El rumano, uno de los jugadores extranjeros más queridos del Sporting de los 90, no pudo superar una infección vírica que sufría por su estado por una esclerosis lateral amiotrófica y murió este lunes en Gijón, ciudad donde se asentó tras colgar las botas

Es la imagen más vista en los móviles de la Asturias rojiblanca desde la tarde-noche de ayer. El remate duro a portería de Marcel Sabou tras un rechace de un córner en la frontal en la promoción contra el Lleida de la que el día 28 se cumple 30 años y que suponía el 2-1 que daba momentáneamente la permanencia al equipo dirigido de urgencia por Rezza (3-2 al final tras un 2-2 en la ida). Un partido inolvidable para las 42.000 almas que llenaron El Molinón ese día, como lo fue el rumano, que ayer nos dejaba a los 59 años al no poder superar una infección vírica por el estado en el que se encontraba por una esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que le afectaba desde hace unos 12 años. El Sporting pasada las 19 horas se hacía eco de su muerte y transmitía sus “condolencias a familiares, amigos, excompañeros y seres queridos”.
Vino Sabou del Racing en 1993 para completar en el Sporting tres años. Fueron los últimos de aquel otro fútbol, tan recordado, que enterró la Ley Bosman a finales de 1995 y que tanto daño hizo a entidades del perfil de la entidad de Mareo. Disputó el rumano 85 partidos oficiales con la rojiblanca en los que anotó 8 goles, 2 en aquella promoción con el Lleida, dejando huella en la ciudad y la ciudad en él, tal que así que, tras jugar en Portugal en el Chaves junto a otros canteranos como Raúl, Dani Díaz o Iván Míner, volvió para afincarse definitivamente en Gijón. Amante del fútbol, siguió entrenando en el Arenal y el Berrón, y no era difícil encontrarlo jugando con críos en las pistas del parque fluvial de Viesques.
En 2013 le diagnosticaron ELA y desde entonces, con la ayuda de sus hijos, se convirtió en un embajador para dar a conocer esta enfermedad degenerativa que le fue haciendo mella físicamente. Ayer finalmente perdía la vida dejando atrás una gran trayectoria futbolística en la desaparecida Politehnica Timișoara de su ciudad natal; en el Dinamo București, del que se marchó de una gira por España para pedir asilo político; y ya en territorio estatal, en el Castilla, Tenerife, Racing y Sporting, además de su etapa final en el Chaves, pero también el cariño de todos los gijoneses y sportinguistas. En la memoria quedarán sus carreras con el 11 a la espalda, aquella zurda y ese gol en aquella ‘finalísima’ con el Lleida.
