Susana Souto fue diagnosticada de cáncer de mama el 17 de abril. Inmersos de lleno en la pandemia, el confinamiento y el coronavirus eran los únicos temas que parecían tener cabida en el mundo. A ella, sin embargo, le bastaron dos palabras para cambiarlo todo: «Es cáncer». Ingresada en el hospital y completamente sola porque las restricciones sanitarias por la COVID-19 así lo requerían, recibió la noticia que nunca habría querido escuchar. «Se me pasó la vida por delante en cuestión de segundos», asegura. Y el coronavirus, «el maldito coronavirus» como ella dice, lo complicó aún más. «Es un momento muy duro y estar sola hace que sea mucho peor». No sería la única vez en que el virus afectara de algún modo en su proceso oncológico. Su caso es el de muchos otros, miles de personas que en los últimos meses, mientras todo parecía detenerse, no han dejado de luchar. «El cáncer no para».
Diagnóstico y tratamiento
El verano de 2019 Susana encontró un pequeño bulto debajo de la mama derecha, y después de las pruebas pertinentes, todo quedó en un susto. «Era benigno, un quiste de grasa que se tenía que reabsorber solo», cuenta. Pero este año, el bulto volvió a aparecer. Entonces, empezó a supurar y los dolores eran «horribles». El 6 de abril pasó por quirófano para hacer un drenaje, y al día siguiente a las 9 de la mañana sonó el teléfono. Tenía que hacerse una biopsia. Aún sin conocer el resultado, ingresó en el hospital por una infección en la herida. El 17 de abril le dijeron que era cáncer de mama. Y el 22 de abril, tras un escáner, que tenía metástasis en el hígado.
Debido a la crisis sanitaria por el coronavirus, en el hospital tan solo la podía acompañar una persona, siempre la misma, de 16:00 a 19:00 horas. Cuando recibió la noticia nadie estaba con ella. «Los médicos me dijeron que era un cáncer muy agresivo, que no tenía cura». Recibir esta información sin la compañía de ninguno de los suyos lo hizo todavía más difícil. Con un hijo de 6 años, lo primero que preguntó, reconoce, fue cuánto tiempo le quedaba.
Susana Souto recibió su diagnóstico de cáncer de mama metastásico en mitad de la pandemia y sola en el hospital debido a las restricciones por el coronavirus.
A Susana le diagnosticaron la enfermedad en apenas unos días. Durante esta pandemia, sin embargo, no siempre ha sido así. Margarita Fuente, presidenta de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Asturias reconoce que, si bien, no ha habido quejas por parte de los pacientes y «podemos estar muy orgullosos de la sanidad pública en Asturias», la crisis sanitaria por el coronavirus sí ha podido suponer ciertos retrasos en el diagnóstico. «Han tenido que posponerse pruebas como escáneres y durante algún tiempo cribados como el de colón que se realizan en los centros de salud tuvieron que paralizarse», explica.
En el caso de Susana, «el problema vino con el tratamiento». Cuenta que sus médicos decidieron ponerle una quimio muy suave para evitar «que me bajaran las defensas por el tema del Covid». Un tratamiento al que se tuvo que someter cada martes desde el 28 de abril al 15 de julio. La respuesta no fue la esperada, y después de 3 meses que la dejaron «completamente machacada», llegaron incluso a decirle «que estar aquí en navidades sería una suerte». Ahora, con la Navidad a la vuelta de la esquina, el tumor de la mama prácticamente ha desaparecido y la metástasis está controlada. Pero para ello, hubo que volver a empezar a cero.
«La quimio que en principio me dieron por el coronavirus no sirvió para nada y hubo que ponerme una muy fuerte, que era la que realmente necesitaba». Tuvo la última sesión el 13 de noviembre, y está convencida que esto junto al tratamiento de oncothermia al que se sometió en Madrid, es lo que le ha salvado la vida.
Consecuencias económicas en los pacientes de cáncer durante la COVID
El primer tratamiento de quimioterapia que afrontó Susana Souto la dejó sin fuerzas. «Mi cuerpo no respondía» relata, y su marido tuvo que dejar de trabajar para cuidar de ella y de su hijo, con las consecuencias económicas que esto supuso.
