Más allá de los grandes anuncios, de la definitiva llegada de la alta velocidad y de otros manás, se libra una disputa sorda, la del día a día de los gijoneses
La tradicional resaca de Año Nuevo bien podría durar un poco más después de este 2023 tan movido. Lo cierto es que no ha habido tiempo para aburrirse, tampoco en el ámbito de la actualidad local y regional. A principios de año veíamos los últimos coletazos del gobierno de Ana González, destronada por su partido y que, viéndola destapar entre sonrisas su retrato en la ceremonia del pasado viernes en el Ayuntamiento, me hace reflexionar sobre la fugacidad de las cosas -por muy intensas que sean-, y la perspectiva relajada que siempre nos da el tiempo. La era de la información y ahora, de la inteligencia artificial, tiene estas cosas, todo se vive de forma rápida y furiosa cuando, en realidad, lo importante de la vida siempre merece una explicación más extensa que un tweet.
Es de mencionar, siendo este un texto de despedida de año, que en 2023 Carmen Moriyón, más mediática que nunca, ha vuelto a ser alcaldesa de la ciudad y que Adrián Barbón, Barbónidas, resistió la embestida del PP, que había arrasado en casi todas las regiones de España, y seguirá detentando la presidencia del Principado. Ambos repiten labor en un puesto que ya han tenido, con la diferencia de que, esta vez, ambos comparten gobiernos de coalición. Quizás sea esa una de las principales razones que hagan que el resultado final no sea el mismo. Por ahora, los dos han aprobado presupuestos para 2024 y los dos con polémico rechazo a las enmiendas de la oposición.
Pero para mí, el verdadero protagonista de este año impar que termina hoy ha sido el movimiento vecinal de Gijón, que no ha parado de moverse en múltiples frentes. Entre ellos, la lucha contra la instalación de la planta de pirólisis; la reivindicación de una mayor seguridad en las parroquias rurales y también en la zona de Fomento; la protesta por un mejor servicio en los centros de salud; Cimavilla y su reivindicación de un barrio para todos, no solo para turistas; Gijón Oeste contra la contaminación; Nuevo Roces y sus problemas de aislamiento; las obras que entorpecido el verano en la calle de Pablo Iglesias; el abandono de Nuevo Gijón y mucho más.
La lista de batallas locales es interminable. Se trata de, en muchos casos, una guerra oculta que en miGijón tenemos el privilegio de cubrir. Son esas luchas a pie de calle que, sumadas, cambian el futuro de una ciudad. Más allá de los grandes anuncios, de la definitiva llegada de la alta velocidad y de otros manás, se libra una disputa sorda, la del día a día de los gijoneses. Con ellos hemos cumplido nuestro tercer aniversario, y para ellos seguiremos existiendo en 2024. Feliz año.