ENTREVISTA CON RAÚL FERNÁNDEZ, MEDALLA DE BRONCE EN LOS JUEGOS PARALÍMPICOS DE ATENAS 2004
“Sin el Judo Club Avilés no hubiera podido alcanzar el bronce en Atenas. La medalla les pertenece casi más a ellos que a mí”
“David Broncano me prometió que cuando viniese el primer coche autónomo a España se haría cargo de hacérmelo llegar, aunque sea un Tesla”
Raúl Fernández Arrizabalaga (Luarca, 1972) es de esas personas que siempre encuentran una motivación. Un gran tipo al que no le falta sentido del humor y que sabe lo que es luchar por los sueños. Ser ciego no ha sido un impedimento para él, no al menos en la competición ya que se trata del primer asturiano que ha participado en dos Juegos Paralímpicos en dos deportes distintos: ciclismo en Atlanta 96 y judo en Atenas 2004. De hecho, pensaba llegar a Pekín 2008, pero una lesión en la espalda se lo impidió. En la llegada al éxito tiene buena parte de culpa el Judo Club Avilés y Carlos Fernández. Raúl fue el primer invidente en competir en una liga de videntes, una situación que no achantó al luarqués que también ha sido capaz de jugar al golf o al ajedrez. Entre sus ‘logros’ también puede contar que tumbó a Ignatius cuando visitó el programa ‘La Vida Moderna’. “Son unos comediantes”, asegura entre risas.
Casi dos décadas desde que se subió al pódium en Atenas. ¿El bronce supo a oro?
Qué mayor me hace recordar los años que han pasado (risas). Totalmente porque no contábamos con ello. El objetivo era hacer diploma olímpico y ese bronce fue un oro en toda regla.
¿Qué sintió cuando subió al pódium?
Es algo indescriptible. Un logro así tendría que poder compartirse con compañeros o personas que hacen deporte, llevan toda la vida compitiendo y no pueden llegar a unos Juegos. Estar en una cita olímpica es un éxito rotundo y subir al pódium es algo de otro mundo. Pasa como si fueran décimas de segundo, no te da tiempo a disfrutarlo o a recapacitar. Cuando te das cuenta estás celebrándolo y empiezas a asimilarlo.
“En 2004 gané cuatro campeonatos de España, un open británico, plata del open y no se me consideró en nada. Sin embargo, en 2005 no tuve ningún éxito importante y me llovían las ofertas de proyectos”
Vayamos a la cara B. ¿Cuánto deja uno por el camino para preparar una Olimpiada?
Bastantes cosas, pero el sacrificio está premiado y es algo de lo que no te arrepientes. Cuando estás entrenando para preparar una competición tus amigos, la gente de tu edad se está yendo de fiesta, a cenar, vacaciones y tú tienes un sacrificio que te repercute en alcanzar triunfos en el ámbito deportivo. En mi caso venía desde Luarca a Avilés y, aunque haya pasado más de una década, la situación del transporte público sigue siendo la misma. Está muy limitado, no es como las grandes capitales. Lo que hacía era autostop o me traían amigos y así estuve años. Me quedaba en casa de mi entrenador Carlos Fernández y al día siguiente a madrugar para ir a entrenar cuando tenía el cuerpo machacado de la sesión que había tenido doce horas antes. Después me salió un patrocinio y me subvencionaban el taxi.
Su historia podría ser un ejemplo de superación. Perdió la visión en un accidente, pero lejos de venirse abajo consiguió triunfar en el deporte. ¿Es de los que piensa que no hay barreras para conseguir los sueños, es decir, querer es poder?
Sí, no cabe duda, pero no hace falta tener una discapacidad, una limitación visual, auditiva o sensorial, física para poder llegar a conseguir un triunfo. Afán de superación es Chechu Rubiera, Saúl Craviotto, Miguel Induráin que se tienen que levantar a las 05:30 o 06:00 de la mañana, desayunar bien, hacerse cinco o seis horas de entrenamiento y volver a casa. Tienen posiblemente las mismas lesiones que pueda tener un ciego, manco o cojo y los mismos sacrificios. Es cierto que nosotros tenemos algo más y hay que luchar contra ello, pero el afán de superación lo tiene cualquier tipo de deportista que llega a la élite.
En esa carrera por el bronce, ¿qué importancia tuvo su entrenador Carlos Fernández?
