“Obligar a la gente a vacunarse solo incentivaría a los antivacunas”
“Desde que comenzó la pandemia, entre el 30 y el 40% de los cánceres se localizan con más demora”
“La gente está desanimada, muy quemada anímica y físicamente. Hay quien quiere dejar la profesión”
Salvador Tranche (Navarra, 1957) es médico de familia en el centro de salud del Cristo (Oviedo) y presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). Una institución que lanzaba ayer una editorial en la que instaban a abandonar “las mascarillas y las cuarentenas” y pedía una vuelta a la “vieja normalidad”.
Una noticia muy comentada que avanza en línea con las declaraciones que arrojaba este lunes Pedro Sánchez, quien ha asegurado que el Gobierno ya trabaja en una nueva línea de abordaje de la Covid. De este nuevo cambio de paradigma, el estado de la atención primaria en Asturias y los retos a los que se enfrenta los próximos años, hablamos con el médico navarro.
La editorial emitida ayer por la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria ha levantado mucha polémica por ser un documento que aboga, entre otros, por el fin de las cuarentenas o las mascarillas. ¿Estamos ante el final de una etapa?
La editorial ha sido elaborada por el Comité de Redacción de la Sociedad, pero no es una postura oficial del organismo. Lo que sí es verdad es que un documento que nos da pie a hablar de algo que creemos es oportuno, y es un cambio en el planteamiento con el que abordamos la Covid. Pasar de una gestión de crisis a una gestión basada en el control.
¿Por qué es ahora, y no hace dos, tres o cinco meses, un buen momento para llevar a cabo este cambio?
Hay varios motivos que nos llevan a pensar que es buen momento. El primero es que el grado de patogenicidad del virus en esta sexta ola es muy inferior al resto de olas. En general, los cuadros que se presentan ahora son mucho más leves. En segundo lugar, estamos protegidos con un alto grado de vacunación, lo que nos da también cierta seguridad.
«No hay base científica para utilizar la mascarilla en la calle»
Lo tercero que debemos tener en cuenta es la extraordinaria sobrecarga que tanto la Atención Primaria como los Servicios de Urgencias están viviendo. Y el cuarto elemento a tener en cuenta sería la enorme carga social y económica con que esta pandemia está afectando a la sociedad.
Pedro Sánchez, en una entrevista ofrecida este lunes, también señalaba que se trabaja en un plan, en la línea que usted indica, que aborde la Covid más “como una gripe” ¿Qué haría falta para poder llevar a cabo este cambio?
Evidentemente llevar a cabo un cambio siempre tiene sus riesgos. Este es un virus muy cambiante y no sabemos cómo va a ser en el futuro, si modificará sus manifestaciones, si la próxima variante será más o menos agresiva o si las vacunas seguirán siendo útiles ante ellas. Por ello, creemos que se necesitarían poner en marcha varios procedimientos para dar este paso. Uno de los más esenciales sería un sistema de vigilancia epidemiológica.
Este sistema, que ya existía previo a la pandemia, se basa en la elección en distintos puntos del país de médicos centinelas que durante algunos periodos del año recogen muestras de los procesos respiratorios que llegan a sus consultas y los envían a laboratorio. Gracias a ello podemos saber qué virus o gérmenes están circulando en cada momento en España, a qué segmento de la población están atacando o la virulencia que tienen, lo que permitiría avanzar en una detección temprana de la enfermedad. Este sistema debe venir de la mano de la imposición de ciertos niveles críticos, a partir de los cuales, por ejemplo, imponer restricciones.
«Hemos dejado de diagnosticar el 50% de los problemas crónicos»
Junto a este sistema sería necesario poner en marcha un sistema de atención a la covid, parecido al que llevamos a cabo con la gripe, que incluya recomendaciones que pueden asemejarse a las de la gripe: si estás malo tratas de quedarte en casa, reducir tu vida social y tratar los síntomas leves. Si se tienen síntomas graves o moderados es el momento de acudir al sistema sanitario.
