La concejala de Cultura completa el primer año de su estreno político orgullosa de haber contribuido a hacer del municipio minero un lugar «libre de censura», gracias a iniciativas como la ‘Caja de Resistencia’ o ‘Rucula’
La historia reciente de Mieres no deja de ser curiosa. Hace veinticinco años pocos habrían imaginado que el corazón del valle del Caudal, con su horizonte erizado de pozos mineros y su alma netamente industrial, podría llegar a alzarse algún día como un referente cultural en la región… Y fuera de ella. Pero el milagro se obró, y un cuarto de siglo después la otrora capital asturiana del carbón se ha labrado un hueco en las reseñas culturales de todo el país. La ‘Caja de Resistencia‘, el ciclo ‘Rucula‘, decenas de conferencias, exposiciones, conciertos… La oferta es amplia, ecléctica y, sobre todo, aplaudida dentro y fuera del territorio. Y el mérito de ello radica no sólo en la natural predisposición de sus habitantes para con dicho campo; también en una larga estirpe de políticos locales comprometidos con demostrar hasta qué punto en un polo industrial como Mieres la cultura podría llegar a ser un caballo de tiro tan constante y poderoso, como atractivo y transgresor. La más reciente representante de esa saga es Rocío Antela Pino (Oviedo, 1983), productora de televisión primero, minera en el Pozo Santiago después, ingeniera técnica de Minas en la actualidad y, desde las pasadas elecciones municipales, también concejala de Cultura. Un salto a la política que esta mierense de pura cepa, combativa y feminista, nacida en la capital asturiana «sólo porque el hospital Álvarez Buylla estaba en obras de aquella», dio con la firme voluntad de extender su militancia y contribuir a que Mieres sea un lugar aún más solidario, abierto y, sobre todo, libre de censuras.
Vamos a ver… Ante todo, aclaremos un punto: usted saltó de los platós a picar carbón, de ahí a la Politécnica de Mieres, de las aulas a los despachos, de los despachos a la política… ¿Cómo se explica esa progresión?
Ojo, sigo a jornada completa como ingeniera técnica de Minas por decisión propia, porque lo considero como una forma de militancia. También soy activista feminista; de hecho, estoy dentro de la Brigada Feminista, pertenezco al grupo de coordinación de Asturies 8M… En fin, que entiendo el feminismo como una militancia. Y seguir en mi puesto de trabajo forma parte de ello.
Sí, pero… Con semejante responsabilidad a cuestas, y manteniendo su oficio sin reducción de jornada, ¿por qué tomó la decisión de concurrir a los comicios en la lista de Izquierda Unida?
A ver, llevo trabajando y estudiando desde los dieciocho años. Y, aunque me considero una persona humilde, creo que tengo bastante capacidad de trabajo, y que soy buena gestora. Y eso que esto último se ha puesto en duda muchísimas veces, pero soy mujer, estoy acostumbrada a que se me cuestione. Por la necesidad de un salario bajé a la mina, pero como trabajé en ella lo hice en invernaderos, haciendo camas, de camarera… La clase trabajadora es lo que tiene. En cuanto a la política, te metes como por un compromiso con el territorio. Y es duro, hay mucho trabajo detrás, pero también es gratificante. Sobre todo, porque no estás sola; te respalda la ciudadanía, un equipo… Es igual que en el activismo: inviertes mucho tiempo libre en él, pero lo ves como una actitud ante la vida. No vas poniendo en la balanza lo bueno o lo malo; para mí, la única balanza que existe es la de la justicia. Y he entrado en política para ayudar a equilibrar esa balanza.
Pronto se cumplirá un año de las elecciones y, por ende, del inicio de su primera experiencia política. ¿Qué balance hace a día de hoy de su labor al frente de la Concejalía de Cultura?
Creo que todos en el Ayuntamiento estamos satisfechos. En mi área, no sólo por la calidad de la programación, sino por el éxito de público. De hecho, mi primera intervención artística, que se hizo en el Pozo Santa Bárbara, en menos de dos meses alcanzó las 4.000 visitas. Las actividades en la Casa de Cultura también responden muy bien. En fin, cuando trabajas y, encima, ves que el resultado es maravilloso, eso te motiva muchísimo. Ahora bien, hay que reconocer que hay mucho trabajo detrás, algo que no se suele ver. Y siempre insisto en un punto, pero porque es absolutamente cierto: hay un equipo técnico que se deja la piel, trabajadores municipales hacen posible que esas actividades se lleven a cabo, y que están muy implicados en su labor. Es un mérito colectivo.
