio de código y los jueces veteranos se echaron a un lado. Se quedó Benjamín un poco en solitario y yo me subí al barco de las nuevas generaciones que llegaban. Si ibas a las competiciones estaban acostumbrados a una guerra política, parecía Eurovisión y la gimnasia cambió muchísimo porque pasó a ser puntuada por gente profesional que se dedicaba a lo que se tenía que dedicar: juzgar lo que hacía el gimnasta y dar la nota que le correspondía. Haciendo las cosas como sabíamos acabamos los dos en los Juegos de Atenas y vino un poco de sopetón, sobre todo porque empecé ese ciclo sin haber hecho prácticamente nada y a lo largo de esos años fui a mi primer campeonato del Mundo en Debrecen (Hungría) en 2002, a Los Ángeles en el 2003 y me encontré en 2004 con una plaza para ir a Atenas. Fue un regalo del cielo, un éxtasis, madre mía. Pese a que fueron unos Juegos relativamente malos porque veníamos de ver Barcelona, de cómo estaba todo organizado y Atenas fue un poco de otra manera, era meterte en la boca del lobo, lo que habías soñado toda tu vida y llegar al top de tu deporte.
“En Londres 2012 decidimos penalizar a Japón por una mala salida. Una potencia olímpica mundial y que podía tener consecuencias, pero hicimos lo correcto”
Con cuatro Juegos a su espalda no me resisto a preguntarle por alguna anécdota.
Cuando vas a los Juegos Olímpicos en todas las puertas de acceso hay un señor que te escanea el código de la acreditación para dejarte pasar o no. En Río (2016) eso no existía, ellos te miraban la acreditación y como no se enteraban mucho, veían que ponía oficial y te dejaban pasar a todos los sitios. Nosotros salimos un día pronto de puntuar la competición de gimnasia vestidos con el traje oficial y entramos en la piscina de saltos porque la teníamos enfrente y nos apetecía aprovechar para ver la competición. Nos equivocamos de puerta, pero como veían que llevábamos una acreditación nadie nos decía nada y acabamos al lado de las mesas de los jueces. Otra tarde libre nos acercamos a ver el tenis porque jugaba Rafa Nadal partido de dobles con Marc López. Era una cancha pequeñita y al vernos la acreditación y la ropa de España nos llevaron a ver el encuentro a la zona acotada para los entrenadores y oficiales, estábamos sentados a lado de Toni Nadal y cuando acabó el partido estuvimos hablando con Nadal y Marc López. Son cosas que solo te pasan en unos Juegos Olímpicos.
Si hay algo que a ustedes no les gusta es ser protagonistas, aunque sea de forma involuntaria. Algo así le pasó en Londres 2012.
Si vas a puntuar una competición y nadie habla de ti o no te llama el jefe es que fue todo bien. En Londres estaba con Takeuchi y era la última pasada de la competición, final de equipos jugándose las medallas Japón y pasa Uchimura, el mejor gimnasta del momento y que marcó una etapa durante varios Juegos Olímpicos. Falla la salida, pero lo hace de una manera un poco extraña. Tenemos que interpretar qué hace y dar una nota. Estoy con un japonés con lo que puede conllevar eso, aunque en el momento no lo piensas. Cuando acabó el ejercicio le dije: ‘Takeuchi san, no podemos contar esta salida’ y él fue tajante: ‘No, no la podemos contar’ y es muy loable por su parte que siendo japonés fuera tan honesto. Eso suponía que Ucrania se alzaba con la tercera posición y Japón se quedaba fuera del medallero. Ellos reclamaron la nota y hubo una espera de 20 minutos mientras visionaban los vídeos, tomaban una decisión… Claro, ese tiempo se nos hizo eterno tanto a él como a mí. Son épocas en las que sí cometías errores graves podían sancionarte. Al final contaron una dificultad C en lugar de la E que él hacía porque con eso bastaba para que Japón se metiera en el pódium. Son decisiones políticas que nos sobrepasaban a nosotros. Cuando salimos del pabellón los compañeros estaban esperándonos para aplaudirnos porque sabían que era muy complicado tener las narices de decir que no contaba la salida al campeón del Mundo. Japón es una potencia olímpica mundial y políticamente podía tener consecuencias, pero lo hicimos bien. Luego nos felicitó el comité técnico y nos dijo que habíamos tomado la decisión correcta.
