Este domingo comienza en el Centro Niemeyer de Avilés la VI edición del Festival de Cine LGTBI, pero esta misma tarde, a las 20:00 horas, el Auditorio acoge en la antesala del festival, la obra de teatro ‘Puños de Arena’ escrita, dirigida y protagonizada por el andaluz Jesús Torres.
En ella cabe la reflexión para el racismo, la homofobia, la violencia y la masculinidad: ¿Qué es la violencia? ¿Qué significa ser hombre? Recientemente nominada a 4 premios Max de las artes escénicas, y tras girar por media España, Puños de Harina llega a Asturias y quien mejor que su creador para contarnos qué nos vamos a encontrar.
¿Dónde nace y qué cuenta Puños de Harina?
Contamos dos historias, la de Rukeli y la de Saúl. El primero es un boxeador en la Alemania nazi que consigue el título de Campeón de Alemania. Hasta aquí todo “normal”. Pero Rukeli, además, era gitano, por lo que Hitler no quería que alguien con la “piel manchada” como decía la prensa, representara al país en las Olimpiadas.
Rukeli, cuando le entregan el trofeo, se emociona y llora porque el dinero sacaría de la pobreza a su familia. Los afines al regimen lo aprovechan y señalan que “alguien que llora como una mujer y baila como un gitano” – por su forma de esquivar los golpes en el ring- no puede representar a Alemania, por lo que le quitan el título.
EL boxeador vuelve entonces al cuadrilátero, con la piel llena de harina y el pelo con claras de huevo, imitando el estereotipo ario que Hitler quería para Alemania. Después de aquello es llevado a varios campos de concentración hasta que finalmente fallece.
¿Y por qué el título, Puños de Harina?
Puños suena como algo como muy fuerte y mientras que la harina es más volátil, ligera. Quería mezclar ese estereotipo de lo masculino y femenino. Aunque es una obra de dos hombres, las mujeres tienen mucha presencia, son quienes les aconsejan e intentan sacarles de esa masculinidad tóxica.
Lo que intento con esta obra es hablar de dos hombres a quienes se cuestiona su masculinidad por no cumplir los estereotipos. Rukeli boxeaba bailando en el escenario, su movimiento de piernas es muy ágil algo que luego Muhammad Ali institucionaliza. +
«Algo está pasando cuando estábamos consiguiendo poco a poco una normalización«
Saúl es un chico al que su padre da palizas y obliga a boxear para que sea un “hombre” y no homosexual. Si tampoco él es un hombre tras aguantar todas esas humillaciones, entonces lo que me quiero preguntar es ¿qué es ser hombre? Yo no tengo la respuesta, pero intento que quienes vengan a verme salgan de la sala haciéndose esa misma pregunta.
¿Sigue hoy día vigente ese cuestionamiento?
Sí, se sigue dando e incluso dentro de la comunidad LGTBI, a la que pertenezco. Seguimos automarginándonos a nosotros mismos, sigue habiendo plumofobia dentro del colectivo. Si tienes pluma parece que eres menos hombre, menos cool. Tenemos muchísimo que mejorar.
A nivel de sociedad no paramos de tener continuas agresiones homófobas en toda España. Algo está pasando cuando estábamos consiguiendo poco a poco una normalización. Y lo que está pasando es ese discurso de odio que se está fomentando desde algunos partidos.
Uno de los comentarios que más me ha chocado de los que he leído en redes sociales al anunciar la obra en Avilés fue el de “yo respeto la diversidad natural pero no la del vicio» .Estoy sorprendido porque esta respuesta no la había vivido nunca, y he girado con la obra por varios sitios, pueblos muy pequeños de la Andalucía profunda, y nunca me había encontrado con estos insultos al colectivo LGTBI, a la obra, a mí…y todo surge al lanzar esa pregunta que parece que aún escuece “¿Qué significa ser un hombre de verdad?”
Y soy consciente de que todo ello lo digo desde mis propios privilegios: soy hombre, occidental, mi familia y entorno me apoya. Pero sé que no todos tienen mis privilegios, ni mucho menos las mujeres. Aún menos las mujeres LGTBI y, todavía menos, las mujeres LGTBI de más edad.
¿Por qué crees que se ha podido dar esa respuesta en redes?
No paran de bombardearnos con una ideología que dice eso de que el dinero público se usa para maquinar, para comerle el coco a los niños y niñas con el tema LGTBI. Hay algo ahí de “que mi dinero no se use para esto”. Es muy difícil esquivar el bombardeo continuo y el discurso barato.
Yo no creo que a la gente le moleste que haya un ciclo LGTBI, pero sí hay un discurso político, un discurso de odio que ha sabido reinventarse.
Para que yo pueda estar hoy aquí haciendo esta obra muchos han tenido que luchar por mí.
¿Hay sitios que son “refugios”? ¿Pasa menos en Madrid que en Cádiz?
En Madrid aún hay puntos de los que me separo de la mano de mi chico por temor. Chueca puede ser muy libre, pero hay muchas realidades dentro de Madrid. Pero es que igual me voy a Cádiz y me siento muy protegido y no tengo ningún problema.
Creo que ya sea en Avilés, Gijón, Cádiz o Madrid, hay gente para todo. Ha habido agresiones homófobas en Gran Vía, en pleno orgullo. En todos los sitios sigue pasando.
¿Hemos evolucionado algo en los últimos 40 años?
Hemos cambiado mucho, gracias a que en los ‘70 y ‘80 nuestros mayores LGTBI lucharon mucho. Para que yo pueda estar hoy aquí haciendo esta obra muchos han tenido que luchar por mí. La sociedad ha cambiado, me siento protegido, pero aún queda mucho por hacer. No tiene sentido que si yo quiero adoptar tenga que pasar más trámites que una pareja heterosexual.
Hay que tener claro que el principal enemigo que tenemos es el discurso de odio, ese cuestionamiento de “a mi hijo no le hables de cosas raras” “acuéstate con quieras pero no lo cuentes”.
Y es que la obra va más allá del teatro
Hemos desarrollado un videojuego gratuito, que se puede consultar en puñosdeharinavideojuego.com para que la gente conozca la obra tanto antes o después del espectáculo. Es un modo chat en el que vas hablando con los protagonistas, al estilo “elige tu propia aventura” y la historia va pasando a un lado u a otro.
Te lo cuento porque para mí el teatro no es un fin en sí mismo si no un punto de partida. Cuando vas al teatro se te abre un universo que no se te hubiera abierto de otra forma. Esto lo intento materializar a través de juegos, de libros, y darle de alguna manera “una vida extra” al teatro.
Y la nota positiva es…
Que confío muchísimo en la generación que viene. Cuando hablo en los institutos de la obra, a veces me miran como diciendo “el viejo este que está diciendo si a mí me da exactamente que sea hetero o LGTBI”.
Tengo mucha fe en el público joven y en el teatro de instituto, que es importantísimo. La primera vez que actué en Gijón lo hice gracias a ello. Éramos chicos de instituto haciendo teatro para chicos de instituto. De la ciudad tengo el recuerdo de mis primeras actuaciones, cuando veníamos desde el Puerto de Santa María, donde nací, hasta Gijón, luego enlazar con Santander, Bilbao…es uno de los momentos más bonitos de mi adolescencia.