«Hemos fallado a nuestros jóvenes porque generamos una sociedad donde la simplicidad de los mensajes de odio e intransigencia calan en su manera de pensar y, por lo tanto, de votar»
Estimados jóvenes…
Creo que nuestra generación, aquellos que nacimos en una democracia imberbe, debemos pediros disculpas tras la configuración de los gobiernos municipales de este último sábado. Tenemos parte de culpabilidad ante una situación que ha conllevado la vuelta de la extrema derecha al poder. Hemos tenido la posibilidad, y nos han dado las herramientas, para evitar la llegada de políticas que fracturaron Europa en el siglo XX. Sin embargo, en una sociedad generadora de necesidades siempre insatisfechas, deseos tras deseos y deseos, las hemos olvidado con la comodidad, enriquecimiento social y egoísmos. Hemos fallado a nuestros abuelos y abuelas, familias que batallaron para sacar de los gobiernos a aquellas personas que estaban en contra de la tolerancia, la igualdad y los Derechos Humanos, construyendo los pilares del Estado del bienestar que conocemos. Hemos fallado a nuestros jóvenes porque generamos una sociedad donde la simplicidad de los mensajes de odio e intransigencia calan en su manera de pensar y, por lo tanto, de votar, haciéndoles olvidar la cercana historia negra española, pensando que la rebeldía es retomar el ayer, ese ayer caracterizado por la imposibilidad de rebelarse. Hemos fallado a unos y otros, y no podemos alejarnos de la responsabilidad que tenemos como constructores de la sociedad desde la caída de la dictadura.
Si nos mantenemos al margen de lo ocurrido en estas votaciones, si repartimos culpas sin ponernos nosotros dentro de las mismas, seguiremos incidiendo en errores, repitiendo equivocaciones, adormecidos en nuestra superioridad moral, mirando el futuro como algo lejano, viviendo el presente, nuestro presente, nuestra inmediatez, sin los gestos de generosidad social que vivimos en aquellos tiempos de construcción tras la muerte del dictador Franco. Está claro que no es la misma sociedad, no podemos anclarnos al pasado, pero si han regresado los fascistas del ayer; si, según las encuestas, el 20% de los nuevos electores se decantarán por Vox en los próximos comicios, es que no hemos sabido combatir correctamente la lacra de la historia europea, permitiéndole espacios en donde invernar durante estos años.
La juventud necesita referentes que miren para ellos, no adoctrinándoles sino haciéndoles partícipes de la acción política, no culpabilizándoles, como en alguna ocasión se hizo en la pandemia, sino logrando medidas que faciliten su vida y mejoren su futuro. No juzgándoles continuamente, sino estableciendo mecanismos de diálogos intergeneracionales para llegar a conclusiones y medidas globales, seguir incidiendo en la Memoria Histórica como elemento clave para comprender el ayer y fomentar el interés hacia los valores democráticos. Para ello debemos darles confianza, hacer que vean en las instituciones ejemplo y modelo de comportamiento y democracia. Debemos introducirnos en su mundo, en su espacio vital, para compartir sus inquietudes y entender sus lenguajes. Vox lo ha conseguido. El partido ultraderechista ha conseguido hacer sentir a los jóvenes pertenencia a un grupo, lograr que estén confiados bajo su ideología, o más bien bajo su cuidado marketing. Apoyándose en el mayor crecimiento de los partidos políticos en Instagram y YouTube, viralizan mensajes simples y confrontativos, inmediatos, viscerales, propios de una juventud fogosa, rebelde y cambiante. Mensajes de combate, de instintos humanos no racionales, de pura testosterona que se introduce en el pensamiento juvenil como un buen chute de adrenalina. VOX es considerado, por muchos jóvenes, el voto inconformista ante una realidad de la que no se sienten partícipes. No hemos logrado generar una sociedad, o lo hemos hecho y se está resquebrajando, en donde una buena parte de las personas de dieciocho a veintidós años se sientan seguras y confiadas del mañana, provocando que busquen en la extrema derecha respuestas y futuro.
«A pesar de ese vuelco de mirada hacia la derecha o extrema derecha, nuestros y nuestras jóvenes siguen confiando mayoritariamente en Pedro Sánchez»
En 2015, con una cultura cívica entre los más jóvenes como hacía años no se veía, los partidos llamados tradicionales fallaron en ese nuevo interés político juvenil, haciendo, en una estructura de oportunidad política y de creación de liderazgos como hacía mucho tiempo que no ocurría, que la juventud se abrazase a Podemos y Ciudadanos. Hoy, veinteañeros y veinteañeras, en una coyuntura marcada por la polarización y la tensión, miran a alternativas radicales tras una crisis sanitaria y una guerra en Europa con consecuencias sociales y económicas. Ante la ausencia de la imagen de antisistema de los partidos de Pablo Iglesias y Rivera, la juventud, un colectivo con un interés político muy crítico, se asoma a Vox, empujados por la situación actual y la desconfianza en instituciones. Con un pensamiento de haberse sentido marginados de la política electoral, junto a la intransigencia hacia la negociación con miras a largo plazo, nuestros jóvenes se lanzan a los brazos del partido de Abascal como una cierta revancha cultural, que refuerza su rebeldía, basándose en inmediatas emociones y caminado en la querencia de buscar objetivos a corto plazo. Simples, pero contundentes aspectos en los que se basa el voto radical.
Sin embargo, a pesar de ese vuelco de mirada hacia la derecha o extrema derecha, nuestros y nuestras jóvenes siguen confiando mayoritariamente en Pedro Sánchez. Han visto en el Secretario General del PSOE una persona con valores y rebeldía. Su renuncia al escaño, gesto valiente y contra el sistema establecido, le convirtió en referente para esas personas veinteañeras. Al igual que hizo hace unas semanas con la convocatoria de elecciones, volviendo a hablar en el mismo lenguaje, con el mismo valor, con la misma respuesta inmediata y franca ante una situación: los resultados municipales y autonómicos. Desde sus acciones iniciales, cercanas a la juventud, como lo fue recorrer el país en su coche para estar con la ciudadanía, hasta su llegada al gobierno, con medidas de gran calado para ese sector poblacional, refleja el pensamiento en donde la juventud es uno de sus centros políticos. Actuaciones como vivienda con aval de hasta el 20% de la hipoteca, bono cultural, becas de estudios, interrail europeo, bajada de las tasas universitarias, la mayor creación de empleo para los jóvenes desde hace años… consiguen hacer que las personas de veinte años sigan viendo en Pedro Sánchez la referencia en la izquierda, por la confianza ante el político y la inmediatez de las medidas prometidas.
Debemos combatir la imagen de posesión de la verdad, enfrentarnos a los mensajes de la extrema derecha con un potente y cercano argumentario, usar el lenguaje para convencer, no prejuzgar sino comprender, defender y valorar el sector público como garante de los derechos universales, no entrar en la confrontación sino en el diálogo, evitar la polarización ideológica – la juventud es el grupo más permeable a esas tendencias – a través de las políticas para generar consensos, defender los medios de comunicación serios evitando las fake news, mayor transparencia en las instituciones para favorecer la confianza de los y las jóvenes, tolerancia cero ante la corrupción, gestos ante errores políticos, personales y de partido, que conlleven a aumentar la confianza de la ciudadanía más joven, afianzar el sentimiento de pertenencia como vínculo emocional a la Comunidad Autónoma, España y Europa, escuchar a la juventud no por cálculo electoralista sino porque ellos y ellas son el hoy y el mañana.
No podemos fallar a nuestro pasado para seguir construyendo nuestro futuro, y en esa construcción están ellos, están ellas: nuestra juventud.