Supongo que lo suyo también será concentración y sangre fría porque deciden en cuestión de segundos.
Date cuenta de que hay elementos en potro con arcos que no duran ni un segundo. Tú puedes puntuar y estudiar vídeos, pero no es lo mismo porque el gimnasta a veces improvisa y eso no sale en un vídeo que puedas preparar, tienes que saber improvisar sobre la marcha y estar en el directo. Eso es muy difícil. Hay mucha gente que tiene unos conocimientos muy grandes y se sabe el código de memoria, pero luego se pone a puntuar y en el momento no es capaz de gestionar el estrés y cosas que no están predeterminadas.
“Los Juegos de Barcelona fueron surrealistas. Caminabas por las Ramblas y te encontrabas con Magic Johnson o ibas por un pasillo del Palau y estaba Nadia Comaneci”
Atenas, Pekín, Londres y Río. ¿Se decanta por alguno?
Profesionalmente Londres por todo lo que hemos comentado. A nivel de organización Pekín. Llegamos el primer día y había un atasco enorme para entrar porque te pasan por un detector de metales. Al día siguiente había 25 detectores de metales y pasamos en tres segundos. Cualquier cosa que necesitabas lo tenías, era un montaje increíble, la ceremonia inaugural fue espectacular. Con todo, si me tengo que queda con unos, digo Barcelona 92 aunque haya ido de voluntario. Es que caminabas por las Ramblas y te encontrabas con Magic Johnson, pasabas por delante de un teatro y se bajaba de una limusina Serguei Bubka o ibas por un pasillo del Palau Sant Jordi y estaba Nadia Comaneci. Fueron unos Juegos súper surrealistas para muchas cosas. Nosotros estábamos en una sala de entrenamiento de Esplugas de Llobregat e iba a entrenar el equipo ruso, en aquel momento lo más, y estabas ahí con los rusos tranquilamente. El día anterior también nos invitaron a los voluntarios al ensayo general de la ceremonia inaugural y fue una pasada.
¿No estar en Tokio fue una decepción?
No, para nada. Llevaba cuatro Juegos seguidos y durante los primeros tuve la suerte de ser el único juez de categoría uno que había en España. En este momento hay otro compañero de Madrid Miguel Ángel Yáñez que también tiene la categoría uno y en esta ocasión le tocó ir a él. Es un excelente juez también y lo que no puedo pretender es ir yo siempre, sobre todo ahora, que va solo uno por país.
¿Aspira a estar en París 2024? Serían su quinta cita.
Si hay que ir se va (risas). Ahora somos más de un juez de categoría uno en España y en otras circunstancias a lo mejor sabría si voy seguro, pero ahora no depende exactamente de mí. Hay que pasar el ciclo, puntuar y ver a quién eligen, pero para nada lo descarto. España tiene un altísimo nivel de jueces en gimnasia, probablemente sea el país que más jueces de categoría uno tiene. También tenemos a un representante en el Comité Técnico de la Asociación Internacional Julio Marcos, Miguel Ángel Yáñez, Benja también es categoría uno lo que pasa que ahora está como seleccionador y no puede puntuar por razones obvias, pero somos el único país del mundo que tiene cuatro categorías uno lo que hace aún más difícil poder ir a los Juegos Olímpicos. Hay países que solo tienen un juez de categoría uno y sabe durante todo el ciclo que va a ir a los Juegos Olímpicos. Nosotros lo tenemos que trabajar aún más.
¿Ray Zapata ha conseguido arrastrar como en su día Gervasio Deferr?
