El activista medioambiental andaluz, que junto al nadador catalán Alberto Lorente está recorriendo España con la iniciativa ‘Abracemos el mar’, con parada en Gijón, afirma que las bolitas de pellets son el residuo que más encuentra en el Cantábrico; «cada año se caen al mar 1.500 contenedores, esos que traen cosas de un lado a otro, lo que compramos, cosas que no necesitamos», asegura

«Si hay algo que no te gusta, cámbialo. Plánteate qué puedes hacer tú», es el mensaje que traslada a sus alumnos del IES Gerena, Enrique Herrero (Sevilla, 1976), conocido popularmente en redes sociales como Quique Bolsitas por su afición a salir a recoger residuos en la práctica del plogging, actividad que combina la limpieza con el ejercicio físico. La semana pasada pasó por Asturias dentro del reto de 12 etapas por todo el litoral ‘Abracemos el mar’ junto con el nadador catalán Alberto Lorente con el objetivo concienciar a la gente sobre su responsabilidad personal para cuidar nuestros océanos y entornos, parada donde tuvo un encuentro con escolares en el Bioparc Acuario de Gijón y en el que realizó plogging en compañía de otros ciudadanos en la playa de los Quebrantos, en Soto del Barco.
Es usted un hombre muy conectado con el mar.
Con la naturaleza en general. En la naturaleza encuentro esa desconexión-conexión tan necesaria en este mundo en el que vivimos. Yo no soy de hacer deporte en un gimnasio o en un sitio cerrado. Yo necesito aire libre. De pequeñito veraneaba en Rota, un pueblecito de Cádiz y ahí ya jugaba con la arena. Y en lugar de buscar residuos, yo de chiquitito lo que hacía era buscar juguetes. Y yo creo que me viene de ahí. Siempre que hago plogging vuelvo a mi niño interior esa cosa de buscar, buscar, buscar. Y ese rato de buscar, mi mente para. Esa es una manera de meditar. Yo he hecho mucha meditación, pero a través del plogging es como un hora y media en la que mi mente tiene la orden de ‘busca’ y no pienso en nada; no pienso en salud, no pienso en problemas, no pienso en dinero.
¿Cuándo se conciencia de que ese juego infantil podía servir para algo más?
Roberto Brasero. Siempre me ha gustado ver el tiempo, cuando estaba entonces Maldonado, Paco Montesdeoca… Era el ‘hombre del tiempo’ y en casa se veía la meteorología. Te vas aficionando. Entonces, un día viendo a Roberto Brasero hablando de las islas de plástico, me invadió un sentimiento de responsabilidad. ¿Qué puedo hacer yo? Que es lo que le digo siempre a mis alumnos: si hay algo que no te gusta, cámbialo. Plánteate qué puedes hacer tú. Siempre ponemos el foco fuera: ¿Qué puedo hacer el otro? Pero es momento de girar y ver hacia adentro y decir, ¿yo puedo hacer algo? Igual no es recoger un residuo, porque no es tu momento, porque no estás preparado, pero puedes comprar menos ropa, puedes ir caminando a los sitios… Podemos hacer tantas cosas…, pero la gente a veces no se cree eso. Yo creí en mí, que era lo importante, y aquí estamos.
Y se hace muy conocido por su presencia en redes sociales. ¿Son importantes estos medios para difundir este mensaje?
Sí. Las redes están aquí para quedarse. Al final es el buen uso que le damos. Yo no suelo publicar nada de mi vida personal, siempre lo uso para nivel divulgativo. El siguiente proyecto que tengo es, si puedo, ir a Latinoamérica. Tenemos un mogollón de gente que hace plogging, que limpia playas, y esa conexión es gracias a las redes. Hablar con gente de Miami, de Argentina, por Instagram, es súper bonito.
El ploggin es quitar residuos de la naturaleza, no sólo andando o corriendo, sino también en bicicleta, en paddle surf, haciendo snorkel
¿Cómo se crea el plogging?