Diríamos que entre Carlos y todos los compañeros del Judo Club Avilés, el 85% e igual me quedo hasta corto. La medalla casi les pertenece más a ellos que a mí. En otro club no podría haber hecho eso ni de broma. Me ayudaron mucho, era uno más, no tenían consideración conmigo por ser ciego, pero tampoco me menospreciaban por ello. Con Carlos lo mismo. Si había que hacer alguna perrería, quizá incluso más al ciego que al resto de compañeros (risas) porque siempre se unió el humor con ser tolerante con las bromas y formar parte de ellas. De hecho, el condenado me acaba de hacer una y sigue portándose como si fuera un adolescente.
Podríamos decir que del olimpismo también surgen amistades para toda la vida.
Sin lugar a dudas, pero no solo con Carlos, también con los compañeros que igual los veo una vez cada dos años. Es una ilusión poder juntarnos para cenar, encontrarnos nuevamente y echar unas risas.
¿Los Juegos del 2004 eran su último tren o podía haber llegado a Pekín 2008?
Sí, creía que podía llegar, pero el problema es que tengo una lesión desde hace años. Cuando corría en bici ya tenía molestias, incluso tuve que entrar en terapia porque era mucho dolor y años después me hicieron pruebas y se dieron cuenta que tenía una estenosis de canal. Para la bici es grave, pero para el judo si hay una luxación, un apoyo con el cuello en el suelo desafortunado, te puedes quedar en silla de ruedas. El Comité Médico Olímpico me dijo que no me iba a prohibir competir, pero el consejo era que no siguiese.
¿Qué le pasó un día entrenando en Avilés?
Con las prisas de salir de trabajar en Luarca se me olvidaron las zapatillas de correr en casa. En el vestuario me di cuenta de que no las tenía y esperé a que salieran todos a la pista de atletismo para hacer el físico. Siempre iba con una referencia para salir detrás de alguien y fui para fuera descalzo, solo con calcetines para no perderme el entrenamiento y que Carlos no se enterara que venía sin zapatillas (risas). En la tercera vuelta, cuando iba entre los cuatro primeros, se dio cuenta de que iba sin playeros y me dijo que qué se pasaba y le contesté que me había olvidado las zapatillas en casa.
Alguien puede pensar que hacer judo sin visión es de locos. ¿Lo puede rebatir?
En Atenas coincidí con un moldavo que fue campeón de Europa en Oviedo en 1998. Tuvo un accidente, se quedó ciego y era igual de hábil siendo ciego que siendo vidente. Hice judo con él, apenas notabas presión en los agarres porque era súper suave, tenía los sentidos bien desarrollados y cuando te dabas cuenta estabas en el suelo. Curiosamente en Atenas se esperaba que obtuviera el oro o plata y se quedó fuera del pódium, fue quinto.
Vamos a viajar en el tiempo. ¿Cómo vivió Barcelona 92?
Desde casa. Estábamos preparando la Olimpiada y en un campeonato del Mundo en pista que había en Valencia, estrenábamos el velódromo Lluís Puig, por motivos que voy a omitir un poco el seleccionador decidió dejarnos en casa a mi piloto Fredy y a mi, nos quedamos en tierra siendo los Juegos que todo español hubiese querido disfrutar.
Cuatro años después participó en Atlanta 96, pero lo hizo en ciclismo…
Sí. En 1991 nos juntamos para un anuncio en Telecinco con Melchor Mauri y desde ese momento me pusieron junto a Fredi. Teníamos un físico muy parecido, dos tíos muy fuertes y en pista eso se notaba. Hicimos un buen binomio, un tándem bastante compenetrado y nos quedamos a competir para el futuro. Estuvimos hasta el año 96 porque él entró en la academia para formarse como Policía Nacional y tuvo que dejar el ciclismo. Nos volvimos a juntar en 1999 para intentar clasificarnos para Sídney, pero no pudimos.
En el 1992 ¿soñaba aquel chico de Trevías con disputar dos Juegos en dos modalidades distintas?
No, en absoluto. Es algo que surgió, no se buscó de ninguna manera. Por ejemplo, hace tres años estuve en el Open Británico de golf y ahora mismo tendría que estar viajando para el Mundial en California. Hay un español que está allí y tiene más nivel, soy un paquete jugando al golf (risas). Sí conseguí llegar a un nivel por la autoexigencia que me ponía con los entrenamientos y la seriedad. En el Open Británico quedé noveno y no está mal. Para mí era un objetivo ir, acabar los 36 hoyos embocando la bola y fue un éxito rotundo.
