«Cuando tienes depresión, si tienes dinero para ir al psicólogo, de vacaciones, un trabajo fijo… no avanzas al mismo ritmo que alguien que no disponga de los medios necesarios»
Paula Marín (Avilés, 1983) es psicóloga, escritora, formadora y divulgadora. Y también ha escrito un libro, Revienta, con 100 historias “bonitas, pero también muy duras”. Esta tarde estará en Metrópoli ofreciendo una charla sobre ‘El Síndrome de la Impostora’, una de esas condiciones con las que muchas personas conviven aún sin saberlo. Con ella hablamos de salud mental, de la sanidad pública o de la influencia de las redes sociales en nuestra definición de soledad.
Esta tarde estarás en el espacio Metropolitanas, en el que hablarás del Síndrome de la Impostora, explícanos qué es, para quien no sepa muy bien de qué se trata.
Quien lo tiene vive con esa sensación, que suelen tener más las mujeres por la educación que hemos recibido, de ser menos capaces que los demás, menos válidas, al desempeñar por ejemplo un cargo de responsabilidad. Piensan que los demás siempre son mejores, y que ellas no son para tanto, tienden a minusvalorar su propio trabajo.
¿Es un mal común en nuestra sociedad? Tiene un componente importante de sesgo, ¿también hay hombres con Síndrome del Impostor?
Sí, también hay chicos que viven con ello, aunque es mucho más frecuente encontrarlo en mujeres. De hecho, casi todas las mujeres que veo en consulta lo tienen. Es algo social y cultural, históricamente las mujeres no hemos estado en puestos de responsabilidad, se nos educaba para estar en casa, para atender la familia… y ahora sentimos eso de que “no valemos”. Hablo en primera persona porque yo, al escribir un libro o a la hora de tomar la decisión de abrir una segunda consulta, también lo he sentido.
¿Dónde está la solución para prevenir que las nuevas generaciones crezcan con él? ¿Falta educación emocional?
Es muy importante recibir la información adecuada. Saber que no estás sola y trabajar aspectos como la seguridad y la autoestima. Además, contar con referentes femeninos y participar de grupos y redes de apoyo es muy importante. En cuanto a los referentes, un ejemplo curioso es que ha habido multitud de mujeres escritoras y, sin embargo, en los libros de texto casi no vemos ninguna. Por supuesto, ayudaría enormemente cambiar la estructura patriarcal de nuestra sociedad.
Lo que también se ve es que, ya desde pequeñas, muchas niñas renuncian a puestos de trabajo porque están masculinizados. Y resuenan todavía frases como “no hay nada peor que tener una jefa” o “si ha llegado ahí algo habrá hecho”. Todavía queda en nuestra sociedad cultura de este tipo que provoca en las mujeres mucha inseguridad.
La Covid ha supuesto de alguna manera un antes y un después a la hora de afrontar la salud mental. Muchas personas se han quitado ese “miedo” a hablar de ello. ¿Se nota en las consultas ese cambio de paradigma?
Sí, de forma exagerada. La Sanidad pública está desbordada y la privada empieza a estarlo. En mi consulta ya tenemos lista de espera y no es ni mucho menos la única. Ahora hay campañas animando a la gente a ir a consultas, a hablar, pero lo que no hay son recursos. Cuando la gente va a pedir ayuda no la consigue, si no tienes dinero para pagarte un psicólogo privado en lo público te encuentras con listas de espera eternas.
Parece que se está esperando a que la gente llegue a puntos muy límites para poder atenderlos. Y la pública, desbordada por falta de recursos, lo único que puede hacer es pautar consultas de cada varias semanas, consultas a veces de media hora, y recetar medicación, que es una forma de contener a la gente pero no de atenderla. El Covid ha terminado por romper una sociedad que ya era muy capitalista e individualista.
En diez años, ¿estaremos mejor como sociedad o «ya no tenemos remedio»?
Si no se movilizan los recursos necesarios estaremos peor. En este sentido no me sale ser optimista. Hablamos de que en España se llevan a cabo 11 suicidios al día y 200 intentos. Una de las cosas que me parecen fundamentales para frenar esto es que sepas dónde ir. La gente se siente muy sola, “bichos raros”, y es necesario construir espacios donde, guiados por profesionales, puedan abrirse y contar su historia.
Nunca en la historia hemos estado más conectados y nunca nos hemos sentido tan solos. ¿Puede ser?
Las redes sociales tienen una parte positiva pero otra muy, muy negativa. Crean adicción, esa necesidad de compararse continuamente con los demás…en los más jóvenes es atroz. En las relaciones de pareja crean dependencias extremas “es que no me contestaste y estabas en línea”, viven enganchados a ello, todo el rato generando dopamina y cambiando de enfado a alivio en cuestión de minutos.
¿Qué casos son los que, con mayor frecuencia, llegan a tu consulta?
Han subido un 50% las llamadas de chavales menores y adolescentes. En consulta lo que más viene son personas con sintomatología ligada a la ansiedad y la depresión, los dos grandes males del siglo XXI. Y cuando hablas con ellos ves que casi siempre viene precedido de traumas en la niñez o la adolescencia. A todo ello se suma el contexto social. Es el caso de chavales que se han tirado toda la vida estudiando y que cuando llegan a 30 años y encuentran un empleo precario ven que el futuro no era lo que imaginaban.
Al final el contexto es casi lo más importante.
Es muy importante y es algo a lo que la gente no le da valor. Cuando tienes una depresión, si tienes dinero para ir al psicólogo, de vacaciones, con la certeza de que tienes un trabajo fijo, nunca avanzaras al mismo ritmo que alguien que no disponga de esos recursos. En Asturias tenemos nuestro propio contexto: el tiempo y la falta de oportunidades laborales hacen mella.
Compartes cartel en Metrópoli con otras dos escritoras, Alicia G. y Veronica García. Y digo escritora porque tú, además de psicóloga también has escrito un libro: ‘Revienta’ (Círculo Rojo, 2021). ¿De qué trata?
Son 100 historias. Cien relatos en los que hay de todo: hay algunos llenos de esperanza y de amor y otros muy duros que hablan del maltrato, de la violencia, el abuso sexual o la depresión. Algunas están basadas en lo que he vivido y otras en lo que veo en consulta, en mi entorno, por la calle…Creo que todos nos podemos identificar en alguna de estas historias y que puede aliviar, al menos, sentirse reflejado.
Y, ¿por qué no podemos perdernos tu charla de esta tarde?
Es una charla abierta a todo el público y creo que es importante que la gente se acerque porque aborda un tema, el Síndrome de la Impostora, del que no se habla tanto como debiera. A veces simplemente oír hablar de él y saber que no estás sola en lo que estás pasando genera un alivio brutal. Conseguir poner nombre a algo y conocer gente que te comprende es ya el principio de algo. Es verdad que la salud mental se está visibilizando, pero mucha gente sigue sin saber qué es la ansiedad.
Y, por otra parte, creo que es importante acudir a estos espacios porque como sociedad no estamos preparados para estar con gente con problemas de salud mental. Muchas menos minimizamos sus problemas cuando nos los cuentan y tenemos que aprender a validarlos. Cuántas veces alguien pide ayuda y respondemos con “si no te pasa nada, si estás genial” o “no te preocupes que yo estuve peor”. Hay que validar esos sentimientos y ser capaces de empatizar con el resto de personas.