
La Unión Europea debe volver a ser un espacio de libertad, de disenso y de lazos comerciales y económicos. Y derogar un mega estado de casta política intervencionista, que además decide mal en contra de la competitividad de la unión y en contra de los intereses de los ciudadanos, que no funciona y que nos hace perder todas las batallas
Por Urbano Rubio Arconada
Hace veinticinco años la UE tenía el 90% del PIB de EEUU y hoy día el PIB de la Comunidad Europea representa el 68% de los useños, un decrecimiento que se manifiesta por el deterioro de la industria, la agricultura y la ganadería. Esto ha ocurrido con un sistema de incentivos perverso y una política que fija como pilar fundamental no la creación de riqueza, no la innovación, no el emprendimiento, sino el gasto político y la externalización de la manufactura. El gasto superfluo ha colapsado por insostenible, y no solo desde un punto de vista financiero, sino porque es insostenible desde un punto de vista demográfico. Con el tiempo, el estado de bienestar se ha convertido en un leviatán en el que se le fue añadiendo ingentes masas de gasto político que supera a más de la mitad del crecimiento en muchos países. La UE tiene que invertir en ejércitos de las naciones con el dinero que se invierte en la mandanga del clima, por ejemplo. Tiene que invertir en innovación y en inteligencia artificial para prosperar, pero antes tiene que desinvertir el masivo gasto público de las agendas globalistas para que haya espacio fiscal para crecer y escapar del estancamiento y del decrecimiento que asola a la UE.
En vez de tomar medidas para atajar estas deficiencias, los actuales burócratas de la unión —elegidos por los mandatarios perdedores de los países miembros— se han lanzado a culpar al enemigo exterior de nuestros males, cuando realmente lo que nos debería preocupar es la burocracia que está asfixiando la productividad. Hasta Draghi ha dicho que los mayores aranceles a las empresas europeas son las regulaciones creadas por la propia Unión Europea: una legislación completamente miope y una fiscalidad extractiva. La Unión Europea debe volver a ser un espacio de libertad, de disenso y de lazos comerciales y económicos. Y derogar un mega estado de casta política intervencionista, que además decide mal en contra de la competitividad de la unión y en contra de los intereses de los ciudadanos, que no funciona y que nos hace perder todas las batallas. Si queremos una Europa grande otra vez, hay que derogar los espantajos ideológicos y romper con la plétora de políticas impuestas por diseño que nos lleva a la deuda, a la estancación y al empeoramiento de los ciudadanos.
Pero, ¿se ha hecho algo bien en estos años? Los ‘logros’ de ‘esta’ UE han sido la apertura de fronteras, multiplicar la delincuencia, cerrar la industria, matar la ganadería, segar la agricultura, demoler la energía y hundir la pesca con aranceles internos. Prestar cantidades ingentes de dinero a los países miembros retrayendo recursos de nuestros hijos y nietos. Ser la primera región del mundo en regular la IA antes de producirla y pegar el tapón a la botella de plástico.
¿Cómo le afecta a España y Europa la situación geopolítica actual? España debería apostar decididamente por reeditar el liderazgo del marco político de la Hispanidad para pintar ‘algo en el mundo’. España lo ha apostado todo a ser un cipayo de la UE subyugado por la deuda soberana. Como modesto observador político, veo el posicionamiento geopolítico como una pirámide, donde hoy por hoy, con el revuelco político de Trump, Estado Unidos está en la cúspide manejando los hilos. Inmediatamente por debajo, estaría China y Rusia, entrando con bastante sigilo a ese segundo grupo la India. En el tercer nivel estaría Europa como gran consumidor de bienes y los países en desarrollo industrial y bajos precios. En el cuarto nivel estarían los países poco industrializados, altamente endeudados y que producen con poco valor añadido. Y en último escalón los subdesarrollados. EEUU ‘pelea’ para que Rusia esté en su trinchera y no en la de China. La balanza se inclinará donde se posicione Rusia. Y la UE debe resolver primero su liderazgo y entender que el mundo está cambiando hacia fuerzas nacionales conservadoras que interactúan en grandes pactos económicos de pretendida justa competencia. Sumando activos de Rusia y la Unión Europea en un hipotético acuerdo resultaría una economía conjunta que disputaría la hegemonía a los de la cúspide piramidal.
¿Como está posicionada Europa respecto a la guerra de Ucrania? Modestamente considero que la resolución es poliédrica debido a la complejidad geopolítica y geoeconómica. Creo que Europa debe entender que cambiar mantequilla por cañones significa priorizar vidas por tipo de vida, y eso es muy duro para una sociedad no preparada para los “sacrificios” y sí para los “derechos”. ¿La paz ya está sobre la mesa? En una semana Trump parece que está resolviendo un conflicto con miles y miles de muertos que Europa no supo atajar en tres años. Ahora, los tibios se enfadan mucho por las formas, pero el fondo halagüeño de paz es lo que realmente agradecen las madres ucranianas y los ciudadanos europeos con sentido común. “Una paz segura es mejor y más segura que una victoria esperada”, escribió Tito Livio hace dos mil años. El hecho es que Ucrania no tiene esperanzas de victoria: la alternativa a la paz es una mayor pérdida de territorio y de vidas humanas.
Además de la guerra de Ucrania…, ¿cuáles son los problemas más importantes que tiene hoy la UE? Las políticas globalistas woke que van en contra de los intereses de los ciudadanos. No se entiende que los nefastos gestores que empobrecieron a Europa sean los que nos van a sacar de las supuestas crisis bélicas. Según las encuestas, la inmigración ilegal descontrolada radicalizada es hoy la principal preocupación de los europeos: diez muertos y trescientos heridos en las últimas dos semanas. La desindustrialización y la pérdida de competitividad en todos los sectores productivos, aunque el problema vital es que Europa es ya el continente más viejo del mundo y donde menos autóctonos nacen.