
El Ayuntamiento ha puesto la racionalidad al servicio de los intereses generales de Gijón, ofreciendo todas las alternativas posibles para no alterar la convivencia en Granda y garantizar, al mismo tiempo, que el servicio de inspección de autos pueda descongestionarse en otra zona más adecuada para ese trajín
Al consejero de Industria, lo de recibir a los vecinos de la zona rural de Granda, como que no le peta. O sea, que no, que por sus huevos morenos habrá una ITV allí, si el informe de los técnicos de medio ambiente lo permite. Tiene todos los poderes en la mano, no le falta un cromo, salvo un informe sobre suelos contaminantes que desde la concejalía de urbanismo se han sacado de la manga y que podría hacer que Principado y Ayuntamiento empaten la partida.
En ocasiones, empatar es perder y eso es lo que le está sucediendo al consejero de Industria que, de todas sus cartas, no ha querido jugar la más importante, o sea, la del diálogo y el consenso con los vecinos, lo que está provocando que el gobierno de Barbón se parezca más al gobierno de Nerón, encendiendo el fuego de la discordia. El sanchismo es lo que tiene, que de vez en cuando le viene ese instinto atávico y fundacional de ejercer el poder con monosílabos y un escaso rendimiento a las palabras más alambicadas que permiten matizar posturas y llegar a acuerdos. Es en este punto en el que ya vemos la faceta más caníbal de todo esta movida. Administraciones del mismo signo político, midiéndosela para saber quién la tiene más larga.
El consejero de Industria ha tratado hasta ahora a los vecinos de Granda como Lope trataba al vulgo. Lope de Vega, genial, cínico y cortesano, lo había advertido criticándose a sí mismo: el vulgo es necio. No sabemos si el consejero ha leido a Lope, que buena falta le hace, pero lo suyo viene siendo el viejo despotismo ilustrado que siempre acaba mal, con una revuelta de Esquilache, un suponer, o una nueva marcha verde, absurda, estúpida y popular.
Dolores Patón y Marina Pineda, concejalas socialistas de urbanismo y hacienda respectivamente, están midiendo la escena con acierto. Nada mejor que una mujer para ponerle a un consejero los huevos en su sitio, por muy morenos que los tenga. En este caso, han puesto la racionalidad al servicio de los intereses generales de Gijón, ofreciendo todas las alternativas posibles para no alterar la convivencia en Granda y garantizar, al mismo tiempo, que el servicio de inspección de autos pueda descongestionarse en otra zona más adecuada para ese trajín. El caso es que se empieza por discutir sobre una itv y no se sabe dónde se acaba por colocar la cabeza del consejero. Qué torpeza la de Enrique Fernández. Ante la posibilidad de ofrecer una imagen templada, serena y pragmática de un asunto menor, su necedad ha conseguido que la ubicación de un taller mecánico comience a ser un problema que ocupa titulares en las portadas de la prensa. Patón y Pineda, inteligentísimas, le han dado públicamente la vuelta a Lope, con astucia y sutileza: el necio es el consejero.