Las labores de drenaje realizadas por la UME y la Policía Nacional hacen aflorar el vehículo, que ahora se intentará extraer completamente del lodo; podría ser un hallazgo clave para dar con madre e hija, desaparecidas hace 38 años

El vasto dispositivo de rastreo movilizado por la Policía Nacional y por el Quinto Batallón de la Unidad Militar de Emergencias (UME), desplegado desde León, en la balsa de la bocamina de Berbes, en Ribadesella, ha dado sus primeros frutos. A primera hora de esta tarde, y con la compleja labor de drenaje de las aguas ya avanzada, afloraba en el fondo, cubierta de lodo y limo, la estructura de uno de los dos coches en los que podrían estar los cuerpos de María Trinidad Suardíaz y de su hija, Beatriz, desaparecidas en 1987 en Matadeón de los Oteros, León, cuando la primera contaba veinticuatro años y la segunda, apenas trece meses. No obstante, aún es pronto para afirmar si, efectivamente, la búsqueda puede darse por finalizada; por el momento, la prioridad de los profesionales de rescate, policiales y militares, es retirar el fango para extraer completamente el vehículo y, a continuación, proceder a su registro pormenorizado. Paralelamente, la inspección del lecho de la balsa continuará hasta dar con el segundo turismo.
Si bien el de hoy ha sido un avance capital, las expectativas estaban altas desde la jornada de ayer, cuando se halló una chapa blanca que, al poco, se confirmó que era parte de la carrocería de un coche. Fue un motivo de alegría para los más de cien efectivos desplegados en el lugar, que incluyen a agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEOS) de la Policía Nacional, de la Policía Científica, de la Unidad Aérea de Drones o del Grupo de Intervención Técnica. Y es que todos ellos, como el grueso de la sociedad, confían en estar cerca de la resolución del dramático caso, que comenzó cuando, entre el 26 de junio y el 15 de julio de 1987, se vio por última vez a madre e hija en su domicilio de Gijón. Ese mismo año se decretó el ingreso en prisión del único investigado como posible autor, Antonio María da Silva, apodado ‘El Portugués’, a quien, sin embargo, no se echó el guante hasta 1989. Sobre él pesaba una citación judicial por malos tratos, y varios testigos declararon haberle visto arrojar vehículos a la balsa de Berbes, Actualmente reside en un complejo asistencial de Zamora, y siempre ha defendido que las ausentes huyeron a tierras lusas, donde permanecerían ocultas.