Creemos que con este nuevo modelo que proponemos daríamos respuesta a las posibles amenazas mientras damos oxígeno al sistema sanitario y social. La Covid es importante, pero también lo es recordar que el año pasado dejamos de diagnosticar el 50% de los problemas crónicos, y que entre el 30 y el 40% de los cánceres se han localizado con más demora que antes de la pandemia. Todo ello, por supuesto, supone un cambio importante en la tasa de supervivencia de estas enfermedades.
No es un cambio de abordaje que pueda hacerse mañana, habrá que esperar a que pase esta sexta ola, pero creemos que es la orientación adecuada, en la que Europa también trabaja y que debe llevarse a cabo con tranquilidad.
En este escenario, ¿dejaría de ser necesaria la mascarilla?
No estamos de acuerdo con las mascarillas en exteriores salvo cuando no es posible mantener la distancia social. No hay base científica para utilizarla en la calle. Otra cosa es en interiores. Sí se ha detectado en estos dos últimos inviernos una menor incidencia de otros virus, como pueden ser los respiratorios, que tienen que ver con el uso de mascarillas.
No sabemos en qué medida habrá que utilizarlas, si solo en determinados escenarios o épocas específicas. Son elementos que habrá que ir viendo. Pero debemos recordar que, antes de las vacunas, que han supuesto el gran avance, lo que nos salvó fueron las medidas que reducían la interacción social y que todos acatamos con gran coste emocional.
¿Significa que los infectados también podrían hacer vida normal sin restricciones: ir a trabajar, relacionarse…? Es decir, ¿sería el fin de las cuarentenas?
Sí. Al igual que pasa con otras enfermedades, como la gripe, quizás se pasaría en casa un par de días, si tiene síntomas, o se trataría de no estar en contacto con personas vulnerables, pero no sería una cuarentena obligatoria.
«España tiene una cultura de vacunación muy positiva que es envidiada por toda Europa»
¿Creen que en esa nueva normalidad sería aconsejable decretar la vacunación obligatoria, tal y como están haciendo algunos países vecinos?
No estamos a favor de la vacunación obligatoria. Contiene elementos éticos que la ponen en duda y choca con la libertad individual. España tiene una cultura de vacunación muy positiva y que es envidiada por toda Europa. Solo hay que echar un vistazo a países como Francia, en los que hay un gran movimiento antivacunas. Creo que obligar a la gente a vacunarse solo incentivaría a los antivacunas. Se trata de convencer, de ser riguroso.
Hay muchas quejas respecto a la atención que se presta en los centros de salud. Personas que dicen haber llamado 50 o 100 veces antes de ser atendidos en su centro de salud. Como médico de Atención Primaria, ¿qué cree que ha fallado? ¿faltan medios, organización, personal?
Ya estábamos mal antes de la pandemia, en 2019 ya hubo muchas movilizaciones sociales en el país para apoyar la sanidad pública. La pandemia solo ha roto aún más las costuras de un sistema precario. Se han dañado alguna de las pocas cosas que teníamos, como la accesibilidad. En los centros de salud teníamos una accesibilidad tremenda, y ahora hay quien dice que necesita llamar 100 veces para que le cojan el teléfono. A ello hay que sumar que, una vez que te atienden, consigues cita para que el facultativo te vea a las dos semanas.
En las consultas vivimos una sobrecarga burocrática que nos ocupa tiempo y genera listas de espera. Y hay una demora importante que viene motivada por unos recursos insuficientes. Además, debemos abogar porque sea el mismo médico quien te atienda cada vez que vas a consulta. Hay estudios que reflejan que si tu médico ha sido el mismo siempre, tienes menos probabilidad de sufrir un ingreso e incluso desciende la mortalidad. Lo mismo pasa con las enfermeras. Y no es casualidad. Tengo pacientes que veo desde hace 15 o 20 años, conozco su historial perfectamente, me cuentan todo lo que necesito saber, tenemos confianza el uno en el otro. Esas cosas son importantes a la hora de tener una sanidad de calidad.
