Sería un error convertir la entrevista de Tuero en una máscara que oculte el serio problema que este Ayuntamiento tiene con la tolerancia y la libertad de expresión
El otro día, la entrevista de José Ramón Tuero, concejal de deportes y de la cosa rural, rompía un veto que el gobierno del Ayuntamiento de Gijón está manteniendo con el que escribe y, por extensión, con este diario digital. Se agradece que todavía queden políticos en esta ciudad dispuestos a hablar con todos y sobre todo desde la pluralidad, el respeto, la cordialidad y la voluntad de resolver los problemas de la gente. Tuero no inventa nada nuevo, tan sólo hace aquello que los ciudadanos le encomendaron: política.
Efectivamente, lo que se pone en valor es el sentido último de la política. No es admisible desde ningún punto de vista democrático que se normalice el silencio entre los miembros de un equipo de gobierno y este medio de comunicación. Por eso ponemos en valor esta entrevista y la valentía de quien la concedió. En la mente maquiavélica de algunos políticos de este gobierno se ha tratado de vilipendiar el honor de este diario digital y se ha creado la falsa imagen de una guerra que no existe. Ni enterramos ni desenterramos ningún hacha, simplemente porque nunca existió en esta cabecera. Como muchos políticos y lectores nos han señalado desde que este diario nació, sólo hemos contado la verdad, defendido la libertad de expresión y el pluralismo político. Nada más pero tampoco nada menos.
Escribir una columna diaria de lunes a viernes es un reto profesional de primer orden para un periodista. Significa pulsar una ciudad que siempre ofrece algo de lo que poder escribir en una coda. Pero cuántas palabras cuesta un silencio, cuántas un veto. El mayor problema con los vetos no los tiene este medio, sino aquellos que no pueden o no quieren aceptar la crítica. Estamos convencidos de que esta situación deriva de la escasa aceptación que se puede llegar a hacer de la divergencia política. Se ha convertido, pues, en algo enfermizo que tampoco es beneficioso obviar o aceptar como algo normal. Por eso, también creemos que siempre se puede solucionar, que también tiene vacuna, si comienzan a admitir que no se debe convertir ninguna divergencia política en algo personal. Por eso, aunque uno tiene la impresión de que se les ha quedado una piel muy fina desde que tomaron el mando de Gijón, también cree que tiene remedio
Efectivamente, este ejercicio de soberbia absurdo, ridículo, insensato, les está costando la credibilidad de los suyos, todo un caudal de verdades, todo el historial de noblezas que a lo largo de los años ha ido acumulando el PSOE e IU en Gijón. La realidad se ha hecho soluble en el albañal del veto. La verdad, tan evidente, visible y conocida, se ha convertido en material de silencio, tundra. Destacamos el valor la entrevista de Tuero porque muestra respeto hacia nuestros lectores, hacia los ciudadanos, incluso a sus compañeros de partido. Por un veto se está sacrificando la verdad y la libertad de opinión, mientras hay hombres y mujeres en sus filas que tratan de sacar adelante la ciudad de Gijón como buenamente pueden. También somos conscientes de que otros muestran su sonrisa calavera esperando a que les llegue un cargo o medren en la dirección de un ministerio, a costa de nuestro cadáver, pero pueden seguir esperando, porque tenemos algo que se llama independencia. La política local tiene la grandeza y la miseria de las pequeñas historias. Aquí no hay Shakespeare ni Julios César, no hay idus de marzo, tan solo navajeo albaceteño.
No es admisible fingir que aquí no ha pasado nada. Sería un error convertir la entrevista de Tuero en una máscara que oculte el serio problema que este ayuntamiento tiene con la tolerancia y la libertad de expresión. La entrevista del viernes sólo indica como se tienen que hacer las cosas y abre la puerta al periodismo de toda la vida, el que no renuncia nunca a contar la verdad.