
Debidamente vacunado, y acompañado por ‘Sardi’ y por los novedosos personajes ‘Proto’ y ‘Colo’, el caudillo astur recuperó todo su protagonismo en una de las ediciones del Antroxu gijonés más emotivas que se recuerdan

Después de dos largos años de crisis sanitaria, debida a la pandemia producida por el COVID-19, la subida de bandera al Antroxu dibujó una sonrisa, por fin, en la cara de los charangueros y amantes de los festejos de las mascaritas, boas de plumas y el ‘brilli brilli’. Y no olvidemos que esta fiesta es de Interés Turístico Regional…
Había ganas no, lo siguiente. Volvían el folclore, los abrazos, besos, concursos y desfile. En este último hubo un pequeño cambio, al no incluir las carrozas motorizadas. ¡Por si les ‘mosques’! Que el ‘bichu’ había bajado de intensidad, pero no desaparecido.
Para no olvidarnos de ello, y no cometer tonterías innecesarias, el pregón, a cargo de la compañía de teatro Higiénico Papel, subió al balcón de la plaza Mayor a ‘Proto’ y ‘Colo’, dos personajes de máxima actualidad.
Desde luego, no pudo haber teloneros mejores a las tradicionales coplas de Jerónimo Granda, puntillosas, como siempre.
¡La verdad! Fue una vuelta a escena emocionantísima y festiva cómo nunca. ¡Cómo bailaba ‘Sardi’!
Enlatada durante dos años, fue oler aire fresco y poner la cola tiesa como una vara para saltar del encierro conservero a la mismísima fuente de nuestro chismoso caudillo, el rey Pelayo.
La expectación fue máxima en los alrededores de la plaza del Marqués. ¿Dé que guisa se disfrazaría?
El protocolo de todos los años nos acercó la grúa, la colocación del arnés al profesional encargado de subirse a ella y, en apenas media hora, el misterio estaba a punto de descubrirse.
De la mano de la ‘estatuona’ pendía una jeringuilla gigante y, a sus pies, cientos de vacunas.
Y así de preparado estuvo nuestro protagonista. No hubo selfie ni foto que se le resistiera.
Estaba vacunado.
La falta de lluvia fue la causa de su muerte. ‘Sardi’, mientras paseaba el lunes por su finca de San Andrés de los Tacones vestida con su ‘asturkimono’ -madreñes, dengue y montera picona de hierba y flores-, sufrió un accidente fatal entre patatas y berzas. La tierra seca le provocó un resbalón y su posterior muerte.
¡Un dolor!