Ha sido un impulso muy grande para la gimnasia por el éxito que ha tenido y su forma de ser. Es un tipo súper afable, hablas con él y es súper cercano, tiene un sentido del humor súper especial, le llamas para cualquier cosa y enseguida está a tu disposición para ayudarte en lo que sea necesario. Eso también vende gimnasia porque está en los medios y es una persona de trato agradable, la gente se queda con eso. En lo deportivo hacen un suelo espectacular, ya ves una medalla de plata olímpica es algo muy difícil de conseguir. ¿Compararlo con Gervi? Gervi solo había uno para todo, en lo bueno y en lo malo. Él también fue positivo para la gimnasia porque la dio a conocer, igual que Jesús Carballo. Es una persona que no sacó ninguna medalla olímpica, pero fue dos veces campeón del Mundo y personas así impulsan la gimnasia.
“No ir a Tokio no fue una decepción. Solo va un representante de categoría uno por país y ya no soy el único. España tiene un altísimo nivel de jueces”
En los últimos Juegos se habló mucho de salud mental gracias a Simone Bales. ¿Esto también vale para los que están al otro lado?
Por supuesto. Los grandes olvidados son los entrenadores porque en la mayoría de los deportes son fundamentales. Por mucho que un deportista quiera entrenar, si no tiene alguien que le marque, que le exija… Obviamente los protagonistas de los Juegos son y tienen que ser los deportistas, pero los grandes olvidados son los entrenadores y deberían tener un reconocimiento. En los Juegos Olímpicos, cuando el deportista se lleva la medalla al entrenador también deberían darle, no sé si una medalla o un diploma, pero hacerle subir al pódium. Hay deportes en los que pasa como la Fórmula Uno, baloncesto, fútbol. En el caso de los jueces, dependiendo en qué deporte, son más trascendentes que en otros. Obviamente los deportes que solo dependen del tiempo no tiene mucha ciencia y puede hacerse con una máquina y una persona que la controle. Sin embargo, en los deportes que sí necesitan de un arbitraje como fútbol, baloncesto, balonmano o la gimnasia tu nivel de estrés puede afectar a tu trabajo. Necesitas estar tranquilo porque si llegas con problemas se puede reflejar. Al final eres persona y tienes que estar al 100% como un deportista cuando compite.
Usted es uno de los grandes nombres dentro del mundo de los jueces. Pienso también en Ramón Gallego, Jorge García; una serie de personas que cuentan con un amplio conocimiento, pero poco reconocimiento…
Eso depende de cada uno. Me siento reconocido cada vez que puedo ir a los Juegos Olímpicos o a un campeonato del Mundo porque cuentan conmigo y lo que me llena es ir a las competiciones, haber salido de un gimnasio de una ciudad media de España y estar en un Mundial o unos Juegos Olímpicos con los mejores, con los que cuando eras pequeño veías en las revistas o en la televisión. De crío era súper fan de Yuri Koroliov, un gimnasta ruso de los 80, y cuando empezaba llegué a un campeonato de Europa y me sentaron a puntuar con él, no daba crédito. Esas cosas no se pagan con dinero y eso para mi ya es un reconocimiento. Me encanta mi trabajo y vengo al Grupo con chavales pequeños y a ayudar un poco a mis compañeros, a Uli y Ángel, llevo la parte administrativa de la sección pero me encanta ir a campeonatos de España y que haya niños pequeños de aquí compitiendo y transmitirles un poco los valores del deporte, de la gimnasia. ¿Qué luego ganan una medalla? Pues mejor, pero sobre todo fomentar el deporte y lo que conlleva todo eso.
¿Tiene la sensación de soledad? Y no digo que tengan que aplaudirles por la calle.
Sí que estaría bien cuando vuelves que alguien reconociese un poco a nivel público lo que haces, pero tampoco es algo que me perturba, igual es por mi forma de ser. Me consta por alguna otra persona de otros sitios donde te reconocen y tienes un homenaje público. En Asturias estamos como estamos para el tema del deporte de competición, hay que asumirlo y si algún día llega bienvenido será, y si no tampoco me va a perturbar en demasía.
