![gente teté balseiro](https://migijon.com/wp-content/uploads/2021/02/tete-balseiro.png)
«Cuando en el colegio mandaban hacer alguna redacción mis compañeros contaban que habían ido a comer con la familia, al cine…. yo que había estado en la furgoneta viajando a Cataluña, Madrid…por Asturias, montando escenarios y haciendo bolos»
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Aunque este lunes 29 de abril se celebra el Día de la Danza, en Gijón llevamos unas cuantas jornadas dedicadas a ella. Si la Academia Karel festejaba, el domingo pasado, su gala anual “Carmen Elvira” en honor a la fundadora de dicha escuela, ayer fue el Conservatorio de Música y Danza de Gijón el que llenó el teatro de La Laboral en su también tradicional gala en homenaje al día de hoy. Y hablar de danza, coreografía y teatro, es tener presente en nuestra cabeza a la figura del artista gijonés Pablo Dávila Iglesia, al que pudimos ver en sus diferentes facetas, en las jornadas de Escena Xixón dentro del apartado de Escena en Danza.
¿Qué significa este día para usted?
Bueno, realmente para mí todos los días son el Día de la Danza, aunque reconozco que siempre es una fecha especial para todos los profesionales.
Y eso que usted no es solo bailarín. ¿Cómo se definiría?
¡Uf! Yo soy chico para todo. (Se ríe)
Defínanos bien eso para que lo entendamos los que no estamos metidos en este mundillo.
Soy bailarín, coreógrafo, asistente de dirección, director de movimiento…
¿Qué es eso de director de movimiento?
Yo lo llamo ayudar a dirigir el tráfico.
¿En escena?
Cuando entran y salen de ella. Por ejemplo, que estén bien colocados, que su movimiento tenga buena calidad, y que ese conjunto se vea perfecto.
Pero antes de llegar a todo esto, estudió en el Conservatorio de Música y Danza de Gijón. Cuéntenos un poco sus inicios.
Le tengo muchísimo cariño a este Conservatorio porque ha sido super importante en mi vida, pero ¿a qué no sabe que empecé tocando el trombón de varas?
No, no lo sabía, pero de usted ya no me sorprende casi nada.
Es que yo soy de todo lo que me apetezca y tengo que dar las gracias en eso a mis padres que, en cuanto a manera de expresarme, siempre me han dado manga ancha.
Y que son Laura Iglesia y Carlos Dávila o lo que es lo mismo, la compañía de teatro Higiénico Papel, una de las más longevas de Asturias, con 27 años de actividad y más de 40 espectáculos a la espalda.
Fíjese, me he criado en camerinos y salas de ensayo. Comprenda que el respeto a las artes escénicas, la disciplina y todo lo que hay detrás de ello, se me ha inculcado desde pequeño. Ese trabajo de tantos meses, que se muestra en solo una hora u hora y media. Yo estoy en ese mundo desde siempre, con esos valores.
No los ha tenido que aprender.
Eso es, están dentro de mi cabeza.
¿Puede ser que por esa razón tenga tantos registros dentro de la escena en sí?
Mire, mi madre, que sabe mucho de todo y es una persona muy curiosa (mi padre también ¡eh!) siempre me ha inculcado la lectura en el amplio sentido de la palabra, es decir, desde Platón hasta cualquier autor contemporáneo. Con la música igual.
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Por lo que intuyo no pusieron ninguna objeción a que usted se decantara por los estudios de danza.
A ver, mi madre que es una señora madre, vio como en un momento dejé de lado todas las actividades extra escolares, incluidas las de trombón de varas (hay fotografías en las que el instrumento se va más grande que yo) porque cuando pasaba por las aulas de danza se me iban los ojos…
Y usted haciendo solfeo.
Que lo odio con todo mi corazón…
Ahí entró en juego su señora madre, como dice usted.
Sí. Me dejó claro que no me quería verme en casa sentado en el sofá delante de la tele después de clase.
Así que empezó en el Conservatorio.
Hice las pruebas de acceso y empecé con 13 años.
¿Y las notas de clase?
Siempre fui muy espabilado y un poco camelador, así que digamos que resolvía.
Cuando acaba que hace.
Además de trabajar con Higiénico Papel (en el año 2016 ganó su primer Premio ¡Oh! Con Vientos de Mar bajo la coreografía de Omar Meza) y ver que la danza era lo que realmente me interesaba, me fui a estudiar a Holanda con unas becas de la SGAE, al Codarts Rotterdam, a seguir con la formación superior, porque yo ya hacía tiempo que estaba dado de alta en la entidad, y lo aproveché. Cómo comprenderá, con la economía de una familia de teatreros… (se ríe)
Y alguna vez protestó por ir de gira además de todo lo que tenía encima, de estudios de instituto, Conservatorio, textos de teatro…
No, nunca, y esto es muy divertido. Cuando en el colegio mandaban hacer alguna redacción de lo que hacíamos los fines de semana, mis compañeros contaban que habían ido a comer con la familia, al cine.
¿Y usted?
Que había estado en la furgoneta viajando a Cataluña, Madrid…por Asturias, montando escenarios y haciendo bolos.
Pongámonos románticos ¿Cuándo llega el músico Juan Cossio a su vida?
Hace ya cinco años.
Triunfo en el amor y en escena. Háblenos de ello.
Durante la pandemia surgió la idea de Consecuencias de la Sed, con un Premio ¡Oh! para Juan y otro para mí. Fue muy guay porque tuvimos mucho tiempo para investigar, descubrir, crear… así y todo reconozco que yo soy muy pesado, Juan es muchísimo más tranquilo. Ahora mismo ya lo estoy volviendo loco porque estamos creando otra obra.
¡Es imposible que tenga tiempo para dormir! Acaba de estar dos días en el Antiguo Instituto, ayer con una charla y antes de ayer precisamente con Consecuencias de la Sed.
Ya, no puedo parar.
Ni de hacer punto ¡ande que lo sé todo!
(Se ríe) Eso surgió hace un par de navidades. Cogí Covid. Mis abuelas eras super tejedoras, así que siempre había labores en casa. ¡Y me encanta! Me vi todos los tutoriales que encontré y empecé a tejer, dese cuenta que en Holanda yo tenía tres horas de tren diarias, así que, durante el trayecto, tejía. Hice bufandas – a Juan una horrible, que el pobre todavía guarda de recuerdo- gorros, chalecos, jerséis hasta para Pipo, mi perro; este que llevo yo hoy.
No puedo despedirme de usted y de esa vida tan intensa y apasionante que tiene sin preguntarle por su trabajo con Rodrigo Cuevas.
Está siendo una pasada. Ya había trabajado con él como coreógrafo en “Horror, el show que nunca se debió hacer” el musical de Jaleo Producciones, así que cuando me llamó para “Manual de Cortejo” tampoco me lo pensé. Es un artistazo, con una grandísima sensibilidad. Yo aprendo mucho de él en cada show.
Además, baila.
Sí claro. Desde luego este verano va a ser increíble porque viajaremos por toda España, así que tengo mucho que hacer por aquí.
¿Y cuando el cuerpo ya no aguante tanto?
Me encantaría dedicarme a la docencia.
Queda dicho.