¿Para qué sirve un tramo de carril bici, que no aporta nada a la circulación en bici?

«En demasiadas ocasiones, lo que se inaugura genera más conflictos que los que había antes. ¿Por qué se hacen entonces? ¿Cuál es su finalidad?»

Siempre es una buena noticia que la ciudadanía gijonesa, y quienes visitan la ciudad, tengan cada vez más opciones seguras para circular en bicicleta o en vehículo de movilidad personal. Son medios cada vez más extendidos entre todas las edades y condiciones, y su crecimiento en nuestro país es constante e imparable.

En esta columna quincenal ya hemos hablado en más de una ocasión sobre los carriles bici de Gijón. De hecho, tienen a su disposición un par de artículos donde desmenuzo su historia, desarrollo e implantación en los últimos años.

Aunque recientemente se han ampliado algunos anchos y se han cubierto más zonas, todavía muy por debajo de la demanda real, la mayor parte de las recomendaciones recogidas en la ‘Guía de Infraestructura Ciclista’ publicada por el Ministerio en 2023 se aplican de forma superficial o retorcida. No es que no se quiera mejorar: es que hacerlo implica restarle espacio al coche, protagonista indiscutible de nuestras calles, con el apoyo y beneplácito municipal. 

Lo que es imprescindible, es que los nuevos carriles sean seguros. Eso significa no sólo tener una separación física respecto a coches y peatones, sino también entradas, salidas y cruces bien resueltos. Donde haya que compartir espacio o negociar cruces con otros vehículos, la seguridad de quien va en bici debe estar garantizada. Y eso, de la manera en la que se están ejecutando, no está ocurriendo. Como siempre, quien pierde es quien camina o pedalea. Pero también perdemos todos y todas: se invierte dinero público en infraestructuras que no resuelven los problemas actuales ni están pensadas para fomentar su uso en el futuro. En demasiadas ocasiones, lo que se inaugura genera más conflictos que los que había antes. ¿Por qué se hacen entonces? ¿Cuál es su finalidad? Lo veremos con un ejemplo muy concreto que les pongo a continuación.

---

El nuevo tramo en la avenida Argentina, un claro ejemplo de cómo no hay que hacer las cosas

En la Avenida de Argentina está en ejecución un nuevo tramo de carril bici que pretende facilitar la salida oeste de la ciudad. A día de hoy, hay incluso peregrinos que optan por saltarse ese tramo del Camino de Santiago en tren hasta Perlora, debido a lo poco agradable que resulta cruzar por Veriña y sus alrededores. Y, honestamente, me parece comprensible. Como también me parece positivo que se aprovechen fondos europeos de recuperación para conectar el recién reformado albergue de peregrinos de La Calzada con esa salida.

Según el propio proyecto ‘Obras de adecuación ambiental de la salida Oeste del Camino de Santiago’, están implicadas varias administraciones: el Ayuntamiento (con sus concejalías de Turismo y Obras Públicas) y el Gobierno del Principado. El presupuesto estimado es de 563.782,56 euros. Una cifra nada menor.

Si se acercan por el carril que actualmente atraviesa el barrio de La Calzada, junto a la Ecomanzana (uno de los más utilizados según los datos de #GijónBici), verán que lo que se ha construido busca prolongar ese recorrido. El primer problema es evidente: el nuevo tramo discurre por la acera.

Puede entenderse, en parte, ya que evitar talar árboles o encarecer el proyecto podría ser un argumento de peso. La acera es ancha, sí. Pero no tanto como para alojar una terraza legalmente instalada y un carril bici sin perjudicar, una vez más, a quien camina. El resultado: la acera útil para peatones queda reducida en más de un 75 %.

Lo que viene a continuación no les sorprenderá

Los tramos finales son, sin duda, los más polémicos y a la vez los más inútiles. Debido al estrechamiento de la acera y a su falta de continuidad, se obliga a quienes circulan en bici a salir a la calzada de manera irregular. Justo lo contrario a lo que debería hacerse para protegerlos.

Además, al estar el carril en doble sentido en solo uno de los laterales, quienes circulan “en contrasentido” respecto a la calzada adyacente deben cruzar de forma completamente ilógica y peligrosa. El proyecto señala que este tramo será en calzada y así se señalizará (como un ciclocarril), pero es evidente que quien lo diseñó no se ha subido nunca a una bici en esta ciudad. O, si lo ha hecho, parece no importarle.

Más arriba, junto a la Torre Horizon, se suma el despropósito: un tramo de carril solitario, sin conexión lógica, que además se estrecha inexplicablemente casi un metro respecto al tramo inferior. Justo en ese punto, un cartel indica que se abandona Gijón. El mensaje es claro: sumar metros para cumplir con la subvención. ¿Un fraude? Todo apunta a que sí, o al menos lo parece mientras no se demuestre lo contrario y el equipo que lo haya diseñado, nos ilumine con las conclusiones que le han llevado a diseñarlo y aceptarlo de esa manera. Basta con quedarse unos minutos observando a los ciclistas que entran en la ciudad, para ver que nadie usaría ese carril como está planteado. Nadie lo recomendaría. En el sentido de salida puede tener algún uso puntual (para descansar, por ejemplo), pero en el sentido de entrada es absurdo y hasta contraproducente.

---

Conclusión: otro carril bici y su presupuesto malgastado

Por poner otro ejemplo similar, desde los colectivos ciclistas de la ciudad, ya señalamos la baja calidad, cuando no directamente la peligrosidad, del carril bici en torno al Molinón. La respuesta de la concejalía fue orgullosa, pero la realidad es testaruda: es difícil creer que alguien que haya diseñado esos tramos haya circulado en bici por ellos. Y si lo ha hecho, peor aún: demuestra que simplemente no le importa. Lamentablemente, nos encontramos con la misma situación. 

Este nuevo tramo en la Avenida de Argentina es otra muestra de lo mismo: cientos de miles de euros en una infraestructura que no es funcional en un tramo que debería de considerarse importante, no mejora apenas la movilidad y la seguridad ciclista y, desde luego, no está pensada para quienes deben usarla.