Yo no sabía que se llamaba plogging hasta que vi que lo inventó Erik Ahlström en Suecia, en un pueblecito, un poco como yo, prácticamente, a la vez que yo, que caminaba por su pueblo y dijo ‘oye, hay mucha basura, qué tal si la quito yo’ en lugar de decir ‘qué mal está todo y que lo quite el Ayuntamiento’. Yo decidí pasar a la acción, mover fichas; si lo haces con amor, la vida te da juego. Lo diferente es que lo hagas por dinero, por reconocimiento, por indignación; no, lo tienes que hacer con amor. El amor es la fuerza que mueve el mundo. El amor es la fuerza de la voluntad.
Y ahí empezó el plogging. Fui mejorando mi técnica, los materiales, las bolsas, los guantes, las pinzas… Y las lesiones, que he tenido lesiones también. Al final es quitar residuos de la naturaleza, no sólo andando o corriendo, sino también en bicicleta, en paddle surf, haciendo snorkel…
Algo que puede hacer todo el mundo, ¿no?
Todo el mundo, de pequeños a grandes. Incluso tú puedes apadrinar tu barrio, decir ‘aunque mi barrio lo limpia el Ayuntamiento, hay un árbol que está lleno siempre de colillas y de plásticos, pues lo apadrino’. Porque el árbol no es del alcalde de Gijón o de la alcaldesa, ¿no? El árbol es de todos y puedes apadrinarlo y ponerle un cartelito que diga ‘respétame, soy un ser vivo’, por ejemplo, y así ir creando conciencia. El quedarnos en ‘qué sucio está’ no vale para nada.
En el proyecto ‘Abracemos el mar’ que le trajo hasta Gijón, Alberto Lorente se encarga de la faceta más deportiva para dar visibilización y usted de la recogida de residuos en la costa. ¿Cuáles son los más habituales en el Cantábrico?
Las bolitas de pellets. Cada año se caen al mar 1.500 contenedores, esos que traen cosas de un lado a otro, lo que compramos, cosas que no necesitamos, que pensamos que va a hacernos felices, y ese tráfico de barcos tiene ese riesgo. Algunos llevarán comida, otros llevarán pilas, que también es un problema, y otros llevan pellets. Seguimos consumiendo plástico, la cuestión es reducir, cambiar el formato. Si seguimos consumiendo plástico, seguimos generando residuos. No se trata luego de reciclar, se trata lo primero de reducir.
Si seguimos consumiendo plástico, seguimos generando residuos. No se trata luego de reciclar, se trata lo primero de reducir
¿Qué afectación tienen los pellets a la fauna marina?
Los peces se los pueden tragar perfectamente, todo lo que son especies acuáticas, y al final eso acaba en nosotros cuando consumimos. El otro día un amigo mío sacó de una lubina una pulsera, en Almería, David ‘Chanquete’, que también es buceador, da clases de buceo, y tiene también ese compromiso de hacer limpiezas: yo me beneficio del mar y le devuelvo al mar.
¿Cuáles son los otros residuos más habituales en los océanos?
Al principio cuando yo empecé, sobre todo en las playas de Matalascañas, de Doñana, encontraba muchos tapones de todos los colores, degradados. Ya vemos menos. Gracias al MITECO (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) y a campañas que se realizan con Libera, con diferentes instituciones, hacen un conteo, que yo esa paciencia a veces no la tengo, y caracterizan todo: se vio que los tapones era de los residuos más habituales junto con colillas bastoncillos del oído, que al principio lo ves en la playa y te crees que es un palito de ‘ChupaChups’, pero claro, no, es mucho más fino, tiene dos hendiduras a los lados… Y todo porque usamos el quinto contenedor, que es el váter. Echamos muchas cosas ahí que no deben de ir.
La medida de la Unión Europea que obliga a que los tapones estén adheridos a las botella fue muy criticada desde ciertos sectores.
