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El fallecimiento ese mismo año del icono musical británico dio alas a los amantes del Antroxu para rescatar del baúl de los recuerdos la música de los 70… Y, de paso, para señalar con ritmo alguno de los males que por entonces asolaban Gijón
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La década de los 70, en cuanto a música se refiere, es irrepetible. Desde el glam rock de David Bowie hasta la voz inconfundible de Freddie Mercury, pasando por la sensualidad de Donna Summer y el talento incomparable de Stevie Wonder, los cantantes de esos años nos regalaron canciones que se convirtieron en himnos. Surgieron verdaderos iconos que, a día de hoy siguen siendo referentes por el carisma y talento que tenían.
Ambas cualidades no parecen ser importantes para triunfar a día de hoy. Mucha de la música de ahora es tan incomprensible como horrorosa, para la que suscribe. ¡En fin, será la edad!
¡Hoy estamos así de nostálgicos! Comprenderán que, al recordar de qué guisa enmascararon a nuestra ‘estatuona’, los suspiros acompañen cada línea.
Ver a nuestro vigilante de la plaza del Marqués con el famosísimo maquillaje del cantante, compositor y actor David Bowie; su pelo en cresta, rojo sangre, recordó que nada en la música volvería a ser lo mismo, porque ese ídolo de masas, rey del glam rock, había fallecido apenas un mes antes de nuestro festejo ‘antroxero’.
Su voz profunda y ese estilo único, extravagante y andrógino -igual algunos o algunas creen que esto de la androginia se inventó ahora- no tienen sustituto.
¡Ay! Qué jornada la de aquel viernes tan inolvidable… Porque, si la elección de la indumentaria de nuestro Pelayo 2016 era de diez, el pregón fue de tirarse por los suelos de risa.
El caso es que se unieron a los homenajes del cantante fallecido dos ‘rockeros de roca’: los oricios Mauricio y Horacio.
Primos hermanos de la Sardina Gondolina, llegada a nado en busca de jolgorio, no dejaron títere con cabeza.
Que si en el barrio de La Arena llevaban diez meses de obras en las calles, que si se están habilitando carriles bicis, y pa qué…
¡Bueno! Y lo de la discoteca Oasis, convertida en hamburguesería… ¡El colmo de los colmos!
En fin, que a los pregoneros se les hincharon (palabras textuales) hasta ‘les hueves’.