
Una ofensa a todos los ciudadanos, en especial a las víctimas del terrorismo y a sus familiares

Queridos lectores: el pasado martes 30 de septiembre, el Museo del Ferrocarril de Gijón acogió un acto organizado por la diputada autonómica asturiana Covadonga Tomé y por Somos Asturies, con el título “Parar a la extrema derecha”. Hasta ahí, todo normal: es lógico que la izquierda no quiera que gobierne la derecha, extrema o no. Lo que ya no es tan normal es que una de las ponentes fuera Mertxe Aizpurua, diputada de EH Bildu en el Congreso. Y aquí conviene subrayar un par de cosas, que no por obvias dejan de ser importantes.
La primera es que Bildu (antes Herri Batasuna) fue el brazo político de ETA, una organización terrorista que durante años sembró el pánico en toda España, con especial saña en el País Vasco. Entre 1968 y 2010 asesinó a más de 850 personas, con especial virulencia en los llamados “años de plomo” (1978-1980): 244 víctimas. Es verdad que ETA ya no mata (¿a quién debemos dar las gracias?), pero en la actualidad EH Bildu celebra, día sí y día también, homenajes a terroristas y asesinos cuando salen de la cárcel. Sin ir más lejos, en la Semana Grande de este 2025, militantes y simpatizantes recorrieron las calles de la capital vizcaína para reclamar la “vuelta a casa” de los “presos, exiliados y deportados” vascos como condición para “superar el conflicto”. Sustituyan “presos” por “terroristas y asesinos condenados” y “superar el conflicto” por “hasta que no vuelvan todos ellos al País Vasco, cualquier cosa puede pasar”. Además, como cada año, Bildu contó con su “txosna” (caseta), junto a la ría en el Paseo del Arenal, adornada con los nombres etarras con delitos de sangre como Harriet Iragi y Jon Igor Solana, autores del asesinato en octubre de 2000 de Luis Portero, fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, o el exjefe de ETA Garikoitz Aspiazu, alias “Txeroki”. Al fin y al cabo los abertzales nunca dejaron de considerarlos “gudaris”, soldados vascos que, según ellos, lucharon por la libertad (secesión) del País Vasco, utilizando el “valiente” método del tiro en la nuca, siempre por la espalda.
Afortunadamente, hubo quién se opuso a la presencia de la parlamentaria en nuestra ciudad: el secretario general del Partido Popular de Gijón, David Cuesta, quien afirmó públicamente que la presencia de Mertxe Aizpurua era una ofensa a todos los ciudadanos, en especial a la de las víctimas del terrorismo y a sus familiares, y que no era de recibo permitir la participación en un debate político de alguien que no ha mostrado el más mínimo arrepentimiento.
En realidad, David Cuesta se quedó corto: la diputada de EH Bildu fue condenada por la Audiencia Nacional a un año de prisión por un delito de enaltecimiento del terrorismo, cometido desde la revista “Punto y Hora de Euskal Herría”, de la que era responsable. digámoslo alto y claro: Merxte Aizpurúa fue una eficaz cómplice de los asesinatos de ETA.
No me atrevo a decir que los organizadores del acto del 30 de septiembre -Covadonga Tomé y Somos Asturies- fueran conscientes de ese hecho; pero hay personas a las que no deben intervenir en un debate democrático, precisamente porque no creen en la democracia (su objetivo es, en este caso, la independencia del País Vasco a cualquier precio) y, además, odian a España. Eso no les impide, sin embargo, ser diputados del Parlamento español y beneficiarse de él para cumplir sus objetivos. Algo que ahora es especialmente fácil, porque el presidente del Gobierno, D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón, necesita imperiosamente sus votos para seguir gobernando.
Por eso quiero felicitar de nuevo al secretario general del Partido Popular de Gijón, David Cuesta, por su firme y pública oposición a la presencia de Mertxe Aizpurúa en nuestra ciudad, para que no utilice Gijón como altavoz de sus postulados perversos y canallas.
Para terminar, una coda: ¿se han fijado en que en ningún momento hablé del partido político al que pertenece Covadonga Tomé? Porque en marzo de 2024 fue expulsada de Podemos, del que era la única representante en el Parlamento Asturiano. La formación morada justificó su exclusión acusándola de apropiarse de la asignación económica de su grupo en la Junta General, que en ese momento superaba los 150.000 euros. Pero ella, en perfecta coherencia con la reivindicación de regeneración democrática, mandó a paseo a la formación morada y se quedó con su acta de diputada en la Junta General del Principado. Desde entonces está en el Grupo Mixto donde permanecerá, si no hay elecciones, hasta 2027.
A todos ustedes, si me han leído hasta aquí, muchas gracias. Les espero.
Sigue siendo mejor persona que Gadafi u Obiang, ¿no? Pero cuando se trata de los negocios de la geopolítica -y esto es literal-, molesta menos.
Se les pidió que dejasen el terrorismo y participaran en las instituciones democráticas como el resto de ciudadanos, y cuando por fin se logra se les quiere boicotear y que no participen de la democracia como los demás. ¿Será que prefieren lo anterior para seguir con el discurso de ETA? Por no mencionar al Sr. Aznar y sus declaraciones diciendo que ETA era un «Movimiento Vasco de Liberación»
¡Qué maravilloso fue ese momento aznariano! O se pasó de cortés y diplomático o era una forma velada de reconocer la legitimidad de sus actos -o solo cobardía y soberbia para no llamarlos por su nombre-. Porque si hay una dictadura, qué menos que luchar contra ella, ¿no? ¿O preferimos a los que no condenan nada porque fueron niños muy felices en ella? A mí me da más miedo que gente así se meta en el Senado para dar rienda suelta a sus fantasías ultras y reaccionarias avaladas por pseudoinvestigadores que una mujer, libre y con derechos, con la que puedes no estar de acuerdo en nada de lo que diga o haga pero no te amenazaría si te cruzaras con ella por la calle. Ella vino y todos seguimos con nuestra vida y la Tierra, redonda, siguió girando y girando y girando…