Hablar del lobo como problema básico del campo es lo mismo que hablar de que el problema de contaminación del aire en Gijón son las calefacciones de carbón

No resulta nada sencillo dilucidar cuántas muertes derivadas de la caza han sucedido en nuestro país en el último año, en los últimos años o en lo que va de siglo. No hay estadísticas como tales. La referencia más valida son los datos que se mencionaron en una comparecencia en el Congreso de los Diputados en 2020, con datos aportados por la Guardia Civil, que en resumen señalaban que en trece años (en un periodo que iba de 2007 a 2020) en España habían muerto 63 personas y casi 500 habían resultado heridas de distinta consideración. Releyendo noticias que hablan de este penoso asunto se puede calcular, a grosso modo que, en lo que va de siglo, la cifra de muertos derivados de la actividad de cazar llegaría a las 100 personas y la cifra de heridos aumentaría en consonancia con la de fallecidos, situándose muy posiblemente cerca del millar.
Este tema, el de la caza, mejor dicho, el de las muertes y accidentes derivados de la práctica de la caza merece en sí mismo escribir un artículo, dos e incluso darle una vuelta a la propia actividad en sí misma. Es evidente, y manifiesta la dificultad de hacer compatible esta “actividad” con otras. Otras que cada vez son más mayoritarias, como pasear por el monte, andar en bici o simplemente sentarse a observar la naturaleza sin llevar un arma cargada entre manos. Es muy cierto que la actividad de la caza va cuesta abajo y sin freno en cuanto a su práctica. Y de esto sí que hay datos anuales, por región, o por tipo de caza. En el año 2005 había 1.069.804 licencias de caza expedidas, mientras que en 2019 el número era de 743.650. Un descenso de más de 300.000 licencias en 14 años. En el caso de Asturias pese a observarse un descenso en ese mismo periodo éste fue mucho menos significativo, de 6.157 licencias en 2005 a 5.940 licencias en 2018.
¿Y cuál es la relación entre este preámbulo en el que dejo claro que la caza es una actividad, en recesión, que provoca muertes y daños a las personas y qué, por si no ha quedado claro, no me gusta absolutamente nada y el titular de este artículo? Pues ninguna. Ninguna, como las víctimas de ataques de lobo que ha habido en este siglo en España. Ninguna, como la relación que para un parte del sector agro ganadero existe entre los problemas del precio de adquisición de sus productos y la coexistencia con el lobo. Ninguna. Como los estudios científicos que establecen que existe una superpoblación de lobos en nuestro país y que eso genera una situación problemática real para la agro ganadería, ninguno.
Hablar del lobo como problema básico del campo es lo mismo que hablar de que el problema de contaminación del aire en Gijón son las calefacciones de carbón. No es cierto, el problema es el tráfico pesado, los vehículos de combustión, la industria pesada y el almacenamiento de materiales pulverulentos al aire libre.
Apuntar a que la existencia del lobo es causa de la merma de producciones locales de algunos bienes es como asumir que las producciones de los quesos astures se ven afectadas por ello, cuando año tras año la producción quesera, especialmente aquella vinculada a entornos próximos a las zonas de campeo de la especie, solo hace que aumentar. Señalar al lobo como el culpable de casi todos los males forma parte de ese argumentario que suele acompañarse de exabruptos e insultos, de argumentos simples y maniqueos, que deberían ser objeto de un análisis calmado y riguroso por parte de la clase política y por parte de muchas de las instituciones implicadas en la gestión de nuestro territorio.
Porque si no es así cualquier día puede que nos molesten les boñigues en les caleyes, como les sucede a algunos turistas masificadores y presa del absurdo. Y eso, por la otra vuelta del calcetín, es lo que se está haciendo con el lobo, una especie que siempre ha pagado todos los peajes habidos y por haber por el simple hecho de coexistir con nosotros. El siguiente animal que nos moleste ¿cuál será? ¿El oso?
Ay David!!! Un día leí que dijiste que te daría vergüenza presentarte a alcalde a una ciudad sin saber por ejemplo el precio del autobús, pues debería igualmente también darte vergüenza escribir sobre temas como el de hoy con la ligereza y el desconocimiento que muestras, no vendría mal un poco mas de respeto con los ganaderos que ya no pueden ganarse la vida como lo hicieron hasta hace. muy poco sus antepasados durante generaciones. Y por supuesto que el gran problema de los ganaderos no es el lobo porque hay muchos tipos de ganadería pero respeto por favor , no hagas tú como los que legislan desde su sillón sin pisar el terreno y ver lo que pasa