Hace años que esta joven aspirante a violonchelista reemplazó el arco por el cuchillo, decidida a profesionalizar el arte de cortar el icónico producto; ahora, gracias a Gijón Impulsa, aprovecha su presencia en la FIDMA para visibilizar su talento

A Paula Díaz Fernández se le dibuja una sonrisa en el rostro cuando se le pregunta por sus orígenes académicos… Que poco, o nada, tienen que ver con el lugar al que la vida profesional le ha llevado. «Pues… Yo iba para violonchelista«, comenta, risueña, con ese entusiasmo que sólo los veintinueve años pueden proporcionar. El uso del tiempo pasado da fe de que esa meta no ha llegado a cumplirse, aunque no para mal. Y es que, en el camino, esta joven nacida en Oviedo, pero criada en la villa de Jovellanos, se topó con la que, finalmente, llegaría a ser su vocación: el corte de jamón. No concebido como un simple complemento de otra actividad principal, no… A base de tiempo, esfuerzo y práctica, Díaz ha llegado a profesionalizar esa labor hasta límites pocas veces vistos, ofreciendo sus servicios para eventos de toda índole, y sentando las bases de la que, confía, llegará a ser una agencia de cortadores dedicados a ello en cuerpo y alma. Una apuesta ambiciosa y arriesgada, cierto, pero que parece estar cuajando, en buena medida gracias al apoyo que le ha proporcionado Gijón Impulsa. Los frutos los exhibe estos días en el stand que dicho servicio municipal despliega en el Pabellón 4 de la Feria Internacional de Muestras de Asturias (FIDMA).
La catarsis de Díaz con la actividad que ha llegado a ser su leitmotiv se produjo, precisamente, durante sus tiempos de alumna en el Conservatorio Profesional de Música y Danza de la ciudad. «Para no depender económicamente de mis padres, empecé a trabajar a media jornada en una tienda bar en la que vendían embutidos y cortaban jamón«, recuerda. Pronto, muy pronto, lo que comenzó siendo un mero complemento para costear los estudios pasó a ser una auténtica vocación, y Díaz no tardó en decidirse a cambiar el arco por el cuchillo. Cumpliendo con esa máxima de que la preparación hace al maestro, a esa práctica empírica inicial le siguió el adiestramiento en profundidad. Así, cuenta con orgullo que «me formé con los grandes y, un día, vi un nicho de mercado en dedicarme a esto en exclusiva; no como extra de otra cosa, sino plenamente«. A partir de ahí, todo fue cuestión de trabajo, constancia, una pizca de buena suerte… Y visibilidad. Presente en bodas y eventos, el coto de caza habitual del corte, pero también en celebraciones familiares, talleres y otros acontecimientos menos usuales, Díaz no tardó el lograr una presencia mediática relevante, en especial gracias a su perfil de Instagram @pauladiaz_cortadorjamon. Fue a partir de entonces cuando fraguó en su mente la idea de la agencia… Y cuando se le ocurrió llamar a la puerta de Gijón Impulsa.
«Aparte del asesoramiento, que es estupendo, y de la ayuda técnica para mejorar, lo que más me aportan es algo que en otras partes es difícil de lograr: visibilidad, darme voz y decir al mundo que estoy aquí, y que soy una profesional del sector de pies a cabeza«, detalla. Porque, en efecto, ese es otro de los objetivos que Díaz se ha marcado durante su semana de estancia en la FIDMA: no sólo exhibir su talento, sino también demostrar que una mujer, y aún joven, dedicada al corte puede hacerlo, como mínimo, con tanta calidad como un hombre. «Quiero traer al norte la profesionalidad que hay en el sur, y contribuir a que los que somos jóvenes y mujeres se nos tenga en cuenta«, sentencia. Ella misma, confiesa, ha «sufrido desprecios por ello, gente que rechaza tus servicios porque no eres ni de una determinada edad, ni un paisano a punto de jubilarse; no muchos, pero sí alguno«. Ese es el gran enemigo que, con ayuda de Impulsa, se propone abatir: el del prejuicio. Al fin y al cabo, «soy la más joven dedicada a esto en Asturias, y la que tiene más seguidores en redes… Pero, allá donde voy, no digo que soy cortadora de jamón. Soy cortador. Es lo que quiero. Y voy a por todas«.