De los últimos galardones que ha recibido es el nombramiento como juez honorífico de la Unión Europea. ¿Esto son palabras mayores?
Tanto la Unión Europea como la Federación Internacional nos dio en el año 2019 un galardón más o menos parecido. Tenías que tener unos méritos contraídos en la Federación Internacional como haber puntuado por lo menos dos Juegos Olímpicos, diez campeonatos del Mundo, no haber tenido ningún tipo de sanción a lo largo de toda tu trayectoria deportiva… Y en el Campeonato del Mundo de Stuttgart nos dieron una insignia de oro de la Federación Internacional a unos cuantos jueces. En la Unión Europea pasó lo mismo. Eso sí es un reconocimiento. Al final no tienen ningún vínculo contigo personal, como puede ser tu ciudad, tu autonomía y sí que te reconocen. Fue un orgullo recibirla delante de los compañeros en la reunión de jueces que tuvimos.
“Estaría bien que cuando vuelves a casa alguien reconociera públicamente lo que haces, pero tampoco es algo que me perturba”
Su nombre forma parte de una hornada que va a recoger el testigo de la Familia Olímpica del Principado. ¿Qué le gustaría aportar?
Estamos para lo que se necesite. Había tenido contacto hace tiempo con la Familia Olímpica asturiana y estaba un poco parada. Cuando la actual Junta nos comentó que iban a echarse a un lado, Jorge (García) tomó la iniciativa porque si no esto acaba desvaneciéndose. Dio un paso al frente y los que lo conocemos sabemos de su capacidad, cómo trabaja y enseguida le dijimos: ‘Lo que necesites’. Vamos a ver si echamos a andar un poco entre todos y podemos hacer algo por el olimpismo y por todo lo que conlleva la familia olímpica, por esos reconocimientos de los que hablábamos antes o el tema del Museo Olímpico que me parece que es un tren que no se puede dejar pasar en una ciudad como Gijón.
¿Es la gran asignatura pendiente con la sociedad asturiana?
Un poco sí. Dejar pasar la oportunidad otra vez sería imperdonable porque iba a transmitir muchas cosas a la sociedad, iba a ser un reconocimiento a todas esas personas que no tienen nada detrás y que con muy poca ayuda llegan a llevar el nombre de Gijón, Oviedo, Avilés o cualquier pueblo de Asturias a unos Juegos Olímpicos. Son cuestiones que no tienen un recorrido y ahí pueden estar también reconocidos de alguna manera. Todo eso genera muchas cosas: dinero, valores…
Con todo lo que el olimpismo le ha dado a Asturias, ¿se ha preguntado muchas veces el porqué de la indiferencia?
Entiendo que Asturias en general es una comunidad bastante deportiva a nivel popular, pero hay un vacío y una falta de tacto muy grande con los deportistas de élite o con los que llevan el nombre de Asturias o de sus ciudades por el mundo, ahí sí tenemos un hueco muy grande. Vivo en Gijón y entre el Grupo Covadonga, el Santa Olaya, todas las actividades que hace el Patronato Municipal a nivel de ciudadano tienes mucho acceso al deporte, está bastante bien estructurado todo, pero en cuanto te metes a preparar un campeonato de España los problemas son muchos: falta de ayudas, compromiso, reconocimiento. Ves cosas por ahí que dices: ‘Madre mía’, sitios con 60.000 habitantes que dan unas becas a esos deportistas de la hostia y vienes a Gijón y es un poco de chiste.
¿El deporte ocupa un segundo escalón para el Gobierno regional?
Sí, claramente. No para luego acompañar al vencedor porque ahí se desviven o enseguida tienen algún detalle con él, pero nos olvidamos de lo importante: el proceso que hay hasta poder ser un campeón. Y no solo tiene su mérito ser un campeón. El hecho de participar en unos Juegos Olímpicos, un campeonato del Mundo, de Europa, unos Juegos del Mediterráneo, grandes competiciones tiene un mérito terrible y no valorarlo, protegerlo o reconocerlo es un lastre que también arrastras.