«No es necesaria una atención 100% presencial, debemos plantear una que dé respuesta a las necesidades reales de los ciudadanos»
¿Y qué falta?
Además de esta falta de recursos, que es evidente, también está deteriorado el modelo organizativo. Valía en los ‘90 pero no es útil ahora, con una población, más en Asturias, cada vez más envejecida y con problemas crónicos. La sanidad necesita dinero, pero también un cambio en la gestión y reducir la precariedad laboral. No puede que ser que el médico que te atiende hoy en tu centro de salud mañana esté en otro barrio y al mes vuelva a cambiar de destino.
Hace falta también que los centros de salud tengan más autonomía. No es lo mismo uno rural que uno de ciudad, o uno céntrico al de periferia. Dependemos de gerencias, por ejemplo en Gijón solo hay un área, la 5, en la que predomina el Hospital de Cabueñes. Para cualquier cosa que necesites desde atención primaria vas a ser el “último”, porque en el hospital lo que preocupa no es el centro de salud.
Y por último devolver el prestigio a la medicina de familia. Se ha deteriorado tanto el sistema que mucha gente se está haciendo un seguro privado. “Como el médico no me ve, o me tarda meses en hacer una radiografía, tengo que hacerme el seguro”. Si esto sigue creciendo la Atención Primaria quedará gravemente dañada y la clase media desamparada. Para cambiar todo ello sería necesario, claro, osadía en la gestión. Si invierte dinero en AP pero no se hacen reformas no habrá valido de nada.
La vuelta a esta “nueva” normalidad, ¿devolverá el 100 % de presencialidad en las consultas de Atención Primaria?
No es necesaria una atención 100% presencial, debemos plantear una que dé respuesta a las necesidades reales de los ciudadanos. Hay quien demanda presencial pero también quien prefiere la atención telemática o telefónica.
En ello hay mucha diferencia en los distintos segmentos de población. Las personas mayores quieren consultas presenciales porque es lo que han visto toda la vida y es difícil para ellos manejarse con otro sistema. Entre los jóvenes, sin embargo, reina la no presencialidad.
«El clima laboral en España es horroroso«
Pero, si yo pido una cita presencial, ¿se me dará?
Sí, por supuesto. Lo que debe quedar claro es que, si tu pides una cita presencial, debes tenerla. Pero hay que ir hacia un modelo más personalizado, en el que quien quiera la atención presencial pueda disponer de ella, pero quien la necesite o quiera de otro tipo también la tenga como opción.
Para ello sería necesario que todos los profesionales tuvieran en la sanidad un alto nivel de competencias. Por ejemplo, que si llamas al centro de salud con dudas administrativas sea el personal administrativo quien solucione la incidencia. O si necesitas información sobre una vacuna sea enfermería quien responda.
En mi caso, antes tenía unas 30 citas presenciales, y ahora, que puedo tener hasta 60, solo 20 o 22 son cara a cara con el paciente. Para los médicos este cambio tampoco es fácil, es mucha la información que tienes al ver a una persona en consulta, pero entiendo que es un modelo que también debe evolucionar.
Los trabajadores sanitarios que fueron aplaudidos durante la pandemia son ahora blanco de las quejas de sus pacientes. ¿Cómo se ha vivido eso?
El clima laboral en España es horroroso. La gente está desanimada, muy quemada anímica y físicamente. Hay quien quiere dejar la profesión. Como en todos sitios, hay algunas personas que no hacen bien su trabajo. Pero son una minoría. La mayoría tratamos de dar cada día lo mejor.
También hay a quien le pueda interesar que todo el modelo de sanidad pública que tenemos en España fracase. En ese caso crecerían los seguros privados, y son muchas las empresas que hay detrás. Empresas que, curiosamente, publicitan precisamente una sanidad privada basada en consultas ‘on-line’.
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