«La pregunta es clara: ¿qué ha pasado en este tiempo para que Monchu gane sin ser el candidato oficialista? La alcaldesa Ana González dijo públicamente que el ganador no era su candidato, y en la lista vencedora se incluye el concejal de deportes, José Ramón Tuero –fue contrincante de la alcaldesa en las primarias– e incluso la portavoz municipal asistió a algún acto del ya secretario general«
Fue el ahora defenestrado político y otrora todopoderoso vicepresidente del Gobierno de España, secretario general del Partido Popular e incluso efímero presidente de Asturias, Francisco Álvarez-Cascos, el que acuñó en esta tierra el aserto de que “es preferible partido sin Gobierno que Gobierno sin partido”. Fueron las palabras que utilizó en 1998 para echar del PP al hasta entonces amigo y único presidente que el Partido Popular tuvo en Asturias, Sergio Marqués (en mayo se cumplen diez años de su repentina muerte).
Este fue el episodio que me vino a la cabeza cuando el pasado domingo supe que José Ramón García «Monchu» sería el nuevo secretario general de los socialistas de Gijón después de imponerse al hasta ahora secretario de la agrupación, Iván Fernández Ardura. El primero contaba con apoyos públicos como el de la alcaldesa Ana González; el segundo se presentaba con distintas sensibilidades, algo que a la postre le acabó dando la victoria.
Ambos se vieron las caras hace cuatro años y el resultado fue al revés. La pregunta es clara: ¿qué ha pasado en este tiempo para que Monchu gane sin ser el candidato oficialista? La alcaldesa Ana González dijo públicamente que el ganador no era su candidato, y en la lista vencedora se incluye el concejal de deportes, José Ramón Tuero –fue contrincante de la alcaldesa en las primarias– e incluso la portavoz municipal asistió a algún acto del ya secretario general.
De salida, Ana González ha felicitado al ganador asegurando que “son tan compañeros y compañeras como las personas de la otra candidatura». Reacción democrática de una regidora que sabe que los estatutos del partido le garantizan ser de nuevo cabeza de lista a la alcaldía en 2023 (el propio presidente del Principado lo dijo públicamente). El meollo de esta cuestión es saber si las relaciones entre gobierno y partido van a ser fluidas entre una dirección crítica con la gestión realizada hasta ahora y una alcaldesa que no profesa pasión alguna hacia la vida interna del partido. ¿Se podrán engrasar los engranajes para que el estilo de gobierno de Ana González se acople con el estilo de la nueva dirección política del PSOE?
En algunos ámbitos del partido se pregunta con cierta metafórica ironía que quién regula realmente el tráfico en la ciudad, en clara referencia al protagonismo político que ha tomado el concejal de Movilidad de Izquierda Unida, Aurelio Martín. Tampoco hay que perder de vista las personalidades. La anterior dirección del PSOE gijonés no fue capaz de imponer su criterio en ningún momento y eso le ha costado buena parte de su derrota. Y también es verdad que, como señalan varios militantes, imponer criterios a la actual alcaldesa no resulta nada sencillo. Culpas compartidas.
La elección de Monchu ha sido un proceso democrático puro y duro. Ahora comienza la verdadera prueba de fuego para saber si una dirección política que no apoyaba una gran parte del equipo de gobierno municipal puede establecer una pauta común de actuación política, hasta ahora inexistente. Si el gobierno sigue sin contar con el partido, si no se toman decisiones consensuadas, Ana González puede encontrarse a la vuelta de la esquina con una posible y muy poco necesaria crisis institucional.
Cascos se llevó por delante a Sergio Marqués y en esa acción surgida de rencores personales, de paso condenó a su partido en Asturias a vagar por el duro camino de la oposición donde aún continúa desde hace casi un cuarto de siglo. Esperemos que en el caso que nos ocupa, todas las partes tengan claro, por el bien de la ciudad, que ni hay gobierno sin partido ni partido sin gobierno.