«Es necesario que el deporte esté presente es una sociedad más equilibrada, con valores cívicos y más sana. Es uno de los exponentes de la cultura del esfuerzo»
En el último Pleno sobre el Estado del Municipio, los diferentes partidos políticos podían presentar, a modo de conclusión, seis propuestas cada uno, mas las dos del concejal no adscrito. En total 38 propuestas sobre las que basar, a juicio de los Grupos Municipales, el futuro inmediato de la ciudad. De esas treinta y ocho propuestas, solo cuatro estaban orientadas al deporte. Dos propuestas por parte de Foro, una PP y una Ciudadanos.
Una sociedad en la que el deporte esté presente es una sociedad más equilibrada, con valores cívicos y será más sana, física y mentalmente. Todos los días leemos noticias sobre la falta de motivación, de compromiso, de responsabilidad, que tienen los jóvenes. Recientemente preocupaban mucho las cifras de absentismo escolar en los institutos, como otros días preocupan las cifras de bullyng o acoso escolar. Con una juventud, que practicase deporte y no lo abandonase, estas cifras disminuirían de manera palpable. El deporte es uno de los últimos exponentes de la cultura del esfuerzo, de lo real, de la comprobación empírica de que tu futuro depende de lo que tus manos, tu cuerpo, tu mente haga. Muy lejos de esas nuevas olas en las que todo es lúdico, manifestaciones cultural deportivas, el “happy flower” que fabrica los niños vitrina, que al primer contratiempo se rompen. El deporte activa la resiliencia, aceptar tu propio fracaso, para volver a intentarlo.
La propuesta del Grupo Municipal de Ciudadanos, versaba precisamente sobre eso, sobre el abandono del deporte en la adolescencia, especialmente, como sabe cualquiera que se haya dedicado a trabajar en el deporte base, las chicas. Que con la llegada de la adolescencia y los cambios físicos y psico-sociológicos que conlleva, estadísticamente abandonan en mayor número el deporte. El abandono deportivo es un problema, no cabe duda, degrada la calidad de vida de los jóvenes y ocasiona otros problemas relacionados con la salud, la obesidad, adicciones o riesgos de exclusión social. En esa época de la vida los jóvenes necesitan atención en muchos casos; el aparentar, la fama entre sus grupos sociales, la necesidad de aceptación, la apariencia física… todos estos factores son decisivos a la hora de tomar sus decisiones.
Este momento, es en el que debería entrar a jugar el feedback que los jóvenes recogen por su practica deportiva; en primer lugar, en casa. Cuántas veces siguiendo la cristiana tradición de la culpa, nos hemos llevado una reprimenda encima que nos hemos caído y hecho daño. “Si te pasa algo, es porque algo has hecho”. Tendremos que acostumbrarnos a que el hecho de que nos pase algo malo, no es síntoma de que algo hemos hecho malo. En casa debemos apoyar a la juventud deportista, en las buenas y en las malas, cuando ganan y cuando pierden, cuando juegan y cuando no, si se hacen daño o tienen que entrenar mucho y están cansados. Y sí, esto es especialmente importante en las chicas. Esta sociedad debe hacer examen de conciencia, ¿cuántas veces pasamos por alto, el hecho de que un niño vuelva con la ropa rota por haber jugado un partido, y cuántas veces una niña se ha llevado una reprimenda por lo mismo? ¿Cómo valoramos que un niño desarrolle musculatura y cómo valoramos que lo haga una niña? No pidamos siempre apoyo a los poderes superiores y examinemos como actuamos en nuestra propia casa. Que la igualdad sea real, diaria y práctica, no una mera reiteración de eslóganes.
Otro problema es el confort del deportista, muy poco valorado, si los pabellones o las instalaciones, están en sitios lejanos de casa; ahora en invierno, frio, oscuros, con unos vestuarios desangelados, sin espacio para cambiarse, poco ayudamos a los jóvenes. Todos los barrios deberían tener una instalación en condiciones, que reduzcan el tiempo de traslado (que no colabore con el agobio para organizarse con los estudios y las clases), que sea cómodo, donde los jóvenes estén a gusto, donde no sólo puedan hacer vida deportiva, sino también social. En este ámbito, sí que las instituciones deben colaborar con los clubes, no tratándolos como un casero exigente, sino ayudando a su comodidad, dándoles unas instalaciones donde puedan desarrollar su trabajo. Concebir el trabajo de los clubes como una función social ejercida por delegación.
Por último, en esta somera reflexión, deberíamos volver a pensar, por qué Gijón en nuestro caso, está tan lejos de las primeras divisiones del deporte nacional. Un joven que asista a un espectáculo deportivo, en el que más de mil personas acuden a ver un partido o una competición, seguro que se plantea de una manera muy distinta, el sentido de su actividad, se verá reforzado. Ese espejo en el que mirarse, enseñando dónde mirar. Fijándose en esos deportistas, que no sólo son grandes competidores y estrellas en su disciplina, sino que transmiten unos valores positivos.
Estamos de acuerdo en eso que hemos dicho muchas veces, que los dineros públicos no son para pagar deportistas profesionales, pero debemos reflexionar sobre otras formas de ayudar a crear ese espejo donde los jóvenes se vean reflejados. A través de patrocinios relacionados con el turismo, o la promoción de la ciudad. Creando una fundación, que ofrezca beneficios fiscales a las empresas que colaboren con el deporte, o con cualquier formula que ayude a que una ciudad como Gijón, con un deporte base de alto nivel, consiga mantenerse en las altas esferas del deporte espectáculo. Tengo la convicción, además demostrada por los hechos, de que un espectáculo deportivo de primer nivel influye, sin ninguna duda, en la adherencia de los jóvenes a la práctica deportiva.
Soluciones hay, sólo tenemos que llevarlas a cabo.