Viajar a Madrid para el tratamiento implicaba más gastos en un momento en el que nadie en casa podía trabajar. Y la única ayuda que recibieron, además de la que vino por parte de la familia, fue de la AECC. «En la asociación tienen varios pisos tutelados. En aquel momento estaban cerrados por el virus, pero me pagaron un apartamento todo el tiempo que estuve en Madrid», detalla agradecida Souto.
No solo eso, sino que también recibió una prestación económica de 400€ durante varios meses por parte de la asociación. El único ingreso al que ha tenido acceso por ahora. «He solicitado la incapacidad, la minusvalía y el salario social en julio, pero sigo esperando porque el coronavirus también ha retrasado todos estos trámites», lamenta.
De hecho, la AECC estima que la destrucción de empleo provocada por la COVID-19 afecta al 32% de las personas con cáncer diagnosticadas en este 2020. Esto son alrededor de 33.000 pacientes, una población que está sufriendo una doble vulnerabilidad: la que provoca la crisis económica del coronavirus y la que origina la propia enfermedad.
La destrucción de empleo provocada por la COVID-19 afecta al 32% de las personas con cáncer, unas 33.000 personas que pasan a ser económicamente vulnerables
Para paliar estos efectos de la crisis, Margarita Fuente explica que la asociación ha aprobado un fondo extraordinario de ayudas económicas de hasta 3 millones de euros. Y añade que las ayudas en Asturias «casi se han duplicado este año».
Consecuencias psicológicas del coronavirus ene enfermos de cáncer
Pero el coronavirus no solo tuvo consecuencias económicas, sino también psicológicas. El 34,3% de la población con cáncer sufrió ansiedad o depresión durante el confinamiento. Así lo recoge un informe del Observatorio del Cáncer, que muestra que el empeoramiento de la situación económica, la sobreinformación, el temor a los retrasos en los tratamientos, el miedo a ir al hospital o la falta de atención presencial fueron algunos de los principales motivos.
La atención psicológica que la AECC presta a pacientes y familiares tampoco pudo ser presencial durante el confinamiento, pero se siguió realizando en todo momento vía telefónica y por videollamada. Respecto a este asunto, Margarita Fuente reconoce que «al principio costó un poco, pero se valoró mucho» y explica que «se notó un pico enorme de la demanda».
El 34,3% de los pacientes con cáncer sufrieron ansiedad o depresión durante el confinamiento debido al empeoramiento de la situación económica, la sobreinformación, el temor a los retrasos en los tratamientos o el miedo a ir al hospital.
Además, el voluntariado, que mayormente actúa en el ámbito del hospital, presta ahora atención también a través del teléfono. «Llaman 2 o 3 veces por semana, hablan con los pacientes, les acompañan y sirven de desahogo emocional», un tipo de servicio cuya demanda va en aumento cada vez más en Asturias.
Souto sabe bien de lo que la presidenta de la AECC en Asturias habla. Ella también se puso en las manos de los psicólogos de la asociación «porque están acostumbrados a tratar con gente en mi misma situación y me entienden perfectamente». Y afirma que este proceso que ahora atraviesa «no solo es duro para mi, sino para toda la familia, que ha visto cómo todo ha cambiado de un día para otro».
Susana echa la vista atrás y piensa que «hace tan solo un año, yo trabajaba, mi marido trabajaba, y en verano podía ir a la playa con mi hijo siempre que quería». Los últimos meses, en cambio, han sido muy distintos. Este ha sido un año difícil. Perdió a su padre, a su suegro y a su padrino, y a ella le diagnosticaron un cáncer contra el que va a tener que seguir luchando toda la vida. Pero ahora, asegura, «estoy aún más unida a mi familia, soy mejor persona y me he dado cuenta de que las pequeñas cosas son las que merecen la pena».
Tanto Fuente como Souto saben muy bien que la verdadera pandemia del siglo XXI no es el coronavirus, sino el cáncer. Las cifras así lo demuestran, «y no podemos olvidar que detrás de ellas están personas», recalcan desde la AECC.
Susana Souto es una de ellas. Acaba de pasar nuevamente por quirófano para someterse a una mastectomía. Un paso más en esta batalla a la que se enfrenta «animada y con fuerzas». Hasta ahora, dice, soñaba con que le tocara la lotería. Sin embargo, su deseo en estos momentos no tiene nada que ver. Lo único que le pide al 2021 «es seguir aquí, que ya es mucho».