“Nicolás Terrados fue quien hizo que encontrara a Judo Club Avilés. Un día, cuando competía en ciclismo con el equipo ONCE, cogió un culotte y una chaquetilla de Jalabert y me la regaló porque nos faltaba ropa”
Es el único asturiano que ha participado en dos citas paralímpicas con dos deportes distintos. ¿Qué le parece?
Es el día a día, estamos limitados con otro tipo de deportes porque el ciego cuando tiene que practicar alguno no es autónomo. En el tándem dependemos de otra persona, en judo o tenemos un gimnasio al lado o dependemos de alguien que nos acerque, en natación no puedes ir tú solo a nadar porque tiene que haber una persona al final de la calle con un palo y un corcho que te dé en la cabeza para que hagas el volteo. Estamos hablando de alto nivel, no ir a nadar un poco a la piscina. El ciego depende siempre de otra persona para practicar deporte y es algo que sí es difícil de combinar.
Quizá lo que muchos no sepan es que uno de los culpables de su cambio del ciclismo al judo fue el doctor Nicolás Terrados…
Sí, así es. Realmente fue quien hizo que encontrara a Judo Club Avilés porque estaba entrenando en un gimnasio en Oviedo. Él me contó que había en Avilés un entrenador bueno que me llevaría a conseguir lo que quisiera, lo que me propusiera y si no lo hacía con él, difícilmente lo haría con otro. Siempre estaré agradecido a Nico por ese consejo y todo el trato que me dio desinteresadamente como deportista. En una ocasión haciéndome una prueba de esfuerzo con el equipo ONCE de ciclismo estaba Melchor Mauri, Laurent Jalabert y Álex Zulle y me preguntó cómo íbamos de ropa. Le conté que estábamos corriendo con la de hace dos años y me dijo que esperara. Fue al coche cogió un culotte y una chaquetilla de Jalabert y me la dio. Para mí fue un regalo y un detalle que no olvidaré nunca. Es cierto, ellos tenían ropa para regalar mientras un ciego que vendía el cupón, de donde salía el dinero para el equipo profesional, tenía dos culottes para todo el año. Luego llegaban amistades de los profesionales con sacos llenos de ropa del Tour y se te caía un poco el mito de la empresa que tenemos.
Tengo la sensación de que con su personalidad y sentido del humor debe tener anécdotas de las Olimpiadas como para escribir un libro.
Y dos (risas) porque siempre estamos con el cachondeo. En la Villa Olímpica no puede entrar nadie que no sea deportista, entrenador o equipo técnico y en aquel momento era el boom de las cámaras digitales con las tarjetas SD. Me llama en su momento la mujer del entrenador para que le pase alguna fotografía de la villa. En lugar de mirar las fotos, le di la tarjeta para que escogiera las que quisiera y las subiera a la web de Judo Club Avilés. La esposa de Carlos estaba en Atenas con él, mi hermana, mi cuñado y mis dos sobrinos. La lúcida idea que se le ocurrió fue poner la foto del peso pesado en calzoncillos abrazando un osito de peluche abriendo la web con la frase ‘En el judo no todo es agresividad’. La primera llamada fue la mujer del que sujetaba el osito de peluche preguntándome si estaba loco. Se montó una movida en la selección y no salimos a palos de milagro. No sabía ni de dónde venían los guantazos y eso fue la noche antes de salir al tatami. Por mi parte pedí disculpas y ahora nos reímos todos, pero en el momento fue muy complicado. Imagínate a Carlos metiendo la clave de Judo Club Avilés para borrar la foto que se había hecho viral (risas).
“España no trata al deporte como se merece. En Cuba si hacían medalla tenían casa, la escolaridad y la universidad de sus hijos y un trabajo de por vida”
Más allá de los Juegos, usted tiene en su haber otra serie de ‘logros’ como ser el primer invidente del Judo Club Avilés compitiendo en una liga de videntes.
Más que orgullo es valor, no apreciar tu vida y tu físico porque sabías que ibas a llegar ahí e ibas a llevar más palos que hace 70 años. A mí me tocaba enfrentarme a gente como Alarza, jamelgos de menos de 90 kilos que estaban en campeonatos de España, internacionales e iban a la Liga y a ti te tocaba enfrentarte a quien te pusieran delante, más sin saber a quién te ponían. Hay una anécdota muy buena con eso. Un entrenador le decía a Carlos que yo tenía que hacer el agarre porque si no nos iban a sancionar a los dos competidores y Carlos le contestaba que no veía. Al principio no le creían, pero cuando se dieron cuentan que era verdad no se lo podían creer. ¿Qué pasaba? Que cuando llegabas al tatami, notabas un agarre en la parte de arriba y te bajaban, cuando te dabas cuenta ya estabas en el aire. Creo recordar que gané un combate en la Liga Nacional y fue porque no se presentó el rival (risas).
