«En Gijón jugó tres temporadas, siendo un jugador importantísimo las dos primeras, en las que dio auténticas clases magistrales en El Molinón. Para recuerdo de todo el sportinguismo queda, además, el gol conseguido en el partido de ida de la promoción contra el Lleida, al que se sumaría otro en la vuelta, una de esas eliminatorias marcadas a fuego en la más que centenaria historia rojiblanca»

Nos dejó Marcel Sabou, uno de los últimos grandes nombres de un Sporting acostumbrado a la Primera División, pero su vida, pese a sus éxitos deportivos, no fue fácil. Marcel Sabou nació en Rumanía, en Timisoara, la ciudad donde se inició la Revolución que acabó con la tiranía de Ceacescu. Jugó en el Dinamo de Bucarest (1986-89) y en 1989, estando el principal equipo rumano de gira por España, abandonó junto con su compañero de equipo George Viscreanu el hotel de concentración y decidieron pedir asilo político en nuestro país. Lo hicieron en Valencia y desde allí se trasladaron a la capital española. Su objetivo era doble: huir de la dictadura liberticida del líder del Partido Comunista Rumano, Nicolae Ceaucescu, y buscar una mejora económica en el mundo del fútbol profesional del occidente de Europa. Así que decidieron probar suerte en España.
Durante un tiempo vivieron en un albergue de acogida en Madrid, teniendo como únicos ingresos las 30.000 pesetas mensuales que la Cruz Roja les entregaba como ayuda, pero el Rayo Vallecano se ofreció rápidamente a acogerlos. No obstante, no pudieron librarse de una inmisericorde UEFA y una lenta burocracia hizo que los futbolistas rumanos estuvieran unos meses sin jugar, entrenando con el Rayo y limitándose a disputar con el conjunto de Vallecas algunos amistosos. Una vez regularizada su situación en España y solventado los problemas de documentación en la UEFA, Viscreanu fichó por el conjunto rayista y Sabou se fue al Real Madrid para jugar en su filial, el Castilla. Y allí comenzó su carrera como futbolista profesional en España.
Tras dejar el club merengue fichó por el Tenerife, donde no consiguió asentarse en el equipo titular chicharrero. Sí lo hizo, sin embargo, en sus siguientes equipos, primero el Racing de Santander y después, el Sporting. En Gijón jugó tres temporadas, siendo un jugador importantísimo las dos primeras, en las que dio auténticas clases magistrales en El Molinón. Para recuerdo de todo el sportinguismo queda, además, el gol conseguido en el partido de ida de la promoción contra el Lleida, al que se sumaría otro en la vuelta, una de esas eliminatorias marcadas a fuego en la más que centenaria historia rojiblanca.
Sabou cerró su carrera como futbolista profesional en Portugal, en las filas del Chaves y lo hizo junto con un nutrido grupo de ex jugadores del Sporting. Iván Miner, Raúl y Dani Díaz. Tras colgar las botas se estableció para siempre en Gijón, junto con su esposa Lili y sus hijos Alejandro y Mario, convirtiéndose en un gijonés más. Mató el gusanillo del fútbol como entrenador del Arenal y del Berrón. Y en Gijón, vencido por una infección vírica que no pudo superar por su enfermedad de la ELA (una grave dolencia que padecía desde hace doce años), nos dejó ayer. Pero siempre quedará en el recuerdo y en el corazón de los sportinguistas, por mucho que pasen los años.