El recién nombrado nuevo responsable de la agrupación local, Luis Moreno Pascual, confirma la necesidad de actualizar y especialidad las capacidades de los voluntarios, lo que podría equivaler, en la práctica, a «empezar desde cero»
Los efectos de la DANA que, hace ya más de dos semanas, arrasó el Levante español no han dejado a su paso sólo muertos, heridos, desaparecidos, destrucción y escenas de pérdida y dolor como no se habían visto en España desde los espantosos tiempos de la Guerra Civil… También están proporcionando a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado importantes lecciones sobre cómo gestionar crisis de tal envergadura y, en paralelo a ello, sobre el valor incalculable de contar con un adiestramiento adecuado en previsión de que tales sucesos se puedan repetir. Enseñanzas todas que Gijón está decidida a implementar en su Cuerpo de Voluntarios de Protección Civil, en lo que promete ser la reestructuración más profunda de su historia reciente. Y es a esa labor con la que ha confirmado comprometerse el nuevo responsable de dicha fuerza, Luis Moreno Pascual, quien esta mañana ha sido anunciado como titular del cargo por la alcaldesa, Carmen Moriyón, y por la concejala de Seguridad Ciudadana, Nuria Bravo.
Tal como el Moreno, veterano del servicio de Bomberos del Principado, se ha encargado de detallar, la pretensión es dotar a los integrantes de Protección Civil de una formación especializada, apostando por un equipo operativo «reducido y altamente capacitado». Se trataría, en definitiva, de optimizar la organización y formación en áreas clave de la plantilla, hoy por hoy fijada en unos ochenta voluntarios teóricos, pero sin que, por lo general, sean más de una veintena de ellos los que se encuentren realmente en activo. De ahí que, entre las prioridades del nuevo coordinador, figure encajar un ajuste del número de miembros de la fuerza, al tiempo que se trazará una coordinación más fluida y eficiente con otros organismos de la Administración, en distintos niveles. Eso, en un plano técnico, ya que, a una escala más espiritual, la pretensión última es inculcar una suerte de «cultura de seguridad» en este área, a imagen y semejanza de las que ya se dan en otros organismos públicos del ramo. Eso sí, sus tareas actuales no se verán alteradas.
En manos de Moriyón ha estado hoy sintetizar el alcance de esa inminente reestructuración, que la regidora no ha dudado en equiparar, incluso, con un «empezar de cero». Paralelamente a dicha puesta a punto del servicio de Protección Civil, desde el área que preside la edil Nuria Bravo se llevará a cabo una planificación y evaluación de los posibles riesgos que, en un caso hipotético y para nada deseable, podría llegar a encarar el municipio de Gijón. En ese estudio se ponderarán todas las variables imaginables, desde accidentes múltiples y catástrofes naturales, hasta acciones perpetradas por la mano del hombre. Y, como no hay mejor mecanismo de protección que la prevención, los voluntarios contribuirán a esa preparación del conjunto de la urbe formando e informando a los ciudadanos en colegios, asociaciones vecinales y otros foros. Con todo ello, en fin, la línea de meta a cruzar no es otra que «dotar a la ciudad de las mejores herramientas a la hora de garantizar la seguridad, y dar respuesta a situaciones de emergencia».
Durante el acto de esta mañana nadie ha ocultado la magnitud de la tarea, si bien tanto Moriyón como Bravo han coincidido en que Moreno es la persona idónea para acometerla. Aun sin menospreciar el papel jugado por su predecesor, Valentín Cuesta, en el cargo desde 2017, Bravo ha calificado de «lujo total para el Ayuntamiento de Gijón» poder contar con Moreno. Por su parte, la alcaldesa ha destacado del recién llegado su condición de «una persona profesional, experta en la gestión de crisis, catástrofes y demás eventos para los que, por desgracia, ahora estamos viendo la relevancia de estar preparados», describiéndolo como «operativo y resolutivo», y concluyendo que, por encima de cualquier otra cuestión, «yo confío en él».