Ángel Mato, historiador tras la colección Puro Historia: “La Laboral me sigue emocionando. Es un edificio espectacular, algo excepcional en España”
«De ‘Puro Gijón’ siempre destaco una de una pescadera fumando y luciendo a la vez una lubina en la Cuesta del Cholo»
‘Puro Gijón’, ‘Puro Gijón Años 50 y 60’, ‘Puro Asturias’ y ‘Puro Oviedo’ se han convertido en cuatro de los títulos más populares en el Principado. Páginas y páginas de fotografías que apelan a la nostalgia y nos descubren esa otra ciudad, la que un día fue, en la que hoy vivimos. Detrás de esta colección de recuerdos e imágenes se encuentra el historiador Ángel Mato, por cuyas manos han pasado esos cuatro libros. Ahora explica esos proyectos y nos concede una entrevista en la que nos muestra los entresijos de unas obras llamadas ya a pasar de generación en generación.
Un repaso a través de la imagen de Oviedo, Gijón y Asturias, ¿cómo surge la idea de hacer estos libros?
Es un modelo de libro muy anglosajón, intermedio entre la guía informativa y el libro de historia muy gráfico. El verdadero interés de esta colección está en usar la foto histórica para, al mismo tiempo, ofrecer información sobre hechos históricos, la evolución de la ciudad, las costumbres cotidianas, en definitiva, los modos de vida.
La primera iniciativa, “Puro Gijón”, procede de la editorial Nortegráfico, una empresa volcada en temas gjjoneses, que trataba de reflejar en imágenes cómo era el Gijón de hace 100 años, ese alma de Gijón que creo que la mayor parte de los vecinos llevan dentro.
La clave para que este proyecto se convirtiera en una realidad es la colaboración con el Museo del Pueblo de Asturias, que alberga una fototeca de 2 millones de imágenes con fondos de fotógrafos como Julio Peinado, Gerardo Bustillo, Arturo Truán o Constantino Suárez, un profesional excepcional cuya obra estoy ayudando a catalogar desinteresadamente. Estos fondos son los que hemos usado en los libros.
Tanto los libros de “Puro Gijón” y “Puro Gijón Años 50-60”, como “Puro Asturias” y “Puro Oviedo”, han tenido una acogida muy buena entre el público de la región. ¿Sospechaban que podría convertirse en un ‘boom’?
Es verdad que han tenido muy buena acogida y que, en este momento, tener éxito con una iniciativa editorial es difícil. Habíamos visto que circulaban muchas imágenes antiguas por las redes sociales y que había un público receptivo. Sin embargo, los seguidores de la foto antigua no reciben la información técnica que acompaña a una imagen, sobre todo en relación con la autoría. Nosotros tenemos un especial interés por difundir y dar a conocer los nombres de los fotógrafos que tanto bien han hecho por esta ciudad, Gijón, y otras muchas.
Gijón contó a finales del siglo XIX con una generación de fotógrafos de apellido extranjero (Truán, Vinck) vinculados a las familias de técnicos que vinieron a la Fábrica de Vidrios, que fueron los primeros que se interesaron por la fotografía. Después llegó la siguiente generación, ya de españoles, entre los que destaca Constantino Suárez, quizá el hombre que mejor refleja nuestra ciudad en el primer tercio del siglo pasado.
Después de todo este estudio en profundidad que precedió a los dos libros dedicados a la ciudad ¿qué cree que ha cambiado más en Gijón?
El cambio más radical es la desaparición de parte de la ciudad burguesa del primer tercio del siglo XX, lo que ha roto la armonía arquitectónica del centro y del ensanche con edificios descompensados en altura, algo muy negativo para la imagen urbana de Gijón.
Como imagen positiva me quedo con la construcción de La Laboral. Al margen de su tamaño, es un proyecto arquitectónico que me sigue emocionando e impresionando cada vez que voy. No me extraña en absoluto que quienes la vivieron quieran convertirla en Patrimonio de la Humanidad. Es un edificio, al margen de todas las connotaciones, espectacular e inusual, algo excepcional en España. Y también la valoro por el propósito con el que fue construido, que los hijos de las clases más humildes pudieran estudiar, un cometido que ha cumplido durante muchos años y que hoy mantiene adaptándose a los nuevos tiempos.
Después del éxito de “Puro Gijón”, se lanzaron a publicar “Puro Asturias”
Sí, después llega “Puro Asturias”, donde proyectamos la misma idea en todo el Principado. Sin embargo, esta es una región tan grande, con actividades tan variadas (campo, playa, industria, cultura rural, comercio, turismo) que quizá el libro no logre cerrar totalmente el tema.