Y bien logrado, parece ser. Vista su difusión cultural actual, quién diría que, durante décadas, Mieres fue principalmente conocida por su conexión minera…
Más que un icono de la minería, lo hemos sido de la lucha obrera. Por eso en las cuencas arraigó el sentimiento de comunidad. Siempre se trabajó en conjunto, se reivindicó generación tras generación, y la cultura estuvo muy presente. Además, soy una firme defensora de la descentralización cultural, de no concentrarla sólo en las grandes urbes. Todos los ciudadanos tenemos que tener acceso a la cultura. Pero, repito, esto viene de muchos años atrás, con mucho esfuerzo. Sobre todo, a partir de que Izquierda Unida llegó al Gobierno local; desde que se convirtió en alcalde, Aníbal (Vázquez) apostó por la cultura como una herramienta de transformación, y con él pasaron diferentes concejales que hicieron una labor increíble. Al final, cuando hablamos de la cultura, es como hacerlo de la naturaleza, de un prao: la cuenca ya estaba, tenía esa semilla cultural; lo que nosotros hemos hecho ha sido seguir abonando y regando. Y así continuaremos.
Una de las ‘semillas’ de más reciente plantación ha sido la ‘Caja de Resistencia’, la respuesta de Mieres a la proliferación de ciertos boicots institucionales sobre determinadas creaciones artísticas en otras partes de España… Y de la que usted es madre pura, sin ambages. ¿Cómo está viendo la evolución de esa ‘planta’ cultural que usted impulsó?
Qué voy a decir… Fue mi primera iniciativa institucional. Es algo que salió de una manera orgánica, natural, y creo que eso también hace que se note que en Mieres hay esa cultura reivindicativa y solidaria. De ahí el éxito de la ‘Caja…’. Aparte de que, desde que la iniciamos, ha tenido mucha cobertura por parte de los medios; sobre todo, nacionales. Se fomentó como un orgullo en el pueblo, como un sentimiento de arraigo, de comunión alrededor de la cultura. Dicho de otra manera, la ‘Caja de Resistencia’ volvió a recuperar la autoestima colectiva de Mieres, a nivel cultural.
¿Y para usted? ¿Qué es la ‘Caja de Resistencia’ para Rocío Antela?
Una ventana a la libertad. Entendemos que la cultura refuerza los valores que nos dignifican, como ese sentimiento de identidad y de permanencia del que hablaba antes. Y el feedback que nos llega, tanto de los artistas como de los participantes, porque para mí el público participa tanto como los propios creadores, va en esa línea. Eso es fundamental, porque son todos ellos quienes hacen latir la ‘Caja de Resistencia’. De nada sirve que tengas una buena iniciativa si no tienes a nadie que la respalde.
Pues el respaldo es evidente. Por los escenarios de la ‘Caja…’ han pasado artistas y obras de prestigio nacional… A las que se cerraron las puertas en otros lugares. ¿Cree que esa osadía explica, en parte, el éxito conseguido?
Aparte de ser mi primera iniciativa, fuimos muy audaces. Cuando estuvo aquí el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, él y su equipo nos lo dijeron así. Que se hiciese eco de nuestra lucha es para estar agradecida, y mucho más. Estamos en el mapa. Y es verdad, porque lo primero que hicimos cuando llegamos fue declarar el concejo libre de censura. El año pasado, mientras en el Ayuntamiento de Gijón se debatía el tema del uso del asturiano, en mi primer Pleno, como buena activista que soy, lo primero que defendí fue poner dos lonas en asturiano en la Casa de Cultura. Ahí ya vimos como la ciudadanía mierense se sentía orgullosísima; si hasta usaban las lonas como un photocall reivindicativo…
Hasta ahora ha incidido varias veces en ese sentimiento de comunidad, incluso en torno a la cultura. El de ‘Caja de Resistencia’ es un nombre muy alineado con ello. Esa referencia a las ‘cajas solidarias’ que los obreros crean para ayudarse en tiempos difíciles… ¿Fue una elección deliberada?
Hay que buscar nombres que tengan que ver con el territorio, y sí, con la ‘Caja de Resistencia’ poco hay que explicar. Pero la ‘Caja…’ no tiene siglas; tiene valores. Es un espacio seguro en el que todo el mundo tiene cabida. Además, cuando conté la propuesta, me podrían haber dicho no, pero obtuvo un apoyo directo, tanto de mis compañeros de Cultura como de todo el equipo de Gobierno del Ayuntamiento. Es lo que comenté antes: sin un equipo que dé tira, que trabaje a una, ninguna idea sale adelante, por buena que pueda llegar a ser.
¿En algún momento usted, o su equipo, se plantearon que esto podría haber salido mal?
Pues no valoramos nada de eso, no… A ver, la ‘Caja de Resistencia’ es un proyecto efímero desde su mismo inicio. De hecho, no debería existir, porque no tendría que haber censura en ninguna parte. Así que no se cuestionó que pudiese no obtener ciertos resultados mínimos. Sólo quisimos no ponernos de lado ante ese problema, dar un paso al frente. Ahí está su carácter reivindicativo. No miramos tanto las consecuencias como las acciones. Y lo que está claro es que, ante un problema, hay que dar la cara, no ponerse de perfil.
