Pensar en los jóvenes es pensar joven, la vía más natural, barata e interesante para el rejuvenecimiento personal
Pasó la CometCon y no dejó indiferente a nadie. Entradas agotadas, gran seguimiento, influencers y lo mejor de la cultura pop invocaron en el Recinto Ferial unas ganas de disfrutar que ya parecen propias de una era anterior. El éxito de este evento, que ha pagado con creces su deuda con la ciudad, se ha fundamentado en la pasión de la juventud y en la transversalidad de un programa para todos los públicos, que ha sentado a la mesa a familias enteras con Darth Vader, Son Goku, Super Mario, Spiderman y otros personajes que nos han marcado desde críos.
Qué alegría y qué contraste ver tanta gente joven en nuestro Xixón. Este verano, y ya van unos cuantos, ha significado (de nuevo) la vuelta a casa de los jóvenes emigrantes que, según dijo Areces, nunca existieron. Sin ellos, cualquier sociedad está condenada, en el corto plazo, al anquilosamiento de su forma de vivir, a la fosilización del sistema, a la cerrazón mental; en el largo, a la completa extinción de lo que alguna vez fue. Y en eso estamos. Yo lo sé, tú lo sabes y todos lo saben. Es el mayor secreto público de Asturias. Triste.
Pero es septiembre y los desheredados vuelven a sus vidas reales, fuera del Principado, ese lugar donde un porcentaje cada vez menor de personas experimentan su transición a la vida adulta. La incertidumbre, siempre presente, se combina con un entorno cada vez más envejecido, en el que, con frecuencia, chocan con una tremenda incomprensión. Hablan un idioma diferente y se sienten extranjeros en su propia tierra. El mundo entrecano, casi hegemónico, les resulta ajeno en el mejor de los casos; en el peor, les acusa de ser los causantes de las siete plagas.
La sociedad asturiana necesita reforzar sus puentes intergeneracionales. En Gijón fuimos pioneros, en las últimas tres décadas, de encontrar nuevas vías de comunicación con la juventud que algún día sustentará la ciudad. Abierto hasta el Amanecer, Conseyu y la oficina de Juventud son algunos de los faros que han iluminado el camino de nuestros jóvenes y que, ahora mismo, necesitan una puesta a punto, y el reconocimiento de su importancia, también a nivel presupuestario.
Sangrante es el caso del Abierto, organización sin ánimo de lucro que siempre ha necesitado un porcentaje de financiación privada para dar un servicio público indispensable. Desde su origen, la administración local ha rehusado avalarles ante los bancos, y tampoco ha apoyado la creación de un fondo que les proporcione algo de tranquilidad. En diferentes momentos de su historia, la situación ha llevado a algunos trabajadores a incluso avalar el programa con sus patrimonios personales.
Me decía ayer Herminia Bermúdez, jefa de la oficina de juventud del Ayuntamiento, que la juventud es “una maravilla que hay que atravesar, con muchas dificultades, pero que te conduce a la autonomía”. Una preciosa definición que debería estar en la exposición de motivos de cualquier ordenanza, pero también en la cabeza de muchos de nuestros conciudadanos. Pensar en los jóvenes es pensar joven, la vía más natural, barata e interesante para el rejuvenecimiento personal. Nos hace ser menos egoístas, abre los marcos mentales para pensar a lo grande y, fundamental estos días, nos da esperanza.