¿Cree que Asturias trata al deporte como debería?
España no trata al deporte como se merece, salvo a los futbolistas que me parece descompensado. Con lo que gana un futbolista de Primera División en una temporada hay dinero para gestionar el judo en toda España durante un año. Saúl Craviotto, Chechu Rubiera o Miguel Indurain, deportistas con los que tengo amistad tenían que estar nadando, por lo menos, en monedas. En su día un cubano buenísimo en la Villa Olímpica me vino a dar la enhorabuena por el bronce y me preguntaba si iba a vivir toda la vida del logro porque en Cuba si hacían medalla tenían casa, la escolaridad y la universidad de sus hijos y un trabajo de por vida. Un país que consideramos que estamos por encima de ellos, pero hay más como Ucrania, Croacia… Cualquier otro país que no sea España trata a los deportistas de alto nivel del modo que se merecen.
“La mujer del entrenador publicó en la web del club una foto del peso pesado en calzoncillos abrazando un osito de peluche con la frase ‘En el judo no todo es agresividad’. Era el día antes de competir y no salimos a palos de milagro”
Muchos deportistas nos cuentan que tras volver de las citas olímpicas sienten un vacío. ¿Ha sentido la indiferencia de la clase política asturiana?
En 2004 gané cuatro campeonatos de España, un open británico, plata del open y no se me consideró en nada. Sin embargo, en 2005 no tuve ningún éxito importante y me llovían las ofertas de proyectos. Por ejemplo, Caja de Ahorros de Asturias me patrocinó y me consiguieron un taxi para venir a Avilés a entrenar para que no tuviese que venir a dedo, me otorgaron el galardón al mejor judoka asturiano de todos los pesos incluyendo videntes y no videntes. Pienso que hay que hacer al revés, hay que preparar y motivar a una persona que crees que puede hacer algo y las empresas no van a entrar en la ruina.
La Familia Olímpica del Principado va a iniciar ahora una nueva etapa donde se busca poder construir un Museo Olímpico. ¿Qué valoración hace de un proyecto que lleva más de dos décadas en el cajón por la falta de facilidades de la administración?
Todos sabemos que los proyectos se ponen encima de la mesa cuando interesa llegar arriba y al coger galones nos olvidamos de todo. Hay gente en Asturias que ha conseguido verdaderos éxitos. Chechu Rubiera no tiene una medalla olímpica, pero es uno de los mejores gregarios de toda la historia, estuvo en US Postal con Lance Armstrong y hoy está trabajando. Saúl Craviotto tiene cinco medallas, un deportista con ese currículum en cualquier otro país es un dios. Sin embargo, aquí incluso tenemos la arrogancia de criticar a una persona porque la liberen de patrullar con la Policía Nacional para ir a dar charlas. Es que tenía que haber un busto, una estatua en el medio de Gijón o en el centro del Principado con el rostro de esta persona porque a ver quién consigue eso. Llegar a unos Juegos es un éxito más que rotundo, muy pocos deportistas obtienen una medalla y sacar más de una en distintas citas olímpicas no tiene nombre.
La última. ¿No le dio pena tumbar a Ignatius Farray cuando fue al programa de ‘La Vida Moderna’?
(Risas). Precisamente fui con un deportista enorme, un íntimo amigo como José Luis Martínez. Tiene 1.200 victorias y no lo conoce nadie en España. Se dedica a las carreras de caballos, es un tío que está a punto de cumplir 52 años y el único español que ha sido invitado al campeonato del Mundo en Irlanda el mes que viene. Me lo llevé al programa y Broncano dijo: ‘Cuidado con Raúl, es judoka. Es más, no os gustaría ver una pelea entre Ignatius y Raúl’. Empezó a liarla parda y cuando me di cuenta estaba Ignatius en calzoncillos, pidiendo que le echaran cremita para que no lo pudiera coger y me resbalara. Fue una comedia, son unos comediantes y están locos perdidos (risas). Quiero también que se sepa que Broncano me prometió que cuando viniese el primer coche autónomo a España, se haría cargo de hacérmelo llegar, aunque sea un Tesla. Estaría dispuesto a torcer el brazo y subirme a uno para ser autónomo y poder venir desde Madrid a Asturias todos los fines de semana.