Fuera del debate público, en el día a día de los asturianos, se ve que esta cuestión no genera ningún reclamo ni inquietud
Desde hace décadas, de manera periódica y recurrente, en nuestra amada Asturias patria querida, vuelve a la palestra del debate político el asunto de la cooficialidad, con posiciones opuestamente enfrentadas, que no cuentan con el amplio consenso y la mayoría reforzada que una decisión de este calado requiere.
Y remarco ‘debate político’, porque esta cuestión viene abordándose desde las órbitas de los partidos políticos e instituciones públicas como la Academia de la Llingua Asturiana, con partidarios a favor o en contra en función de si el signo político es de izquierdas o se encuentra en el espectro de la derecha. Pero fuera del debate público, en el día a día de los asturianos, se ve que esta cuestión no genera ningún reclamo ni inquietud, pues la oferta de academias de lenguas que ofrezcan clases en llingua es inexistente como inexistente es su demanda, y en los ámbitos culturales y de la comunicación (películas, libros, teatro, música, ocio, servicios, radio, etc.) el consumo es muy minoritario.
En el terreno educativo, las opciones del alumnado se encuentran tan fragmentadas como nuestro parlamento político. Según datos de la Oficina de Política Llingüística, en la educación primaria, un 48% de los alumnos escoge la asignatura de llingua en los colegios públicos y tan sólo un 14% si se trata de centros concertados, y estos porcentajes caen en picado cuando hablamos de la ESO y el Bachillerato.
Y en las grandes ciudades (Oviedo, Gijón y Avilés) la lengua asturiana apenas tiene presencia. Lo cierto es que el número de falantes en la región es minoritario, concentrándose en las zonas rurales de los pueblos vaciados, cuya población se encuentra cada vez más envejecida.
Las cifras podrán gustar o no, pero la realidad siempre se impone a pesar de las fábulas y cuentos políticos. El problema de la llingua no es la cooficialidad, que nos divide en bandos de buenos y malos asturianos, sino la propia supervivencia de nuestra región que lleva desangrándose en población desde el año 1982, con la pérdida de más de 121.000 residentes y una caída alarmante de la natalidad.
En unas décadas no habrá ni falantes ni recambio generacional, pero para quienes nos gobiernan desde hace más de 40 años este no parece ser el problema.
Así es.
Asturias tiene problemas muy serios que no se solucionan sumando dos lenguas cooficiales al castellano.
De hecho, no sé si harían hasta el efecto contrario.
Pero lo único cierto es que Asturias desaparece porque no hay futuro económico.
Y que algunos distraigan la atención de esta gravísima realidad con cuestiones identitarias, me hace preguntarme cual es el plan del PSOE para gobernar España.
¿Ahondar en las diferencias identitarias (superficiales la mayoría de ellas. Pues todos tenemos una base cultural cristiana católica greco-romana y una historia compartida de más de 500 años) distrayendo al personal de lo importante? A saber, que Asia nos va a comer por los pies en el ambito económico.
Vaya gran raciocinio, en las barras de bar se oyen comentarios más afinados: Es como decir que si un bien cultural y patrimonial como una catedral se cae, se debe dejar que acabe de derrumbarse. Pero claro, funciona con lo que nos interesa y con lo que no, pues no. Como la cultura Asturiana no nos llama por lo que sea, pues hacemos justo al revés de como se protegen y se fomentan las culturas que pasan estos trances. Y para remate, mezclar el eterno argumento de jubilado de que somos pocos y en eso pivotan todos nuestros problemas y no otros. Que tiene que ver lo mismo que un huevo con una castaña.
Asturias posee la tasa de mortalidad más alta de España (13,25 defunciones por cada mil habitantes) y la tasa de natalidad más baja (4,74 nacidos por cada mil habitantes), por lo que tiene el menor saldo vegetativo: -8,51 por mil
La lista de las comunidades donde el PIB ha crecido más entre 1978 y 2022 la encabeza Murcia, con un 230,2 %, seguida de Madrid (224,4 %), La Rioja (215,0 %), Baleares (203,3 %), Navarra (192,0 %), Canarias (187,0 %) y la Comunidad Valenciana (179,0 %).
En cambio, la que menos ha crecido en esos 44 años ha sido Asturias, un 69,3 %, 3,3 veces menos que Murcia, por detrás de otras comunidades del norte peninsular como Cantabria (110,5 %), Castilla y León (122,6 %), País Vasco (123,3 %), Galicia (142,2 %) y Aragón (155,8 %).
Con estos datos, ponernos a arreglar una catedral donde no entra nadie por turismo, ni se celebra misa, ni ha sido siquiera la catedral donde históricamente los asturianos han ido a misa (además de que hay otra catedral, llamada gallego asturiano, que ni siquiera es reconocida como tal por los miembros de la ALLA, además de que habría que hablar con León y Zamora para contarle los planes y ver qué le parece) pues como que todo estos parece un ejercicio para desviar la atención de los problemas reales.
Pero vamos.
Que todo esto se soluciona preguntándole a la gente. Y aunque un referéndum no se puede legalmente, se podrían buscar otras fórmulas meramente consultivas.
Creo que así se acabaría la discursion sobre la catedral.
Vano intento el suyo por ridiculizar un artículo debidamente razonado
Para comentarios de barra de bar los suyos
Mezcla usted churras con merinas con su analogía de la catedral
Una cosa es conservar un bien patrimonial como San Miguel de Lillo, o un puñado de teitos y de hórreos (va una miseria para el prerománico asturiano) con el objeto de que cada cual vaya libremente a verlos y disfrute ese patrimonio en un lenguaje universal como es la arquitectura. Y otra, que nada tiene que ver, es institucionalizar un bable normativo jamás hablado por nadie, imponer su enseñanza en la educación, en la Admón, y resto de implicaciones que no son pocas, aderezado con un gasto desorbitado e imposible.
Los asturianos ya tienen una lengua, que además de ser materna para la inmensa mayoría, es la oficial en todo el país.