
«Con noventa años van y quieren que les quitemos esto, lo otro… ¡oiga que tiene noventa años! No se acepta el envejecimiento, la enfermedad y la naturaleza»

Pablo San Miguel nació en Madrid, donde estudió Medicina siendo de la primera promoción que hizo completamente los seis años en la Universidad Autónoma de Madrid. Acabó la carrera con 22 años. Entonces, el sistema de selección era completamente diferente al de ahora, se podía escoger hospital (no había MIR) según expediente. A él le tocó aquí. En la Facultad de Madrid dejó organizada la Tuna, que fundó él mismo y en Gijón nos sigue dando buenos momentos con su grupo The Goggles.
Tenía yo ganas de hablar con usted. Lo creía jubilado del todo.
Me jubilé de la sanidad pública en 2017, después de trabajar como cirujano treinta y ocho años en el Hospital de Cabueñes. Sigo operando en el Hospital Cruz Roja.
Casi nada.
En su día hice la especialidad en Oviedo, del año 76 al 78. Me presenté a la oposición y saqué la plaza en propiedad, o sea, en el 79 ya estaba de adjunto en la Residencia Sanitaria José Gómez Sabugo, que era como se llamaba antes el Hospital de Cabueñes.
Muy joven.
Pues con 26 años.
¡Cuánta responsabilidad!
Mire, el 1 de febrero de 1979 estaba solo de guardia como cirujano especialista, y le cuento una anécdota. Había tanto déficit de especialistas que antes de acabar la especialidad me ofrecieron una plaza de titular en el Hospital de Avilés.
¿Y no aceptó?
Preferí presentarme al siguiente examen para entrar en el de Gijón.
¿Se acuerda de las primeras operaciones que hizo?
Perfectamente. Antes, los compañeros que estaban de guardia tenían que estar localizables, no en el hospital. Te llamaban, ibas, operabas y te volvías para casa. Así que me llamaron porque tenían a una señora con el colon perforado.
¿Y?
Pues allí me tuve que meter y la señora salió adelante.
Cuéntenos alguna más.
Otro día y otra señora. Tenía piedras en la vesícula. La operé y cuando fui a visitarla después de la intervención me dijo: usted ya me operó dos veces, una cuando era pequeña, de apendicitis, y ahora de la vesícula.
Además de ser un cirujano reconocido, que lo es, tiene esa vena artística que también es conocida por muchos.
¿A que no sabe que fundé la Tuna de Medicina de Madrid?
¡No lo puedo creer!
Como la de Medicina era una Universidad nueva, no tenía tuna, nos juntamos unos cuantos y…
¡Ala!
A tocar la guitarra.
Pero con todo lo que tenían que estudiar, ¡hombre de Dios!
Fíjese que antes se estudiaba por enfermedades, no había especialidad, hasta que el doctor Vicente Rojo, utilizando los muchos conocimientos que fue adquiriendo por diferentes partes del mundo, implantó la formación de médicos especialistas. Desde hace unos cuantos días tiene hasta una placa en la biblioteca de la universidad.
¿Alguien de aquí que haya estudiado con usted…?
Pues mire, el oftalmólogo, entre otras muchísimas cosas, Luis Fernández-Vega, es de mi promoción.
¿Cómo eran los exámenes de entonces?
Selectivos y de formato test. Te daban la nota como apto o no apto. Y punto. ¿Si suspendían alguna asignatura de las dadas ese semestre…?
Tenías que volver a examinarte de todo.
Eso es. Y si suspendías en esa recuperación, te echaban. En la Autónoma no te dejaban repetir.
Durísimo.
Así era.
Y a pesar de todo, tuno.
Con traje hecho a medida en Bermejo. Y una vez acabada la carrera seguí viajando con los tunos. Fuimos hasta Colombia, Venezuela, Puerto Rico.
Volvamos a la medicina. Todos estos momentos musicales y otros de los que hablaremos más adelante, ¿son para olvidar malas experiencias en quirófano?
Los malos momentos de quirófano se llevan en la mochila, sí. La cirugía no es una ciencia exacta.
Ahora parece que hay enfermedades que antes no existían.
Sí, claro que existían, lo que pasa es que teníamos muchos menos diagnósticos porque había cosas que no se habían inventado todavía. Cuando yo empecé, no se había inventado la ecografía, para que se haga una idea…
¡Madre!
No le digo ya, el escáner, la resonancia. Había que mirar los ojos, el pulso, el abdomen… así. Antes se sospechaban cosas, pero no se veían hasta que no abrías.
Y a pesar de todo, la gente muere muy joven…
Es que antes a los cincuenta años se era viejo y ahora la edad media de un español está en ochenta. La mortalidad infantil ha disminuido muchísimo…
Ya.
Ahora la gente quiere morirse sana.
Qué buena frase.
Es cierta. Mire, con noventa años van y quieren que les quitemos esto, lo otro… ¡oiga que tiene noventa años! No se acepta el envejecimiento, la enfermedad y la naturaleza.
¿Tenemos una buena sanidad?
Muy buena sanidad. Mire, los que han estado viviendo fuera y regresan una vez jubilados, flipan con esta sanidad, porque pueden comparar.
Dicho esto, dejemos su profesión y hablemos de su otra pasión. Llega el momento de hablar de The Goggles, ese grupo formado a finales de los 90.
Sencillo. En mi especialidad, en Cabueñes, trabajaban dos cirujanos más, Avelino Díaz y Paco Bouzón, y de la que íbamos a desayunar echábamos unos cantarines… se juntaba también otro compañero, Javier Rodilla.
Y deciden formar un grupo.
¡Bueno! Sí, un grupín. Uno en Cabueñes y otro en Jove (metimos en el lío a otro compañero, ya fallecido, César Monte.
Empiezan a ensayar.
En un zulo (se ríe).
¿Y eran…?
Paco Bouzón, Javier Rodilla, Avelino Díaz y yo, a la batería que toco de oído y de corazón.
¿Y los de Jove?
No pudieron formar el grupo, así que a la espicha fuimos nosotros, los de Cabueñes. Fue en el Marieva Palace, en diciembre del año 1998.
Se acuerda hasta de la fecha.
Es que ahí empezó todo para The Goggles (Los Gafotas).
Con el grupo, además de tocar en fiestas, bodas y demás eventos exitosos, viajaron hasta Argentina como invitados a un local que se llamaba The Cavern, como el de Liverpool.
Nos invitaron a la semana Beatles de Latinoamérica. Quince días de festival y cuatro conciertos (había 80 bandas) que siguió un roquero argentino muy famoso, Charly García, que incluso se hizo fotos en el camerino con nosotros.
Vale, pero más adelante tocaron en el local original.
Porque en ese festival de Argentina estaba el encargado de Cavern Club de Liverpool. Nos oyó tocar y nos invitó.
Y allí fueron después de ver aquí en Gijón a Paul McCartney.
Así es.
Doctor San Miguel, ha sido todo un placer hablar con usted.
Maravillosa entrevista! Desde Puerto Rico les envío un saludo. He tenido el placer de conocer al Dr. San Miguel. Excelente ser humano, doctor y músico.