
«¿Cómo de verde quiere el actual Gobierno municipal que sea nuestra ciudad?»

El capítulo 6 de inversiones del Ayuntamiento de Gijón establece los dineros que se van a destinar a nuestro municipio en el próximo 2025. Es una lectura muy recomendable si se quiere extraer la realidad de hacia dónde va realmente Gijón, y qué capacidad se tiene de hacer cosas. La cantidad destinada para todas las inversiones es de algo más de 32 millones de euros. De esos 32 millones salen partidas desde los 2.500 euros para la adquisición de un perro dentro del programa de seguridad y orden público, hasta el más de millón y medio de euros que, dentro del capítulo de alumbrado público, se asignan para asumir un contrato de gestión integral e inteligente de servicios energéticos (algún día se debería escribir sobre los contratos energéticos de este nuestro Ayuntamiento). Es decir, aparecen publicadas desde las inversiones más pequeñas y puntuales hasta proyectos millonarios en los que se ve envuelto el Ayuntamiento.
Hay cosas muy curiosas, no crean, más allá de lo anterior, como el millón de euros destinado al ya definitivamente definido como “complejo museístico” de Tabacalera, o los 600.000 euros para el futuro paseo de ‘Naval Azul’, inversiones que, siendo cuantiosas sobre el total del capital disponible para invertir, no dejan de ser algo justas para el reto que tienen por delante estas dos piedras angulares de la actual Corporación municipal. Pero esta semana no quiero hablar de estos dos temazos, y sí quiero hablar de lo verde que es Gijón. Bueno, más bien de si estamos en disposición de pensar en cómo de verde quiere el actual gobierno municipal que sea nuestra ciudad. Y si tomamos como referencia las inversiones, la cosa no sale muy bien parada. No tengo dudas, vaya esto por delante, de que la voluntad de la concejalía, y el propio área de medio ambiente del Ayuntamiento de Gijón, sea intentar ser todo lo verde posible. Pero me temo que, estando sometidos a un evidente calentamiento global, no a futuro, sino actualmente, en 2025, en pleno proceso de cambio climático reflejado en un incremento de las temperaturas medias del planeta, con la consecuente pérdida de biodiversidad y de recursos, los dineros destinado para aumentar los corredores verdes en nuestra aglomeración urbana son escasos e insuficientes.
Si tomamos como referencia el Programa de Medio Ambiente y el Programa Patrimonio Verde en el capítulo de inversiones municipales para el 2025, las inversiones son bastante limitadas. El mayor capítulo es el de la Renaturalización del Piles, que se lleva la cantidad de 480.000 euros -lo que no está mal-, pero más allá de esta gran inversión, cofinanciada con fondos europeos (conviene no olvidarlo), y fruto del trabajo de la anterior Corporación y de la anterior Concejalía, lo siguiente que aparece no es muy motivador.
Para el Suministro de arbolado y de reposición de zonas verdes se destinan 80.000 euros y para la Restauración de árboles ejemplares y monumentos naturales, 50.000 euros, cantidades tremendamente exiguas para una población como Gijón, con más de 270.000 habitantes, y para un concejo como Gijón, que no es baladí. Porque no debemos olvidar que todo este presupuesto no es para la ciudad de Gijón, sino para el municipio.
Proyectos tan interesantes como la plantación de bosques urbanos (vamos a dejar para otro día también lo del “nuevo” modelo de restauración ecológica de estas superficies denominado ‘método MIYAWAKI’, nombre japonés que engloba la filosofía de que para restaurar de forma más ecológica hay que realizar plantaciones con especies autóctonas, como te explicarán en cualquier escuela de capacitación forestal), jardines de lluvia o corredores ambientales, que el propio Ayuntamiento incentiva y financia; requieren de una mayor inversión y, sobre todo, del convencimiento de que el futuro de la ciudad y del concejo pasan por una revolución verde de principio a fin. Las motivaciones climáticas son evidentes, pero no son las únicas. Nuestros requerimientos como ciudadanos son cada vez mayores, y la necesidad de disfrutar de entornos más verdes y naturalizados en lugar de plazas asfaltadas u hormigonadas son el único camino posible para hacer más respirables, más amables y más habitables las ciudades, incluidas las del Norte, ya que por mucho paraíso climático que nos vendan que somos, lo cierto es que cada vez lo somos menos.
Proyectos de pasillos verdes urbanos o de polinizadores naturales, y la presencia de árboles y agua, requieren, al igual que nos pasa con la movilidad, un cambio de enfoque hacia un modelo ya instalado en muchas ciudades al que, no sólo no se está apuntando desde el gobierno municipal, sino que, por momentos, parece que se va en la dirección contraria, la del hormigón, el humo y el ruido. Y no queremos hormigón, queremos bienestar y salud, queremos verde.