Sí, vi a algún político referirse a ello.
Al final parece que es efectivo, ¿no?
Es muy efectivo. Sí es verdad que se han perdido, se están perdiendo algunas causas solidarias, de recoger tapones, porque ése es un plástico duro, pero bueno, no cuesta ningún trabajo arrancarlo, guardarlo y seguir colaborando: lo llevas a un sitio, lo canjean por dinero y al final sigues contribuyendo a una causa solidaria. Yo, de hecho, lo sigo haciendo. Y mis alumnos traen tapones, porque estamos ayudando a un niño que se llama Andrés, que tiene una enfermedad mitocondrial, y es un gesto, que es quitar el tapón y guardarlo, ya está. Usamos una jaula de pájaro para echar esos tapones. Reutilizamos esa jaula que ya no sirve para un pájaro porque está mal y es muy visible; entonces no hemos tenido que comprar nada, la reutilizamos también.
El 80% de las colillas que van al suelo no dan tiempo a ser recogidas y acaban en los mares
Citaba antes las colillas. ¿No somos conscientes de lo que supone tirarla al suelo?
Tirar la colilla es el gesto más numeroso de todo el planeta. Contiene unas 200 sustancias químicas y tarda 10 años en degradarse. Y mientras se degrada va contaminando el suelo; contamina hasta 10 litros de agua salada, 50 litros de agua dulce… Muchos pájaros la confunden con restos de pan y al final son pequeñas bombas que el fumador, desde su inconsciencia o egoísmo, tira al suelo, aparte de que provocan incendios y demás.
Creo que debemos darle un giro a ese gesto de tirar la colilla. ¿Qué ocurre? Que no estás sancionado. Vas a París y te ve un policía tirar una colilla y son 90 euros. Aquí, como digo yo, el único ministerio que multa es el del interior; quizás es hora de mirar al interior y decir, ¿puedo hacer algo? El 80% de las colillas que van al suelo no dan tiempo a ser recogidas y acaban en los mares.
¿Cómo es la calidad del agua en España en general y en el Cantábrico en particular?
En el Cantábrico, lo poco que yo conozco, porque yo soy licenciado en Ciencias del Deporte, no en Ciencias Marinas, observo el agua más limpia. Quizás también es porque los ríos son distintos a los del sur. En general los ecosistemas no están mal, o sea, no es dramático, pero sí es verdad que hay un 20, un 30, un 40% que está enfermo, entonces algo tenemos que hacer. Pero, aparte de los residuos en los océanos, como los plásticos, ¿la huella de carbono? ¿Y el cambio climático? Vamos calentando la atmósfera, los mares se calientan, el deshielo… Es un problema de todos. Entonces la clave está en reducir, reducir consumo, reducir gasto, reducir, reducir, reducir, porque el planeta nos da lo que nos puede dar.
Hábleme de su vuelta por el litoral de España por etapas. ¿Cómo surge la idea?
Estaba en casa y me llama Alberto, creo que era al final de julio o primero de agosto, y me dice, ‘mira, quiero hacer esto’. Y claro, yo soy profesor, tengo dos hijos, y mi primer pensamiento limitante es ‘Quique, no puedes. Tienes que trabajar, tienes que, tienes que, tienes que, tienes que…’. Entonces cambié el ‘tienes que’ por el ‘hay que’. ‘Me apunto’, le dije, confiando en la vida, que irá moviendo fichas y moviendo sus cositas y si se tiene que dar, se dará. Y se ha ido dando, se ha ido dando fácil.
¿Y cómo esta siendo la experiencia?
Enriquecedora. Yo soy muy emocional y me emociono mucho. Damos muchos abrazos. Estamos conociendo gente, colectivos, y está siendo para mí como unas vacaciones muy bonitas. La gente es encantadora y participa.
Lo importante es concienciar la gente.
Es lo más importante de todo. Concienciar de lo que hay y de lo que yo puedo hacer, asumir mi responsabilidad.