Hace un año que Sol Espías fundó este proyecto tras, una visita iluminadora a los campos de refugiados norteafricanos; desde entonces, proporciona asistencia y esperanza a los pobladores de los mismos, especialmente a menores y a sus madres
Tres años y medio de guerra en Ucrania, otros dos de matanzas en Gaza, ahora las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela… Unos pocos focos de fricción acaparan la atención del público en lo concerniente a la realidad internacional, haciendo olvidar que, más allá de ellos, aún existen un buen puñado de conflictos de diversa índole activos o latentes, pero todavía supurantes. El del Sahara y, más concretamente, el del futuro de sus pobladores, permanentemente sometidos al yugo de Marruecos, es uno de ellos. Y precisamente con el doble objetivo general de asistirles, primero, y el de vitar que su causa sea olvidada, después, nació hace ya un año la iniciativa ‘Renacer en la Arena‘, un proyecto creado para mejorar la salud, la educación y el bienestar del pueblo saharaui en los campamentos de refugiados. Su fundadora, Sol Espías, detalla para el Canal Prestosu de Caja Rural de Asturias el origen y el desarrollo de este paso adelante solidario que, como un viento solidario, lleva al desierto norteafricano una mezcla de justicia y esperanza.
Como ha ocurrido tantas veces a lo largo de la historia, fueron los más pequeños -concretamente cierta niña saharaui a la que Espías y sus compañeros tuvieron ocasión de conocer- los que abrieron los ojos asturianos a la realidad que se vive en tales campos, instalado en pleno corazón de las arenas. Tras varios años de visitas periódicas de dicha niña al Principado, y ante la imposibilidad, por edad, de continuar haciéndolo, Espías tomó la decisión de invertir la relación. «Alguien tenía que ir allí, y yo lo hice«, rememora, en respuesta a las preguntas formuladas por la presentadora Juncal Herrero. Aquello fue un verdadero baño de realidad, pues «nada de lo que imaginamos tiene que ver con lo que nos encontramos«. Y así se sentaron las bases de esta apuesta, que comenzó con la construcción de la casa familiar de la menor y sus allegados, y ha continuado instruyendo a los menores y a sus madres en cuestiones prácticas, desde la enseñanza de principios básicos de higiene o de cuidado doméstico, hasta el próximo establecimiento de un gabinete dental. Y siempre con un enfoque de empoderamiento de la mujer.
Todo un desafío, sí, pero también un gesto útil y necesario, crucial para que el sufrimiento pasado y las opciones de futuro del pueblo saharaui no sean ni olvidados, ni ignorados.