Alejandro Gil compró su primera impresora 3D en FIDMA “hace ya 7 u 8 años”. Este año vuelve a la Feria donde empezó todo, pero esta vez, como expositor
La curiosidad es, a veces, la mejor fórmula para el éxito. Es algo que demuestra la historia de Alejandro Gil, emprendedor tras la empresa Portachiavi 3D. Hace más de un lustro, de visita en FIDMA, se fijó en una impresora 3D y se decidió a comprarla. “Ya las conocía, pero aquí me llamaron la atención y al final me hice con ella. Al principio no sabía bien qué hacer con ella, así que imprimí un llavero que le regalé a mi hermana. A una de sus amigas le gustó y me pidió una. Después de aquello llegó otra petición, y otra, y otra…y aquí estamos”, cuenta Gil.
De sus inicios conservan, además del nombre (portachiavi significa llavero en italiano), las ganas. Hoy en día, Portachiavi 3D tiene clientes en 32 países de los cinco continentes. Una de sus principales líneas de negocio se basa en la reparación de cualquier tipo de piezas para casi cualquier tipo de empresas: “Usamos ingeniería inversa con escáneres 3D, nos buscamos la vida y arreglamos cosas, muchas veces secretas”, confiesa Alejandro. Además, son capaces de hacer recreaciones tan bonitas como las de la Iglesia de San Pedro o las Letronas. Entre sus planes futuros, siempre, seguir creciendo. “Las inversiones ahora son mucho mayores”, señala Gil, quien aún conserva su trabajo como tornero.
Estos días se encuentran en FIDMA, donde todo comenzó, aunque esta vez participan como expositores de la mano de Gijón Impulsa. Durante estos días Ángela García, madre de Alejandro, también echa una mano. “Nos ayudan muchísimo. Este es nuestro último año con ellos -ya que cumplen 5 años-, y su asesoramiento ha sido siempre exquisito, sobre todo en las ferias. Y es que estar aquí nos ayuda muchísimo, nos permite dar a conocer la impresión 3D al gran público”.