¿Confía en que el momento en que ese momento en que deje de ser necesaria llegará pronto? Los boicots culturales no han desaparecido…
Es una desgracia, pero nuestra cultura necesita una ‘Caja…’ para denunciar la censura y la persecución. En Gijón hubo un ejemplo reciente con el intento de Vox de evitar la proyección de la película ‘Mamacruz’. Aceptar la cultura es abrirse a un proceso de transformación social que enriquece, desarrolla, construye una comunidad y una sociedad más justas. Quienes se oponen a ese proceso temen la cultura, el pensamiento crítico, la diversidad… La misma libertad, que es un concepto del que hacen muy mal uso. Así que, mientras se sigan sufriendo las consecuencias de esta nueva modalidad de los tribunales de la Inquisición, Mieres tendrá la ‘Caja de Resistencia’ para apoyar a los trabajadores y trabajadoras de la cultura. No nos vamos a cruzar de brazos, porque asumimos que esa lucha tiene que venir de lo público; esa es nuestra función.
Pero, desde luego, no todo en Mieres es la ‘Caja de Resistencia’. Ahí está ‘Rucula’, su otro gran faro, una puesta en valor del papel de la cultura en las zonas rurales…
Exacto. Y mucho más. Hacemos una programación, como todo el mundo: presentaciones de libros, conciertos, alderiques… Con ‘Rucula’ impulsamos la cultura en el rural, estamos más presentes en los pueblos…. De nuevo, no miramos tanto los aforos, como la descentralización y la democratización de la cultura. Esto la va a llevar a todos los rincones de nuestro territorio. Y si Mieres ya de por sí era sinónimo de descentralizar, todo esto, más aún.
¿Y qué decir del futuro? ¿Puede desvelar alguna de las iniciativas en las que están trabajando ahora?
No voy a adelantar nada; soy de cocina lenta. Pero sí diré que este cuatrimestre tendremos una intervención artística en el Pozo Santa Bárbara. También tendremos una folixa maravillosa con César Menéndez Barriada. Están las fiestas de San Juan, por supuesto… Y seguiremos teniendo conciertos, apostando siempre por la equidad de género, por la diversidad para todos los y por lo local, autonómico y nacional, en ese orden. ¡Ah, se me olvidaba! En junio albergaremos la gira internacional de Ana Popović. Va a tener paradas en Madrid, Barcelona… Y Mieres, ahí es nada. Y otra cosa… Se está cociendo una ‘Caja de Resistencia Internacional’ para verano. Ahí lo dejo. Pero, sobre todo, hay que decir que el Ayuntamiento seguirá haciendo el enorme esfuerzo que está realizando para mantener la red de equipamientos culturales, para llenarlos de contenido. Al final, estamos dando la razón a esa idea de que, a veces, los mayores movimientos nacen en sitios pequeños. En este caso, en un pueblo de 37.000 habitantes, cuidado.
Por desgracia, el pasado noviembre la gran noticia en torno a Mieres fue el fallecimiento de su alcalde, Aníbal Vázquez. Es un recuerdo doloroso, comprensiblemente, pero… ¿Cómo vivió aquel momento, siendo como fue al poco del inicio de su periplo político, y a la vista de la confianza que el difunto alcalde depositó en usted desde el minuto uno?
Es un nombre propio de la historia, un ejemplo de líder político. Dignificó la actividad política, y el mejor homenaje que le podemos hacer es seguir sus pasos. Y eso hacemos todos, y lo seguiremos haciendo.
¿Fue una motivación extra para acceder a integrarse en la lista municipal de Izquierda Unida?
Encontré algo que nunca había visto, que escasea y que me hace sentir como en familia y a gusto. A mí Aníbal me quiso tal como soy para entrar en la lista. Y no sólo eso; él y el equipo de Gobierno me dejaron potenciar mis cualidades. Por eso pienso que, con un grupo humano distinto, dudo que la ‘Caja de Resistencia’ hubiera salido adelante. Hablamos de líderes, de equipos, de gestión… Como ya dije, yo tengo bastante capacidad de trabajo, y no había encontrado un líder así, que reconociera mi valía, que me dejara ser como soy y, encima, me potenciara. Y, por si fuera poco, visibilizándome. A mí, como a todos los demás. Me parece algo excepcional. Eso es lo que hacen los grandes líderes.
Quizá sea un poco pronto para preguntarlo, pero… ¿Se plantea repetir como concejala, una vez concluya la legislatura?
¡Déjame terminar este! No, en serio, no lo sé. Ahora mismo no tengo tiempo para pensar eso. Que, pase lo que pase, voy a seguir aportando, sin duda. Convivo en sociedad y tengo ese compromiso con el territorio. Si hace unos meses, o a principios del año pasado, me preguntas si me iba a meter en política, habría dicho un no rotundo… Pero aquí estoy. Ya lo hablaremos dentro de unos años, ¿vale?