Poco tiempo después llegó “Puro Gijón, años 50-60”, en el que José Luis Carmona refleja la época del desarrollismo en la ciudad, que tiene un crecimiento espectacular, al pasar de 100.000 a 250.000 habitantes con un incremento explosivo en la actividad industrial y comercial. En este libro incidimos en el desarrollo de la ciudad vertical y del nuevo ocio relacionado con una juventud entonces numerosa y pletórica, vinculada a la música ye-ye, a todos los deportes, a los nuevos clubes y sociedades. Creo que de ahí salió un libro con muchos atractivos visuales.
Y, por último, “Puro Oviedo”.
Lo hicimos animados por todo lo que había pasado con los libros anteriores. “Puro Oviedo” es un reflejo de la ciudad hace un siglo, en un momento en el que abandona la imagen de la vieja Vetusta y se vuelca en la modernidad. Oviedo es una ciudad muy fotografiada y pudimos aportar muchas imágenes inéditas procedentes de fotógrafos importantes, como Gómez Arguelles, Feliciano Pardo o Modesto Montoto, cuyos fondos también están en el Museo del pueblo de Asturias.
¿Y hay ya nuevo proyecto en mente?
Sí, será el de las villas costeras asturianas, y saldrá en unos meses. De Llanes a Tapia, queremos plasmar las características de aquellas villas y su actividad pesquera con una perspectiva histórica muy visual.
En el fondo, lo que buscamos con todos ellos es conseguir aunar en un libro la fotografía y la historia, recreadas un texto breve, divulgativo y sencillo, que pueda llegar a todo tipo de públicos.
Tras cuatro libros y miles de fotografías… ¿es capaz de quedarse con alguna en concreto?
De “Puro Gijón” siempre destaco una de una pescadera fumando y luciendo a la vez una lubina en la Cuesta del Cholo. Del libro de Asturias quizá la portada, cuatro ingenieros con la basílica de Covadonga al fondo y de “Puro Gijón Años 50-60” me parece muy llamativa la de la torre Bankunión en plena construcción.
De Oviedo me quedo con el batallón ciclista circulando por la calle Uría en 1935 ante numeroso público, aunque también me gusta mucho una foto de los Reyes Magos en el Cuartel de Santa Clara.
Es cierto que en redes sociales hay mucho movimiento en torno a la fotografía antigua, pero, ¿a qué perfil van dirigidos estos libros? Entiendo que una gran parte de los lectores buscan en ellos una vuelta a su infancia, a lo que conocieron
Hay mucha gente compartiendo fotos y, sin embargo, desconocen que en los archivos municipales y regionales, en especial en el del Pueblo de Asturias, es donde se conservan y resguardan estas imágenes del pasado. En las redes tienen mucho dinamismo las fotos antiguas que circulan con fluidez. pero nosotros queríamos convertir ese hecho efímero en algo permanente, retornando a positivarlas en papel y presentándolas en forma de libro con una explicación paralela.
La gente mayor que compra el libro se siente atraída por saber más cosas de su infancia, pero también hay muchos jóvenes interesados en conocer cómo era y cómo se vivía en su ciudad hace no tanto tiempo.
Además de libros, también participa en una exposición.
Es una exposición de fotografía escolar que ha organizado el Museo del Pueblo de Asturias. Está centrada en la escuela asturiana entre 1880 y 1980, sobre todo de la escuela rural, imágenes en las que se pueden ver grupos de niños y niñas con sus maestros, interiores de aula y actividades al aire libre.
Es una muestra muy recomendable y entrañable. Piensa que el millón de asturianos que somos, todos pasamos por la escuela, y por eso todo el que pasa por la exposición se emociona al reconocer espacios de su infancia, las mesas, las pizarras, la pulcritud en el vestir, los libros de época.
Tampoco se quiere transmitir una imagen idílica de la escuela sino más bien la escuela como esfuerzo, como una conquista que los pueblos y las aldeas lograron para poder dar estudios a toda la infancia, masculina y femenina. La escuela representa algo muy positivo para cualquier sociedad, sobre todo en el aislado ámbito rural, pero también significa un esfuerzo, el de los maestros por transmitir aquellos saberes abstractos en los más pequeños y el de los niños por aprender contenidos que figuran lejos de su realidad cotidiana.
¡Grande Gelo!