Asturias no se puede permitir el lujo de quedar sin la única herramienta con la que se pueden acometer nuevas inversiones y planes sociales
“A esti pasu los tiros acabaremos pegándolos nosotros”, decía hace unos días un afanado y airado lector de un periódico local, al encontrarse con las declaraciones del presidente del Principado ofreciendo su mano política a quien quiera (excepto a Vox) para aprobar el presupuesto de Asturias para 2023. “A quien se ponga a tiro”, dijo textualmente Adrián Barbón, en su intento de convencer al resto de la oposición parlamentaria de que los intereses y las necesidades de la ciudadanía asturiana tienen que estar por encima de las argucias políticas de cada partido.
Suele ser complicado que, en el último año de la legislatura, la oposición le brinde al Gobierno la oportunidad de tener unas cuentas nuevas, pero este año, y puede que más que nunca, Asturias no se puede permitir el lujo de quedar sin la única herramienta con la que se pueden acometer nuevas inversiones, con la que se puede atender y acometer planes sociales o tener partidas que garanticen las necesidades básicas de los que más lo necesitan.
Ahora es cuando más falta hace. ¿Por qué? Porque meterse en un año electoral con una prórroga presupuestaria, con un parlamento que va a quedar disuelto a principios de abril, deja muy poco margen para una modificación presupuestaria que permita ajustar las partidas de gasto a nuevas necesidades que se hayan producido y que luego tendrían que estar en el nuevo presupuesto. Como luego llega el proceso electoral y el nuevo gobierno no echa a andar hasta casi el final del verano, sería un año perdido. Pero no perdido para el Gobierno que salga de las urnas, sino perdido para la ciudadanía.
Por tanto, es el año en el que más responsabilidad hay que tener. Aunque sea un presupuesto de mínimos y haya acuerdos sobre proyectos muy básicos, tiene que haber presupuesto. Lo contrario, más allá de un evidente fracaso político, supondría un auténtico desastre para toda la región.
Y en un momento tan crítico y complicado como el que estamos viviendo, es el momento de que la fuerza de la calle presione a los políticos para decirles que se pongan de acuerdo. En mínimos, en máximos o en medios, pero tiene que haber presupuestos, porque si no eso supondría un parón de dos años difícilmente explicable y asumible, que agudizaría aún más la penuria de los que ahora necesitan más que nunca el respaldo de lo público, el apoyo sin ambages de las instituciones.
Un reciente informe del grupo Adecco, una compañía de recursos humanos que analiza el mercado laboral desde diferentes ángulos, revela que Asturias tiene la mayor proporción de parados de larga duración, con un 37,7 %, una cifra 13,1 puntos porcentuales más alta que un año antes. Además, es la tercera región con mayor cantidad de conflictos laborales. Las Cocinas Económicas de Gijón y Oviedo suman un aumento de unos 5.000 usuarios desde el inicio del año y, en Avilés, la Fraternidad de Francisco ha habilitado un nuevo servicio de desayunos a las personas que no tienen hogar.
¿Les parecen argumentos suficientes como para presionar a los políticos a que alcancen un acuerdo presupuestario? Creo que poco más hay que añadir. Así que veremos si son muchos los que se ponen a tiro, entre otras cosas, sino quieren que las balas silben en los oídos el próximo mes de mayo.