«A una, que le gusta la fiesta más que a un guaje o a una guaja un caramelo, la agenda de ‘cenorras’ y ‘comilonas’ engorda a la misma marcha que lo hará el cuerpo serrano»
Con el encendido de las luces de Navidad, parece que se acciona también el botón del hambre desmedido, la amistad eterna, la purpurina, la lentejuela, el brillibrilli.
A una, que le gusta la fiesta más que a un guaje o a una guaja un caramelo, la agenda de ‘cenorras’ y ‘comilonas’ engorda a la misma marcha que lo hará el cuerpo serrano.
Pero así es diciembre, mes de reuniones y reencuentros prestosos. De acicalarse más de lo normal y de, lo más importante, reírse de una misma. Hay que tirar la llave de casa al agua, y no ocuparse de ella hasta que unos bondadoses Reyes Magos te la dejen de nuevo dentro del calcetín. Eso, si no la encuentra antes alguno de los miembros del Club de Buceo Alpha Gijón. Pero esa circunstancia no parece probable porque ellos están a lo que los demás, a la fiesta.
Sesenta y siete fueron los socios que acudieron a la llamada de su líder, José Dos Anjos, patrón y alma de este club, que no para de crecer y que llenó uno de los salones de la finca El Duque.
El restaurante As de Picas fue elegido este año como punto de encuentro de otro buen nutrido grupo, el de algunos profesionales que forman el Colegio Oficial de Diseñadores de Interior/ Decoradores del Principado de Asturias (CODIDAS).
Más que el oficio, les une ya la amistad de muchos años de trabajo juntos, y la ilusión por los proyectos realizados y los venideros. Así quedó sellado el momento con un recuerdo conmemorativo de la fecha que entregó la decana del colectivo, Luz Huerga.
Y de ahí al restaurante El Cruce, porque en ese lugar es donde se citan cada año los miembros de una de las antiguas directivas del Real Club Tenis Gijón, la de Félix Fernández, que estuvo al frente del emblemático club desde 1998 al 2018. Fueron muchos años, y los lazos que se unieron en torno a una sociedad se han vuelto más íntimos y fraternales.
Amistad casi familiar es lo que une desde hace décadas a un buen puñado de vecinas de los alrededores de uno de los centros comerciales de la zona centro.
Y sí, es cierto que el antiguo Mercado de San Agustín dejó un vecindario muy unido. Tanto que muchas de las mujeres qué de alguna manera, cada una en su negocio, levantaron ese barrio del centro, siguen tomando su aperitivo diario. Ya faltan unas cuantas, pero eso no quiere decir que no estén presentes. Para recordarlas y brindar por todo lo alto, quedaron para comer algunas de ellas. Y así seguirá siendo hasta que se pueda.