“Mi afición es al monte, no al vídeo o la fotografía. Si quieres ver algo tienes que amanecer en el monte, cuando los bichos echan a andar ya no ves nada”
“Se están diciendo muchas tonterías sobre el oso: ¿cómo van a estar invadiendo su hábitat si en los pueblos no queda gente?”
“Paso muchas horas en el monte, el animal escapa siempre; un zarpazo a mala leche no lo cuentas”
La afición de Pepe Caunedo es al monte, no al vídeo o a la fotografía. La primera vez que vio un oso tenía 8 años, estaba comiendo cerezas con dos osinos. Lo recuerda como algo normal. En Somiedo no se habla de un oso, se habla del oso, con respeto, y sobre todo con cariño. El ser humano, el ganado y la fauna salvaje han convivido en armonía durante siglos en el Parque Natural, la primera Reserva de la Biosfera de Asturias, y el lugar con más osos de toda la Cordillera Cantábrica. Para que se hagan una idea, si en la Cordillera Cantábrica habitan entre 300 y 350 osos pardos, 280 están en las montañas de Somiedo. Pepe lleva años madrugando siempre que el trabajo se lo permite para amanecer en el monte y registrar con una cámara de vídeo osos, linces, o venados. Nunca ha tenido ningún incidente.
-Le tenemos aburrido esta semana a llamadas los periodistas. ¿Cuál es su opinión como experto y conocedor del oso sobre el ataque a una vecina de Cangas del Narcea?
-Yo no me considero ningún experto, pero lo que sí le puedo decir es que lo que están diciendo algunos expertos son tonterías. Que si el celo, que si se siente acosado… Pero, vamos a ver: ¿cómo va el hombre a estar acosando el hábitat del oso si aquí quedamos cuatro? Entonces, cuando había vida en los pueblos y gente en el monte, porque las cocinas se alimentaban con leña, se hacían madreñas y muchas construcciones de madera. Entonces, ¿eso qué era, una invasión?
-¿Qué cree usted que pasó?
-El oso, como todos los animales salvajes, es huidizo. No sé lo que pudo pasar. Quizás la situación, que en ese momento, en ese lugar, se sintió acorralado. Una reacción, un grito… Lo importante es que esta vecina se recupere bien. El oso tiene unas zarpas que son como cinco cuchillos, como humilde espectador creo que si la hubiese atacado con intención de hacer daño el resultado habría sido otro. Un zarpazo a mala leche, no lo cuentas. Aquí en Somiedo nadie recuerda que un oso hiciera daño a nadie. No hay que olvidar que son animales salvajes y grandes, pero son miedosos.
-Cuando va al monte a grabarlos ¿ellos saben qué está usted ahí? ¿Nunca se ha sentido en situación de peligro?
-La gran mayoría de las veces no me perciben, porque guardo una distancia suficiente. Lo guapo es que no te vean, para que actúen con normalidad. De todas formas, cuando saben que estas ahí, como la distancia es prudencial sienten que no eres peligroso. Es como un código que no está escrito, algo natural.
-¿De dónde le viene la afición a grabar osos?
-Mi afición es al monte, no al vídeo o la fotografía. Veía cosas tan impresionantes cuando iba al monte que un día decidí comprar una cámara y ponerme a grabar para compartirlo. Me chiflan los animales, me chiflan todos.
-Se pega unos buenos madrugones para conseguir esas imágenes.
-Si quieres ver algo, tienes que amanecer en el monte. Cuando los animales echan a andar, ya no ves nada. Esta época de la primavera es la mejor para verlos, porque salen en busca de alimento.
-¿Qué es lo que más le ha sorprendido en este tiempo?
-Sorprender no me sorprende nada, porque es la vida. Los osos pasan por delante de las vacas y no se inmutan. Pero me llevo muchas alegrías. El año pasado desde el mismo punto grabé 9 osos, fue un subidón terrible. Hay escenas muy simpáticas. Hace dos semanas, después de 14 horas tirado en el monte, se encontraron unos osos en celo por el monte, se saludaron, luego se pelearon y luego se aparearon, lo tengo todo grabado. La vida tal cual. No se puede imaginar lo que se parecen a los humanos… Para dar de mamar a sus crías, las osas normalmente se sientan y se recuestan. Una de ellas tenía un osín tan pequeño que no llegaba a mamar, y la madre lo cogió con la garra con muchísimo cuidado y lo levantó. Nacen en enero y cuando salen son como gatinos.
-Cuénteme más sobre esa convivencia en armonía con el oso en Somiedo
-Aquí estamos acostumbrados a que los osos anden por los pueblos. Lo que es peligroso, y son problemas que no están resolviendo desde las administraciones, son situaciones como la de la osa de Proaza que anda por los gallineros. Eso hay que cortarlo de raíz desde el principio, dándole un buen susto, porque si le dejamos que se acostumbre a conseguir de manera fácil la comida, después es cuando vendrán los problemas. En Somiedo la convivencia del oso con el humano es buenísima. Los ganaderos, durante años, han mantenido el territorio cuidado como está ahora mismo, da gusto ver cómo trabajan, el respeto absoluto con el que tratan el entorno. Y, espero no equivocarme al decir esto, aquí no hay furtivismo. Somiedo es un paraíso para los bichos y pasear por Somiedo es un regalo. Viví mucho tiempo fuera y no quiero volver a marcharme, aunque tengo que desplazarme 150 kilómetros para ir a trabajar a Pravia. Este lugar me da energía, me siento muy afortunado.
-¿Qué le parece el turismo basado en avistamientos de osos?
-Que la gente lo disfrute, el oso es de todos. Aquí las empresas de avistamiento son locales y trabajan con mucho respeto, conocen el territorio. Se hacen las visitas desde una distancia muy prudencial para que no haya ningún problema. Hay que apoyar este tipo de iniciativas que generan empleo. Cuesta mucho traer a la gente a Somiedo, sobre todo la primera vez. Después siempre repiten.
– ¿Qué recomienda hacer si alguien se encuentra cara a cara con un oso?
– Paso muchas horas en el monte, el animal escapa siempre. No es bueno gritarles, que no se sientan amenazados.
– ¿Algo que se le quede en el tintero?
- Me gustaría decir que Somiedo es mucho más que osos. Ahora mismo estamos en plena época de nacimiento de las crías de venada y rebeca. Están también el pájaro pechiazul, el acentor alpino, el águila culebrera, el águila real, o el alimoche. En septiembre está la berrea del venado y en noviembre el celo del rebeco. Tenemos nutrias, gato montés, lobos, martas…. En flora destaca la centaura somedana, y varias plantas carnívoras, por no hablar del otoño con todo el monte rojo. Lo dicho: Somiedo es mucho más que osos.
Comentarios 1